Cuando se apagó el interminable sonido de los disparos, los gritos de dolor y de terror que retumbaban en el interior del templo se mezclaron con la voz del cantante que salía a todo volumen de un altavoz para convertirse en la banda de sonido de la transmisión de la masacre: “¡Soy el Dios del infierno! Y te traigo / Fuego, te llevaré a arder / Fuego, te llevaré a aprender / Te veré arder / (…) Fuego, para destrozar todo lo que has hecho / Fuego, para terminar con todo lo que has sido / Siento como ardes / (…) / Fuego, te llevaré a arder / Fuego, te llevaré a aprender / Vas a arder / Vas a arder / Vas a arder, arder, arder, arder, arder, arder, arder, arder...”.

Mientras sonaban la letra y la música de “Fire”, un viejo tema de rock del grupo británico The Crazy World of Arthur Brown, el australiano Brenton Harrison Tarrant, de 28 años, salió con el arma larga todavía humeante y corrió hasta el auto que había dejado estacionado a pocos metros de la puerta de la mezquita de Al Noor, en la avenida Deans de la ciudad de Christchurch, Nueva Zelanda. Dentro del templo dejaba desparramados 41 cadáveres y más de una decena de heridos.

Brenton Tarrant, autor de la masacre

Los relojes locales marcaban las 13.44 del viernes 14 de 2019 cuando Tarrant se sentó al volante del auto, dejó el fusil semiautomático en el asiento del acompañante y le dio arranque para salir disparado.

Vestía uniforme de camuflaje, ocultaba sus ojos con unos anteojos oscuros y en la frente llevaba adosada una cámara con la que había transmitido en vivo y en directo desde un canal de YouTube linkeado en su página de Facebook.

Siguió transmitiendo – ahora con la cámara adosada en el interior del auto, enfocada en el asiento del conductor - mientras el vehículo recorría las calles de la ciudad al ritmo de una nueva grabación de “Fire”. Porque Tarrant apenas había concluido la primera etapa de las tres que había planeado para sus acciones de ese día.

A las 13.55 llegó a la mezquita Linwood, a cinco kilómetros de la primera. Llevaba nuevamente una cámara para seguir transmitiendo en directo, pero el artefacto había comenzado a fallar y solo se pudieron ver escenas fragmentadas del segundo ataque.

Entró y disparó, pero esta vez encontró resistencia y tuvo que escapar antes de lograr por completo su objetivo. De todos modos, allí el saldo sería de otros diez muertos y más de treinta heridos.

Imagen tomada del video del tiroteo en Nueva Zelanda transmitido en Facebook Live (Foto: AFP)

Ya no transmitía cuando se dirigía a la tercera mezquita que estaba en sus planes. La policía lo detuvo sin que ofreciera resistencia antes de que pudiera sumar más víctimas.

A pesar de ese tercer ataque abortado, Brenton Tarrant acababa de convertirse en el autor solitario de la mayor masacre de la historia moderna de Nueva Zelanda, con el trágico récord de 51 muertos y 48 heridos.

También podría haber sido peor si hubiesen detonado las dos bombas que había dejado en otros tantos autos estacionados cerca de las dos primeras mezquitas.

En un primer momento, la policía no podía creer que hubiera actuado solo y detuvo a otras tres personas – dos hombres y una mujer –, pero pronto quedaron fuera de toda sospecha.

Tarrant, que en el primer interrogatorio se definió como un “racista” que odiaba a los inmigrantes, no tenía cómplices. Tampoco pertenecía a ningún grupo terrorista y aseguró que había actuado por cuenta propia.

Vendas con restos de sangre y un par de zapatos yacen en el suelo cerca de una mezquita de Christchurch, Nueva Zelanda, donde Tarrant ingresó para matar EFE/ Martin Hunter

“El gran reemplazo”

Fue un gran golpe para la policía descubrir que el autor de las masacres había anticipado sus intenciones en las redes sociales, donde antes de emprender su raid asesino dejó un manifiesto de 74 páginas titulado “El gran reemplazo”, en referencia a la teoría de la conspiración del genocidio blanco y a su variante francesa, le grand remplacement, donde el ultraderechista Renaud Camus, plantea la necesidad de una cruzada contra las sociedades multiculturales.

En el manifiesto – que, tras los ataques, fue bajado rápidamente de las redes -, Tarrant decía que había estado planificando un atentado hacía dos años y que eligió la localidad de Christchurch con tres meses de antelación.

En el texto, de unas 16.000 palabras, condenaba la inmigración y citaba una lista de personajes y acontecimientos de varios períodos de la historia en los que había inspirado sus acciones.

La mezquita Al Noor en Deans Avenue de Christchurch, Nueva Zelanda REUTERS/SNPA/Martin Hunter La policía descubrió después que en las armas y los cargadores que había utilizado – en el vehículo llevaba un verdadero arsenal – también estaban escritos en blanco los nombres de acontecimientos históricos y personas admirados por la extrema derecha y alusiones a guerras y batallas entre cristianos europeos y musulmanes, así como nombres de víctimas de atentados islamistas.

Además, Tarrant declaraba en su manifiesto que había sido “comunista”, “anarquista” y “libertario”, pero que pasó a adoptar ideas racistas debido a la inmigración que hacía peligrar a la sociedad blanca y se convirtió en un “ecofascista” preocupado por el calentamiento global.

También dice que decidió cometer los asesinatos después de un viaje a Europa que hizo en 2017, cuando vio el triunfo de Emmanuel Macron frente a la candidata de ultraderecha Marine Le Pen, en las elecciones presidenciales, y se hartó de ver inmigrantes viviendo libremente en Francia.

La masacre del 15 de marzo de 2019 en Nueva Zelanda dejó al menos 50 muertos (AP Photo/Mark Baker)

Conmocionada por la masacre y la lectura del manifiesto, la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, recordó que Tarrant “era australiano, pero esto no significa que no tenemos una ideología semejante en Nueva Zelanda”.

Después, en el homenaje a las víctimas, hizo un llamamiento a la lucha “global” contra el “racismo de derecha” – así lo llamó – y agregó: “Si queremos vivir en un mundo seguro, tolerante e inclusivo, no podemos pensar en términos de fronteras”.

La portada del manifiesto racista de Tarrant, "El gran reemplazo"

Violencia en las redes

La transmisión en vivo de las masacres desató una ola de indignación en buena parte de la opinión pública aunque, como era inevitable, otros usuarios alcanzaron a viralizar los videos y el manifiesto de Tarrant.

Cuestionadas, las empresas de redes sociales enviaron mensajes de repudio a los atentados y de solidaridad con las familias de las víctimas. También informaron que estaban actuando rápidamente para eliminar esos contenidos, aunque no era una tarea sencilla.

Facebook, desde uno de cuyos muros Tarrant, había transmitido las masacres, dijo: “La policía de Nueva Zelanda nos alertó sobre un video en Facebook poco después de que comenzara la transmisión en vivo y eliminamos tanto la cuenta de Facebook del tirador como el video. También estamos eliminando cualquier elogio o apoyo al crimen y al tirador o tiradores tan pronto como tengamos conocimiento. Continuaremos trabajando directamente con la Policía de Nueva Zelanda a medida que continúe su respuesta e investigación”.

Brenton Tarrant, el atacante de las dos mezquitas neocelandesas, en el banquillo de los acusados John Kirk-Anderson/Pool via REUTERS

Youtube eligió Twitter para dar su mensaje: “Nuestros corazones están rotos por la terrible tragedia de hoy en Nueva Zelanda. Por favor, sepan que estamos trabajando atentamente para eliminar cualquier grabación violenta”, decía. Ese mismo mes, el sitio de videos había sido acusado de ser incompetente o irresponsable por su manejo de un video que promocionaba al grupo neonazi prohibido, Acción Nacional.

Cadena perpetua

Poco después de su detención, los abogados de Brenton Tarrant presentaron sin éxito una solicitud para que esperara el juicio en libertad bajo fianza. Desde ese momento, el autor de las masacres se sumergió en un silencio que ni siquiera rompió durante el juicio que comenzó a desarrollarse a mediados de 2020.

De todos modos, el juez Cameron Mander impuso restricciones drásticas a la cobertura mediática para evitar que e lautor de las masacres utilizara el juicio como una plataforma para difundir sus mensajes de odio.

La sentencia se dictó el 27 de agosto, con una pena que era previsible: cadena perpetua. Al darla a conocer, el juez Mander dijo que detrás de la ideología “retorcida de este hombre malo e “inhumano se oculta un odio profundo que lo llevó a atacar a hombres, mujeres y niños indefensos”.

Brenton Tarrant, custodiado durante la sentencia: lo condenaron a cadena perpetua Mark Mitchell/New Zealand Herald/Pool via REUTERS/

Al conocer el fallo, la primera ministra Jacinda Ardern reaccionó deseando al asesino una vida de “silencio total y absoluto” y dijo que esperaba que la comunidad musulmana del país haya sentido “los abrazos de Nueva Zelanda”.

Antes había anunciado que el gobierno iba endurecer la ley de armas – Tarrant era miembro del Club del rifle y tenía permiso de portación - y a intensificar los esfuerzos en la lucha contra el extremismo en Internet.

Cinco años después de los ataques contra las mezquitas, Brenton Harrison Tarrant cumple su pena en una celda de aislamiento de una prisión de máxima seguridad de Auckland. Según los informes penitenciaros, pasa muchas horas del día con los auriculares puestos, escuchando Fire, el viejo rock grabado por The Crazy World of Arthur Brown en 1968 y que, en algunas ocasiones, se exalta y entona sus estribillos a voz en cuello.

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