Este producto tuvo un gran auge a principios del siglo XX -entre 1910 y 1920- cuando se elaboraba casi un millón de litros anuales, luego de que la cepa de uva Isabela llegara a estas tierras de manos de inmigrantes, en su mayoría italianos, pero también españoles y portugueses.

El esfuerzo de esos hombres y mujeres venidos más allá del Atlántico se extendió como un reguero de pólvora por varias localidades costeras, pero fue en Berisso donde alcanzó su cenit productivo.

Tuvieron que pasar dos generaciones para que ese sueño de los abuelos inmigrantes, que por varias razones languideció en las décadas del 70 y 80 hasta casi exterminarse, fuera retomado por los nietos, que comenzaron a producir nuevamente ese producto regional.


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