El presidente Gustavo Petro anunció que desde este jueves 2 de mayo Colombia rompió relaciones diplomáticas con Israel. Esto, ante la actitud que tomó dicho país contra Palestina tras el ataque sufrido el 7 de octubre de 2023 a manos del grupo terrorista Hamas.

Durante el discurso que dio tras la marcha del Día del Trabajo, en la Plaza de Bolívar de Bogotá, el mandatario explicó que el cortocircuito se dará por “tener un gobierno, por tener un presidente genocida”.

Según él, “hoy la humanidad, toda, en las calles por millones está de acuerdo con nosotros y nosotros con ella. No pueden volver las épocas del genocidio, del exterminio de un pueblo entero ante nuestros ojos, ante nuestra pasividad”.

Incertidumbre y dudas por responder

Por supuesto, esto generó incertidumbre entre los colombianos, quienes ahora tienen muchas dudas sobre lo que pasará. Al respecto, Infobae Colombia consultó al profesor de Derecho Internacional de la Universidad del Rosario Ricardo Abello.

El experto explicó que en primer lugar hay que hacer una distinción entre relaciones diplomáticas y relaciones consulares. Así las cosas, dejó claro que el cónsul busca proteger a los nacionales que están en dicho territorio, mientras que las relaciones diplomáticas son las relaciones entre estados.

“El hecho de que haya un rompimiento de relaciones diplomáticas implica que se van a frenar los acuerdos de cooperación, se van a frenar nuevos acuerdos de búsqueda de negocios bilaterales, de apoyos en las relaciones multilaterales, lo que tampoco quiere decir, porque eso también es un punto distinto, que haya un rompimiento de los intercambios comerciales que existen”, afirmó.

Entonces, bajo esa perspectiva lo que se dará es que no se tendrá embajador (en la actualidad es Margarita Eliana Manjarrez) y lo que se espera es que que se mantenga el cónsul (en la actualidad Ana María Rivero es la encargada), por la protección a los connacionales que están allá, que pueda haber expedición de pasaportes, expedición de documentos de identidad, que se puedan protocolizar documentos, entre otros.

Ante esto, lo que no habría entonces es la figura del embajador y no habría esas negociaciones entre los dos estados.

Tensiones bilaterales

Asimismo, en una detallada columna de opinión para Semana, el decano de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario y excanciller Julio Londoño, abordó las complejidades y posibles repercusiones del reciente anuncio del presidente Gustavo Petro sobre la ruptura de relaciones diplomáticas entre Colombia e Israel.

Este acto, según el exfuncionario, “es tan sólo un paso más en el pugnaz intercambio que se ha dado entre los dos países”, en el contexto de un incremento en las tensiones bilaterales tras el ataque de Hamas en octubre del año pasado.

Londoño destacó cómo Colombia escaló su posición desde el llamado a consultas de su embajadora en Israel hasta la participación en una demanda internacional acusando a Israel de violar la Convención sobre el Genocidio de 1948.

El autor sugiere que las implicaciones de esta ruptura van más allá de lo diplomático, afectando potencialmente esferas militares y comerciales. “Mucho se ha hablado de los efectos que tiene para Colombia la confrontación con Israel, especialmente en el ámbito militar”, apuntó el experto al resaltar así las posibles consecuencias en la cooperación militar y comercial existente entre los dos países.

La diferencia entre el gobierno israelí y su pueblo

Además, Londoño señaló la importancia de diferenciar entre el gobierno israelí y su pueblo, por lo que aclaró que la decisión de Colombia se dirige hacia el primero. Esta diferenciación es crucial para entender la naturaleza de la decisión colombiana, que no busca afectar las relaciones con la ciudadanía israelí sino expresar una firme postura contra las acciones del gobierno de Benjamín Netanyahu.

“El gobierno de Colombia rompe relaciones no con el pueblo o la nación israelí, sino con el gobierno actual”, enfatizó Londoño al hacer hincapié en el carácter específico de la disputa.

La columna explora además las preocupaciones sobre la dependencia militar de Colombia respecto a Israel, recordando decisiones pasadas, como la del presidente Virgilio Barco, de diversificar las fuentes de adquisición militar.

Londoño sugiere que, al igual que en el pasado, Colombia está capacitada para adaptarse y buscar alternativas a los recursos militares israelíes. “No es acertado depender exclusivamente de un estado en ese campo”, indica el autor, subrayando la necesidad de autonomía en materia de defensa.

Finalmente, Londoño no omite las complejidades del conflicto en el Medio Oriente ni el papel de actores como Hamás e Irán en la creación de una atmósfera de inestabilidad regional.

Sin embargo, expresa esperanza en que, una vez superada la actual crisis diplomática y políticamente, las relaciones entre Colombia e Israel puedan restablecerse, con lo que se retornaría a un cauce de cordialidad que ha caracterizado momentos de la relación bilateral en el pasado.


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