Muchas veces hablamos del estrés, es un término tan común que lo utilizamos constantemente en nuestras conversaciones, pero ¿qué es el estrés? Podríamos definirlo como un sentimiento de tensión, tanto física como mental, una reacción del individuo que puede darse por varias causas.
El estrés es la reacción del cuerpo ante alguna demanda, y, en pequeños episodios puede ser positivo ya que permite "activarnos” ante una situación, pero cuando su duración se prolonga en el tiempo puede dañar seriamente nuestra salud. El embarazo, al ser una situación novedosa y tan particular puede generar altos niveles de estrés, que se caracteriza por la ansiedad experimentada, un estado de excitación psicomotriz generalizado.
Puede observarse que las mujeres perciben diferentes grados de ansiedad a lo largo de su ciclo reproductivo, y la misma puede interferir en la regularidad de sus ciclos ovulatorios, así como también en la predisposición a mantener relaciones sexuales, el deseo, etc. Muchas parejas, al encontrarse ante la imposibilidad de lograr un embarazo, y habiéndose realizado los estudios físicos correspondientes, confirman la influencia del estrés en su vida y sus posibilidades de lograr concebir un hijo.
Asimismo, una vez logrado el embarazo, la ansiedad es un síntoma que solemos encontrar presente y que se encuentra vinculada a los múltiples cambios que se generan en corto tiempo y ante la próxima maternidad. Se caracteriza por una sensación de peligro inminente que aparece al realizar las actividades cotidianas, sin que exista ningún tipo de riesgo real, sino que el mismo podría catalogarse como imaginario.
Al haber un enlentecimiento de los movimientos y una disminución lógica de la actividad física, el ejercicio mental cobra una mayor importancia y es sumamente rico. Se puede observar como de manera progresiva la mujer se vuelca hacia su interior, existiendo mayor producción y caudal de pensamientos, de allí los sueños de la embarazada que suelen ser muy vívidos. Este imaginar tan activo es muy importante ya que es el que permite comenzar a pensar en ese bebe que está formándose, en cómo será una vez que esté en la familia, en su rostro, y todo los cambios que se producirán con su llegada.
Cuando el monto de esta ansiedad supera un límite y comienza a interferir en las rutinas es importante consultar con un terapeuta que pueda guiar a la mujer a adoptar hábitos más saludables y le provea de estrategias para enfrentar los momentos en que estos síntomas de estrés se agudizan. El mismo podrá también trabajar junto a ella para generar cambios a largo plazo y que se adapten a los nuevos requerimientos familiares que se darán con el nacimiento de su hijo.
En términos generales es recomendable mantener un estilo de vida saludable, realizando ejercicio moderado de acuerdo a las posibilidades de cada mujer, manteniendo una dieta variada de acuerdo a las necesidades nutricionales, descansando lo suficiente para enfrentar cada día con la energía requerida. Y, lo más importante, evitando situaciones de exigencia que no pueda resolver (familiares, laborales, etc) rodeándose de personas que agreguen valor y felicidad a su vida.