Hace un par de semanas atrás, el Papa Francisco reflexionó sobre el valor de la práctica deportiva sana y su contribución “a la maduración del espíritu”, en oportunidad de resaltar a la Asociación Deportiva Amateur “Sport in Vaticano”, en el 50 aniversario de creación de la Liga Vaticana de Fútbol.

Entre sus expresiones, destacó pasajes del Evangelio, que abonan su afirmación y permiten esbozar tres reglas “fundamentales” para el deportista: el entrenamiento, la disciplina y la motivación.

En la base del trabajo, el sudor y el sacrificio que constituyen el entrenamiento, está la “pasión por el deporte”, que, con la palabra “amateur” -de “aficionado”- expresa “el amor por una determinada actividad”. “Si existe esta actitud - afirmó el Papa - la competición es sana”.

Rescato estas expresiones, en el marco del décimo aniversario del pontificado del Papa Francisco, ex cardenal Jorge Bergoglio, que si bien abordan una temática específica, ésta se constituye en una herramienta para la paz, el diálogo, la solidaridad, superaciones y “maduración del espíritu”, que trasciende un colectivo -el mundo del deporte- para derramar sus ventajas y fortalezas en toda la sociedad.

Y, por otro lado, por mi entrañable afecto por la práctica deportiva, los clubes de barrio, sus entrenadores y todos quienes contribuyen a fortalecer este derecho y su acceso libre y sin condiciones para todos y todas, para aquellos dirigentes que sin aferrarse a los viejos esquemas, buscan alternativas que no los aparten del ideal deportivo, ni los sometan al mercantilismo que rige en algunos  niveles de competencia y para aquellos cuyos éxitos nos enorgullecen como argentinos y simultáneamente nos hacen reflexionar.

En síntesis, para aquellos que conforman el reaseguro del deporte que nos merecemos.

En el rol de funcionario público, en los distintos espacios que tuve el honor de desempeñarme, propicié toda medida y acción pública en el sentido descrito.

En esta oportunidad, y desde la impronta, convicción y pensamiento peronista, traigo al presente algunas reflexiones publicadas en un trabajo de recopilación de proyectos legislativos “La deuda pendiente”, de mi autoría, editado a través de la imprenta del Senado del Nación, para poder avanzar sobre el concepto de deporte como valor y contribución para la paz.

El deporte, definitivamente, es una institución social, un fenómeno de planetarias dimensiones que hunde sus raíces con sus múltiples ramificaciones en la vida de los jóvenes y adultos, de hombres y mujeres; es práctica y espectáculo, aspiración y diversión, profesión y educación, higiene y cultura.

El deporte ha dejado de ser una meta caprichosa, máxime que la riqueza más importante de estas prácticas radica en su capacidad de convertirse en el momento de encuentro entre las distintas culturas, clases y géneros. Es un espacio concreto de encuentro a  través del esparcimiento.

El deporte ocupa un lugar privilegiado para contribuir a los objetivos de desarrollo y paz.
Hablemos sobre el papel del fútbol en medio de la guerra civil vivida en Costa de Marfil, y cómo Didier Drogba fue el vocero que usó el deporte rey como elemento de reconciliación entre el gobierno y fuerzas disidentes, resultando en una entrega de armas y diálogos para un cese al fuego.

En idéntico sentido, en la costa colombiana, El Salado, un pequeño corregimiento colombiano tras el enfrentamiento entre paramilitares y la guerrilla, que hizo del mismo un pueblo fantasma, Luis Pablo Redondo, fue el líder comunitario que impulsó la construcción de una cancha de microfútbol en la entrada del corregimiento, justo al lado de la iglesia y la casa cultural, de las cuales desempolvó cada rincón.

Promovió una resignificación del espacio a través del fútbol y diferentes torneos que motivaron a la comunidad a congregarse y volver a forjar esa identidad con el territorio. (se puede ampliar   y consultar en :https://www.telesurtv.net/opinion/Futbol-y-conflictos-armados-II-20200902-0011.html)

Traspasar fronteras

Su carácter no oral, realza su capacidad de traspasar fronteras, clases sociales, religiones, razas y lenguas, más allá de los innumerables actores que pueden favorecer políticas deportivas que apunten a la sociedad en general.

Es indudable que no es un lujo para un país tener una política deportiva, en cuanto es parte integrante de una política social, cultural, sanitaria, educativa y recreativa, y por tanto una necesidad imperiosa exigida tanto por los hechos como por la razón

El deporte social- la incorporación de las masas populares a la práctica deportiva- dio un nuevo impulso a las viejas y tradicionales instituciones sociales y culturales y a la fundación de nuevas instituciones centradas en lo deportivo.

Recordemos que, mediante Fundación Evita, se realizan los Campeonatos infantiles de fútbol en 1949, antecedente directo de los Juegos Nacional Evita -  torneos que tienen el enorme mérito de poner al descubierto la riqueza de la juventud y la niñez argentina-; el paso del doctor Ramón Carrillo por el Ministerio de Salud que impulsó el plan deportivo de la Fundación e incorpora el examen médico preventivo predeportivo sobre la convección “que el objeto del deporte es perfeccionar la salud y no formar campeones…”; además de la incorporación como materia obligatoria en la enseñanza primaria y secundaria de todo el país, en el año 1953.

Podemos afirmar, como expresa Ariel Scher, que “el peronismo generó el único debate más o menos extendido y perdurable de la Argentina en materia política deportiva”, el cual se extiende hasta el presente.

Considero que es indispensable continuar, pero reforzar, el reconocimiento del Estado acerca de las funciones colaterales que promueve el deporte: la educación y la salud, y para ello, por ejemplo, reglamentar la Ley del Deporte, la Ley Nacional de Clubes de Barrio y la Asignación Universal al Deporte-, porque jamás las valoraciones y el trabajo en pos de más y mejores políticas públicas en favor del deporte serán excesivas, dado que, en palabras de nuestro líder: “Siempre he pensado en un pueblo de deportistas, porque cuando se tiene un pueblo de hombres deportistas, se tiene un pueblo de hombres nobles y hombres buenos y de hombres de profundo sentido moral de la vida, y esos son los únicos valores que hacen nobles a los hombres y grandes a los pueblos” (Juan Domingo Perón).

Desde el empoderamiento de las mujeres y las niñas, los jóvenes, las personas con discapacidad y otros grupos marginados hasta la promoción de los objetivos de salud, sostenibilidad y educación, el deporte ofrece un enorme potencial para impulsar y promover la paz y los derechos humanos.

Nuestro líder espiritual, para quienes profesamos el credo católico, apostólico y romano, el Papa Francisco, con sus palabras nos motivó a reflexionar, desde el rol que nos toca desempeñar y socializarlo con quienes compartan o quizás no ésta línea de pensamiento, pero que con sus críticas constructivas nos ayuden a mejorar para contribuir al mayor desarrollo de las y los chaqueños.

Por Hugo Sager, diputado provincial Frente de Todos Chaco


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