POR JOSE ALBERTO GUTIERREZ/PARA YAHOO-. “Fui a dormir en la casa de mi ex novio y desperté en otra casa, con flashes en la cara. Me quedé dormida de nuevo y cuando volví en mí, la luz estaba encendida y había mucha gente alrededor. 33 hombres (algunos armados), yo los conté. Dos me sujetaban, los otros se alternaban y reían. Les pedía que parasen y trataba de soltarme. ‘A ti te gusta’, decían”.

Ese fue el relato de una joven de 16 años, madre de un niño de 3, que fue víctima de una violación en grupo en una favela de Río de Janeiro el año pasado. Las imágenes de la barbarie, grabadas por celular, circularon por redes sociales y el caso fue noticia mundial.

Según la investigación, no fue violada por 33 hombres, pero al menos 7 fueron denunciados por abusar de ella en estado de inconsciencia y grabarlo. La joven, su hijo y sus padres viven hoy bajo el programa de protección de víctimas.

Julio de 2017, Bom Jesus do Itabapoana, estado de Río. Otro caso provoca conmoción. La víctima es una niña de 13 años, violada dentro de la escuela por 14 estudiantes. De acuerdo con la policía local, el crimen se repitió cinco veces durante dos meses, hasta que una funcionaria de educación se enteró por otra estudiante y presentó la denuncia.

Agosto de 2017, interior de Minas Gerais. Rosali das Graças Santos, ama de casa de 31 años, fue atacada en la madrugada cuando volvía de un concierto en el pequeño poblado de Santo Antonio do Amparo. Los agresores la llevaron hasta un matorral, donde cuatro hombres se encargaron de abusarla sexualmente antes de asesinarla con desmesurada crueldad, según la policía.

Las historias, extraídas de la prensa brasileña, retratan el ambiente de barbarie en ese país, que registra un promedio de 10 violaciones colectivas por día o un caso cada dos horas y media, según datos del Ministerio de Salud, divulgados por el diario Folha de Sao Paulo.

Desde 2011, las estadísticas de violación en grupo aumentaron de 1.570 casos a 3.526 en 2016. Esta modalidad de crimen contra la mujer enciende las alarmas en el país sudamericano, donde esas agresiones representan 15% de los casi 23.000 ataques a mujeres atendidos en los hospitales.

Acre, Tocantins y la capital Brasilia son los estados con más altas tasas de violaciones colectivas por habitante, aunque en números absolutos, Sao Paulo y Río de Janeiro es donde más casos ocurren.

Según el estudio Violación en Brasil, del Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (IPEA), las principales víctimas -un 40% de los casos- son niñas menores de 13 años.

Sin embargo, esas estadísticas para nada representan la dimensión de esa tragedia. Muchas de las víctimas, abrumadas por la vergüenza, el temor de ser asesinadas, la desconfianza en el sistema jurídico o incluso por pensar que se lo merecieron, no denuncian a los agresores.

Datos del Foro Brasileño de Seguridad Pública indican que en el 2015 hubo 45.460 violaciones -125 casos diarios-, pero se estima que la cifra pueda llegar a 500.000, pues apenas 10% de las agresiones van a parar a las estadísticas.

“Es sólo la punta del iceberg. La violencia sexual contra la mujer es un crimen invisible y hay mucho tabú por detrás de la falta de datos reales. Muchas mujeres violadas no presentan denuncia. A veces ni en la casa lo dicen porque existe la cultura de culparlas, a pesar de ser las víctimas”, explica Daniel Cerqueira, investigador del IPEA.


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