Por Vidal Mario* - Por gentileza del Instituto de Cultura del Chaco, el próximo miércoles a las 19,30 presentaré en el micro cine del Complejo Cultural “Guido Miranda” mi libro autobiográfico 50 años a pura letra, obra que hace poco lancé desde mi pueblo natal, Itá, Paraguay.

La presentación de mi libro autobiográfico 50 años a pura letra será en el marco del homenaje que ese día le tributará a Guido Miranda con motivo de cumplirse, en la fecha mencionada, 30 años de su fallecimiento.

Confieso que me movía un interés personal, especial y particular en que este libro fuese presentado en el centro cultural que lleva el nombre de tan notable periodista e historiador.
Fue él quien hace 50 años (de allí el título del libro) me ayudó a publicar mi primer trabajo literario. Y fue él quien el 28 de abril de 1974 lo presentó en el cuarto piso de la Casa de Gobierno.

Ese mismo año 1974, ya en vísperas de la presentación del libro, me hizo una entrevista. Dicha nota se publicó en Móvil 3, una de las dos revistas que editaba Editorial Región.

Por todos estos detalles, no es casualidad que en la tapa del libro a presentarse el miércoles se lo vea al gran Guido Miranda saludando al principiante escritor Vidal Mario.

Mi inquietud de que en Resistencia este nuevo trabajo mío sea presentado en el complejo cultural que lleva su nombre está, consecuentemente, plenamente justificado.

Un periodista de raza

La muerte de ese otrora benefactor mío (junto a Carlos López Piacentini, Ramón Tissera, Aledo Luís Meloni, Raúl Berneri y Yolanda Pereno de Elizondo, entre otros que también dejaron en mí sus respectivos sellos), se produjo el 5 de junio de 1994.

Al momento de su fallecimiento, ya había sido de todo: docente, periodista, escritor, ensayista, investigador, dirigente político, incluso doctor honoris causa de la Unne.
Desde hacía mucho tiempo que venía siendo una figura clave en el devenir de la historia del Chaco, su provincia adoptiva, porque había nacido en Vera, Santa Fe.

Llegó a Resistencia en 1924 (justo el año de la masacre de Napalpí), completando sus estudios primarios en la Escuela “Benjamín Zorrilla” y, luego, en la Escuela Normal “Sarmiento”.

A fines de los años 60, fue director de Norte. Le tocó afrontar una etapa en que este periódico enfrentaba adversidades que lo habían colocado a un paso de la desaparición.
Rememorando esa crisis, en cierta oportunidad le recordé a don Yoshío Terada, dueño del mítico “Bar L Estrella”, que muchas veces él lo había sacado de apuros a Guido Miranda:

Su respuesta fue:

“No era a él sino al diario Norte, del cual era director allá por 1968. Una tarde vino a verme porque había un camión con papel que no podían bajar debido a que no había plata para pagar. Me explicó que sin ese papel el diario no iba a salir. Me pidió no recuerdo ahora cuántos pesos, que le di, y el diario salió.

Otras veces le presté plata para pagar adelantos de sueldo a la gente de Norte, a quienes yo también les fiaba porque no cobraban nunca su salario. Dejé de ayudar a ese diario cuando cambió de dueño, y el nuevo propietario no tenía la misma honorabilidad que don Guido”.

Mucho tiempo después, en ocasión de otra crisis que atravesaba dicha empresa periodística, Guido Miranda le envió de regalo a Aledo Luís Meloni un libro con la dedicatoria más exacta y más poética que este poeta haya recibido alguna vez.

Era víspera de Navidad, y dicha obra se titulaba El rumbo de las islas perdidas, de Raúl González Tuñón. La dedicatoria decía: “Aledo: el 24 de diciembre de 1969 estuvimos juntos en un barco a la deriva: el diario Norte. ¿Llegaremos ahora a esa isla perdida? Guido”.

La cuestión es que hasta su muerte estuvo ligado a Norte, tanto que, tras su sepelio en vísperas del Día del Periodista, los periodistas de esa casa decidieron suspender los festejos previstos para el día siguiente.

La obra literaria de un grande

Sus libros siempre fueron excelentes aportes para todas las publicaciones de la provincia, y siempre estuvieron encasillados en sus raíces y convicciones democráticas.

Aquí, algunos de los títulos que dejó:

La escuela rural chaqueña (1948), El paisaje chaqueño-Ensayo geográfico regional (con tres ediciones: 1954, 1961 y 1962), Al norte del Paralelo 28 (1966), El rostro cambiante del Chaco (1973), Fundación (primera parte de Tres ciclos chaqueños), Los orígenes de Charata (1979), Los orígenes de Las Breñas (1979), Historia del Cooperativismo Chaqueño (1984), Fulgor del desierto verde (1985), Pueblos de hacha y arado, y, también, El desafío del Impenetrable.

Entre una lista larga de enumerar, también escribió los folletos Vida de Enrique Lynch Arribálzaga, Hombres del Chaco: Moro, Pérez, D’Ambra (1973), Ezequiel Martínez Estrada, escritor e ideólogo, y Francisco Romero, ciudadano (1967).

El jueves 17 de diciembre de 1981, cuando con real y estricta justicia la UNNE le otorgó el título de Doctor Honoris Causa, el Rector, Héctor Tamburini, lo definió así:

“Es ésta la faceta más entrañable y permanente de la obra de Guido Miranda: la curiosidad constante, el ir siempre más allá de lo habitual y acontecido.

El saber que existe respuesta a la pregunta formulada, obtenerla, y después volver a partir en busca de todo aquello aparentemente simple que, sin embargo, va conformando la historia grande de las cosas”.

(*) Escritor, historiador, periodista.


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