17 de octubre de 1945: La farsa cumplió 80 años

Por Vidal Mario - Periodista, escritor, historiador

20 de octubre 2025

El pasado viernes se cumplieron 80 años de la movilización obrera del 17 de octubre de 1945, un episodio que la intensa propaganda peronista arropó con vestidos hechos de mitos y supuestas heroicidades que, la verdad, jamás tuvieron lugar.

“A 80 años de la gran movilización del pueblo trabajador reclamando la liberación del Gral. Juan Domingo Perón, hoy conmemoramos el Día de la Lealtad”, señaló en un comunicado un sindicato con más de trescientas filiales en todo el país.

Lo que en realidad cumplió 80 años fue una de las grandes farsas de Perón y del peronismo.

Perón nunca estuvo como preso político en la isla Martín García. Lo llevaron a ese lugar por razones de seguridad, debido a que un sector del Ejército lo quería matar.

Y el día de la movilización ya no estaba en esa isla. Estaba en Buenos Aires. Eso de que “el pueblo trabajador” se movilizó para liberarlo de su prisión en la isla Martín García fue un cuento “para la gilada”.

En realidad, fue una opereta política, una gran farsa. Así lo reconoció el principal organizador de la famosa marcha, Cipriano Reyes, a quien después Perón traicionó.

“No se encuentra detenido”

El 16 de octubre, el Ministerio de Guerra emitió un comunicado aclarando que Perón estaba en la isla Martín García, pero no en calidad de detenido. El escrito expresaba:

“El Ministerio de Guerra de la Nación, ante la diversidad de versiones circulantes respecto a la situación del coronel don Juan Domingo Perón, hace saber a la población que el mencionado oficial superior no se encuentra detenido. Solamente se han adoptado medidas de seguridad que se consideran convenientes para su persona y que responden a la situación de intranquilidad propia del momento”.

Ese mismo día 16 de octubre, aparecieron en Londres declaraciones que el ministro de Guerra, general Ávalos, había hecho al corresponsal en la Argentina de una agencia noticiosa inglesa.

Al ser consultado sobre la situación en que se encontraba el coronel Perón, respondió:

“Fue invitado a trasladarse a la isla Martín García, en nombre del Presidente de la República y en el mío propio, a fin de evitar que se cometiera algún atentado contra él. No es un secreto que querían atacarlo y que el pasado 19 de septiembre la multitud pedía a gritos su cabeza. Hice la revolución con el coronel Perón y además soy ministro de Guerra: jamás hubiera cargado con la responsabilidad y la vergüenza de un atentado contra él. Afirmo, como ministro de Guerra, que no hay ningún cargo contra el coronel Perón y que, por lo tanto, los rumores que han circulado acerca de su enjuiciamiento no son más que eso: rumores sin valor”.

Perón dejó la isla a las 3:30 de la madrugada del 17 de octubre de 1945, y a las 6:40 ya estaba en Buenos Aires, en el dormitorio del capellán del Hospital Militar Central.

Enterados de que estaba allí, columnas de trabajadores se concentraron frente al hospital e intentaron entrar por la fuerza “para ver al coronel”.

De adentro salió el sacerdote J. Carreras, quien aseguró que el militar no estaba allí en calidad de detenido y pidió a los manifestantes que se dispersaran tranquilos y en paz.

Los trabajadores decidieron que una delegación entrara al hospital para “comprobar el estado” del militar, pero los designados tampoco fueron autorizados a ingresar.

Tras “recibir seguridades de que el coronel se encuentra bien y en libertad”, se retiraron.

Se conformó entonces una segunda delegación integrada solamente por afiliados de la Unión Ferroviaria, la cual sí consiguió entrar y verlo.

Al retirarse, informaron: “Efectivamente, como lo dijo el sacerdote Carreras, el coronel está bien y en libertad”.

A pesar de que ya se sabía que nadie lo tenía preso a Perón y que estaba en perfecto estado de salud, en horas de la tarde densas columnas obreras llegaron a Plaza de Mayo reclamando “su libertad”.

Parecía que nadie tenía en cuenta ni escuchaba que reteradamente por todas las emisoras de radio se iba pasando un comunicado informando que Perón no estaba preso, que nunca lo estuvo.

En resumidas cuentas: en ningún momento estuvo detenido, ni en Martín García ni en Buenos Aires.

Nadie lo rescató ni liberó. Tranquilamente, desde el Hospital Militar Central monitoreaba lo que su gente hacía ese 17 de octubre.

Pero la mentira que él mismo echó a correr terminó convirtiéndose en parte del folklore peronista, e incluso llegó a ser materia de enseñanza obligatoria en las escuelas.

En el siguiente mes de diciembre, con apoyo del gobierno militar, de los nazis, de la Iglesia y de una parte importante de los sindicatos, se lanzó al ruedo político como candidato para las elecciones presidenciales del 26 de febrero de 1946.

Luego, ya como Presidente, impuso que la mentira del 17 de octubre de 1945 fuese feriado nacional y tema de enseñanza obligatoria en todas las escuelas del país.

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