El líder de la misión del Fondo Monetario Internacional, Roberto Cardarelli, y el representante del organismo en la Argentina, Trevor Alleyne, visitaron este jueves a Axel Kicillof en su despacho en el Congreso. Durante poco más de hora y media, hablaron de la evolución de la economía y hasta compartieron mate.

En la reunión con el organismo, el ex ministro de CFK dejó ver en su escritorio un ejemplar de “Por qué la austeridad mata”, un texto inglés que expone el impacto humano del ajuste. David Stuckler, autor del libro, es un crítico de la afectación de las políticas del Fondo en países emergentes, no solo a nivel económico, sino en trabajos más detallados, como el perjuicio a nivel salud pública.

“Fue una casualidad, lo tenía ahí porque acaba de sacar unas citas”, dijeron desde el entorno del legislador.

A lo largo de una hora cuarenta, el ex ministro de Cristina Fernández les dio a los funcionarios que envió Christina Lagarde una visión de la situación local y el efecto que tendrá el programa del FMI en la actividad y el empleo. “El acuerdo no es sustentable en el tiempo, generará graves problemas de empleo, y en la industria”, disparó Kicillof en una charla que desde su entorno calificaron como “protocolar”.

Desde el Fondo, quisieron saber por qué. En ese punto, Kicillof dijo por “la desindustrialización, la pérdida de empleo de calidad y la fuga de divisas”.

“Estoy preocupado”, cerró el ex funcionario no antes de aclarar algo similar a lo que había manifestado un antagonista del kirchnerismo, el salteño Juan Manuel Urtubey “Si no hay un plan para crecer, a ustedes no les va a pagar nadie”, dijo Kicillof.

Punto llamativo de la reunión

Cardarelli admitió que “compartimos la preocupación con la situación de Argentina, hay mucha preocupación, pero el plan de estabilización era necesario”. Naturalmente, el FMI llevará a todas las reuniones que el ajuste es imprescindible.

Un rato después de la reunión, en declaraciones a Radio con Vos, Axel Kiciloff contó que “no me preguntaron sobre el próximo gobierno. Me dejaron claro que no tienen la voluntad de incidir en el proceso electoral. Es razonable que no tomen partidos, que agiten fantasmas”.

Desde el despacho del ex funcionario concluyen que el FMI busca dos objetivos en estas reuniones: el primero, sacar una ficha directa de los interlocutores; el segundo, sondear qué nivel de dureza tienen los que podrían ser opositores a Cambiemos en las elecciones de octubre.


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