Religiones

6 de enero 2025

Constantino I, emperador de Roma, creó la Iglesia Católica Apostólica Romana mezclando el cristianismo, el judaísmo y el mitraísmo. 

A algunos cristianos no les gustó dicha Iglesia porque era brazo espiritual del Imperio.

Así que fueron creando líneas internas cristianas que llevaban nombres como passianos, natalianos, tertulianos, monotelistas, arrianos, donatistas, cuartodecimanos, sergianos, macedonianos, acéfalos, acarianos, nestorianos, eutiquinos, dioscorinos, artemonitas, valentinianos, basilidianos y teodorianos, entre otros.

Siglos después, el teólogo alemán Martín Lutero no soportó más la corrupción de la Iglesia Católica Apostólica Romana, y en franca rebelión fundó la Iglesia Luterana.

Al suizo Juan Calvino, ese que había quemado vivo al médico y abogado Juan Serveto por cuestionar la Trinidad, no le gustó el luteranismo, y creó la Iglesia Calvinista.

Algunos protestantes declararon que dichos reformadores no habían hecho una reforma profunda y que cometían las mismas faltas de la iglesia católica papista. Así que crearon las iglesias anabaptistas.

Al obispo anabaptista holandés Menno Simons no le gustó más esta religión, y fundó otra: los menonitas. 

Al rey inglés Enrique VIII, aunque también católico no le gustó que el Papa le prohibiera cambiar de mujer, por lo que fundó otra religión a la medida de sus intereses: la Iglesia Anglicana.

A John Wesley dejó de gustarle la Iglesia Anglicana, y fundó la Iglesia Metodista.

Al explorador inglés Jhon Smith (de extraña relación con la famosa india Pocahontas) tampoco le gustó la Iglesia Anglicana y fundó la Iglesia Bautista norteamericana.

A William Miller no le gustó la Iglesia Bautista, y fundó la Iglesia Adventista para predicar que la segunda venida de Jesús era inminente.

La escritora Hellen G. White, admiradora de la prédica de William Miller, dijo que recibió visiones, y que las mismas la animaron a fundar la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

Al vendedor de ropa Charles Taze Russell no le gustó la Iglesia Adventista y fundó la “Sociedad de Tratados la Torre del Vigía de Sión”, hoy conocida como Testigos de Jehová.

Joseph Smith, creó su propia Biblia (El Libro de los Mormones) y fundó la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, cuyos fieles son conocidos como mormones. 

A fines del siglo 19, surgieron como hongos en los Estados Unidos grupos evangélicos que después y con gran rapidez se propagaron por el continente americano.

El periodista y escritor estadounidense Walt Whitman declaró sobre estas nuevas organizaciones:

“Una cantidad de iglesias y sectas, los más lúgubres fantasmas de los cuales tenga conocimiento, han aparecido usurpando el nombre de religión. Pero todo es conveniencia. La falsedad de espíritu, madre de todos los errores, ha causado ya daños incalculables”.

Hoy pululan por el suelo americano infinidad de sectas que llevan nombres como Pare de Sufrir, Asamblea de Dios, Luz del Mundo, Iglesia Cuerpo de Cristo, Iglesia del Evangelio Cuadrangular, Iglesia Buena Noticia, Iglesia de Cristo y cuantos otros nombres a alguien se le pueda ocurrir.

Como la fe mueve montañas, la mayoría de las organizaciones arriba citadas son centros religiosos, pero a la vez centros comerciales que mueven montañas de dinero. 

Como dice la letra de una conocida canción, hay más religiones que niños felices.

Y seguirá así no sólo por la permanente búsqueda de Dios de parte del hombre, sino también porque, como dijo alguien, el que quiera ser engañado siempre encontrará uno que lo engañe.

Por Vidal Mario

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