El Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel planteó la necesidad de revisar la democracia delegativa por considerarla un “modelo agotado y que no les sirve a los pueblos”. Como alternativa propuso avanzar hacia un modelo de “democracia participativa”, una herramienta contundente para decidir sobre los gobernantes que no cumplen con los compromisos asumidos.

Este y otros conceptos fueron brindados en una entrevista concedida previamente a la charla que brindó en el marco de la jornada de cierra de la Cátedra Libre de Derechos Humanos y Participación Ciudadana de la UNNE.

Su disertación sobre “Cultura de Paz y desafíos actuales” le permitió realizar un recorrido sobre distintos temas que tienen en vilo al mundo, América Latina y la Argentina. Como parte de su análisis comentó su reciente experiencia en el Vaticano donde participó de un encuentro internacional sobre desarme nuclear.

Según Pérez Esquivel en los debates que surgían siempre estaba flotando una pregunta dura pero real: ¿Cómo se puede plantear un desarme si entre Estados Unidos y Rusia tienen más de 15 mil bombas nucleares”?. La única solución concluyeron es “comenzar a desarmar la razón de estar armados”, señaló.

Casi de inmediato y como protagonista del escenario conflictivo internacional surgió el nombre del presidente de Estados Unidos Donald Trump, a quien calificó como “un hombre son conciencia”. “Ni siquiera es un loco, porque los locos dentro de su locura tienen una lógica. Pero él no la tiene”.

“¿Cómo se puede entender el muro que quiere levantar en la frontera de México?. Estados Unidos tiene muchos intereses en América Latina. No solo eso, también bases militares que amenazan la paz del continente. Este y otros hechos no hacen más que confirmar la mentalidad colonizadora de ese país, que nunca será un aliado”.

-De todas formas, mucho de lo que Trump está ejecutando ya lo anticipó en campaña-.

Efectivamente, y eso es lo más grave. El pueblo de Estados Unidos se dejó influenciar. Lo votaron incluso muchos a quienes avisó que iría por ellos. Tenemos que avanzar hacia un sistema de democracia participativa donde el pueblo no pierda el poder. Y que tenga la capacidad de decidir sobre los gobernantes llegado el momento.

-¿Un modelo más participativo, tal vez?

Siempre relacionamos la democracia como el valor indivisible de los DDHH. Si hay torturas y desaparición de personas, muertes, se debilita y deja de ser democracia. Entramos en gobiernos autoritarios que se esconden detrás de la máscara de la democracia, de la ley…aunque no toda ley es justa. Hay leyes injustas que hay que resistirlas hasta su total nulidad. ¿De qué manera? A través de la acción de los pueblos con las leyes de punto final, obediencia debida, los indultos a los ex militares. La otra herramienta es la acción jurídica, no sólo nacional, también la regional e internacional. Los gobiernos firman pactos que están obligados a respetar y hacerlos respetar.

-Usted participó en la gestión de identificación de cuerpos de soldados muertos en  Malvinas. ¿Cómo fue esa experiencia?.

Muy dura. El caso de Malvinas lo venimos trabajando desde el momento que se declaró la guerra y sabíamos que era un enfrentamiento perdido. Este año en el mes de marzo viajamos con una delegación a las islas. Fue un paso para el proceso de identificación de soldados caídos en combate. Gracias a un trabajo conjunto de la Cruz Roja Internacional y el Grupo de Antropólogos Forenses, se logró dar con la identidad de 88 soldados, cuyos familiares están siendo informados en estos días. Afortunadamente y pese a la oposición de muchos, pudimos llevar a buen puerto esta tarea.

-¿Significó algo para Usted estar en las Islas?.

Me permitió ver la devastación de nuestros mares. Es un hecho que lo denunciamos en diferentes organismos internacionales. En la noche de las Islas Malvinas, cuando se encienden las luces, también se ilumina el mar con los reflectores de cientos de buques pesqueros que van a saquear. Se está realizando una explotación a mansalva de nuestras riquezas, sin que podamos hacer nada.

-¿Está dentro de sus posibilidades poder hacerlo?.

Hace un par de años viajé a Londres con una carta de siete Premios Nobel de la Paz y quise entregárselo a David Cameron que por entonces era el Primer Ministro. No nos quiso recibir. Entonces fuimos a la Cámara de los Lores y tomamos contacto con el líder del Partido Laborista Jeremy Corby, con quien pudimos dejar expresada nuestra posición. Tengo planeado viajar en el mes de febrero para abrir y mantener un espacio de diálogo sobre una agenda de temas que nos incumben a ambos países. La razón es sencilla, no podemos estar siempre confrontando.

-¿Que análisis hace de la lucha territorial de los pueblos originarios?.

Quien viola los DDHH y el Derecho Internacional es el Gobierno. No se respeta la Constitución Nacional, ni la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas de Naciones Unidas. Se les debe entregar a los pueblos originarios las tierras a nivel comunitario. ¿Cómo puede ser que grandes empresarios como Benetton tengan un millón de hectáreas en la Patagonia, con la comunidad indígena adentro y que se los expulse?. Hace unos años llevé un matrimonio mapuche y los senté frente a Luciano Benetto, quien ante el reclamo de esta pareja les expresó haber comprado las tierras de buena fe. Les propuso hacerles una donación, pero los mapuches les respondieron “como va a donarnos nuestro propio territorio”. Lo que no se investiga y hay que hacerlo es quiénes vendieron la tierra a Benetton. Viene a cuento un dicho de Arturo Jauretche: “Malo es el gringo que nos compra, pero peor es el criollo que nos vende”. Esto ocurre con los pueblos originarios de todo el país. La mala actitud hacia nuestros hermanos, no es sólo de este gobierno, de igual manera se manejaron los gobiernos anteriores.

 

 

 


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