Informe económico: Donald, el terrible
El informe de esta semana está atravesado de punta a punta por el anuncio de aumento de tarifas dispuesto por Trump. Una acción sin precedentes, tanto por la profundidad como por el alcance, significando un quiebre en la historia moderna.
¿Por qué vamos tan lejos? Simplemente porque es el país que lideró el proceso de globalización en las últimas décadas. Desde el fin del acuerdo de Bretton Woods en 1971 (patrón oro), Estados Unidos condujo a Occidente (y también a Oriente) a un mundo más integrado comercial y financieramente. Lo sucedido esta semana marca un antes y un después en este proceso histórico.
Para ubicar la medida, el arancel promedio aplicado a los socios comerciales de EEUU pasó del 4% al 22,5%, el nivel de protección directa más alto desde 1910, previo a la primera guerra mundial.
¿Y ahora qué? De acuerdo a la versión oficial, esto se trataría de una audaz jugada para que el resto del mundo reduzca los aranceles a las compras a Estados Unidos. Puede ser un factor, pero creemos que poner en juego la estabilidad de su propio país es un precio demasiado caro si el fin fuera exclusivamente ese.
El proyecto de Trump parte de una premisa básica: el orden productivo mundial se inclinó a Oriente. Y de su reinclinación dependerá el sostenimiento de Estados Unidos como primera potencia mundial. En los próximos informes iremos profundizando en esta versión no oficial de los hechos. Pero ahora queremos centrarnos en el impacto de corto plazo de semejante anuncio.
En Estados Unidos, el impacto sobre la inflación será alto ya que las importaciones tienen una alta penetración en el consumo y en el aparato productivo. Pero, a la vez, se podría generar una recesión considerable, lo que debería morigerar dicho impacto en precios vía menor demanda.
Por esto, el trabajo de la Reserva Federal es muy difícil: la inflación subirá de corto plazo, pero no se sabe con exactitud cuánto.
Las declaraciones de Jerome Powell del viernes no trajeron mucha calma: "Si bien es muy probable que los aranceles generen al menos un aumento temporal en la inflación, también es posible que los efectos sean más persistentes", dijo, mientras reconocía que "la incertidumbre sigue siendo elevada. Ahora que está claro que los aumentos de aranceles serán significativamente mayores de lo esperado, es probable que los efectos económicos sean “una mayor inflación y un crecimiento más lento" .
El combo de más inflación, menos actividad y suba de costos de importaciones fue letal para el mercado de acciones. Como puede verse en el gráfico de la semana, el viernes se acumuló una caída de 9,4% en dos días, la sexta más profunda de la historia reciente. En paralelo, el “índice del miedo” VIX (mide la volatilidad esperada en los próximos 30 días en la bolsa estadounidense) se disparó 90% desde el anuncio.
En medio de la espuma, es imposible saber si esto se detendrá acá o si tendremos una profundización de las caídas en la próxima semana. Mucho dependerá de cómo reaccione el resto del mundo, algo que no genera gran expectativa dado que China ya anunció que aplicará aranceles del 35% a las importaciones de EE.UU.
¿Y Argentina? El mayor impacto no viene por la medida en sí, sino más bien por el derrumbe del precio de los commodities, la desaceleración del crecimiento de nuestros socios comerciales y un clima financiero global que dista, y mucho, de lo deseable para que la economía pueda salir del cepo y virar hacia una normalización cambiaria.
En un mundo turbulento, nadie puede salir ganando. Ni siquiera los amigos de Trump.
Sección nacional
¿Se terminó la corrida?
Entre tanta convulsión global y con una semana partida por el feriado del 2 de abril, el mercado cambiario se calmó un poco en la plaza local.
El lunes, los futuros de dólar arrancaron muy tomadores, con el contrato a abril subiendo más de $50 y llegando a $1174, lo que representaba un salto discreto del 8% dentro de un mes (o, lo que es lo mismo, una probabilidad de 80% de que haya una devaluación del 10% con el acuerdo con el Fondo que aún desconocemos). El problema de esto eran las ventas que venían provocando en el MULC: ese lunes cerró con un rojo de USD 143 M, y sumó en marzo ventas por más de USD 1.100 M.
La novedad de esta semana fue que el lunes a la tarde los futuros empezaron a bajar abruptamente, insinuando una contundente intervención del Banco Central.
Otra ayuda para la tranquilidad la proveyó una entrevista en televisión que dio el Director del BCRA y miembro del equipo económico, Federico Furiase, donde aclaró que el programa económico “no contempla una devaluación, ya que los fundamentos económicos están alineados para evitarla”. Señaló que, históricamente, las devaluaciones han empobrecido a la población sin mejorar la competitividad.
Por lo tanto, el enfoque actual es mantener la estabilidad cambiaria y continuar con políticas que fortalezcan la economía sin recurrir a devaluaciones. Sobre el levantamiento del "cepo" cambiario, Furiase insistió que se requieren tres condiciones: i) aumento de reservas; ii) depuración del desequilibrio monetario; iii) convergencia de la inflación a niveles compatibles con el tipo de cambio oficial y la inflación de Estados Unidos. Entre tantos problemas de comunicación que hubo en las semanas previas, la entrevista trajo algo de calma.
A raíz de esto, y de la intervención oficial mencionada en Rofex, el mercado se calmó un poco, al punto de que el martes el BCRA cortó con una racha de 11 ruedas consecutivas de ventas, comprando USD 53 M. El descalabro internacional no deja de representar algún riesgo para la macro local, pero no hubo sacudones entre jueves y viernes, post anuncio de tarifas: en Rofex, abril cerró en $1.121 (+$7 vs el martes) y el BCRA vendió “sólo” USD 41 M al cierre de la semana.
Donde sí impactó más la volatilidad global es en los bonos en dólares, que se desplomaron 4%, llevando al riesgo país de nuevo arriba de los 900 puntos. Tiene sentido que el clima internacional se sienta más en los bonos en dólares que en el tipo de cambio libre (aún lleno de regulaciones, escaló +1,5% hasta $1335). La suba del riesgo país fue mucho más brusca que la de países de la región: el spread del EMBI Latinoamérica subió de 450 a 486 (+8%) vs 915 vs 700 (+30%) el EMBI Argentina.
Por último, en la deuda en pesos estuvo habiendo algunos reacomodamientos. La baja de Rofex ayudó a contener la suba de tasas que veníamos viendo las semanas previas, pero, por otro lado, la inflación implícita en precios de mercado subió notablemente. Cuando hasta hace un mes el mercado esperaba una inflación de 25% para 2025, hoy ese número ya se encuentra por encima de 30%.
Es más, el mercado no espera que la inflación baje del 2,0% hasta la primera mitad del año que viene, lo que luce algo pesimista. Las estimaciones y mediciones privadas de marzo que fueron cerrando esta semana podrían haber jugado algún papel, situándose en niveles más elevados que febrero, entre 2,7% y 3,0%. Lo destacable es que el mercado cree que el impacto puede ser mucho más duradero.
Adelanto de la actividad económica
La primera semana de abril cierra completando una buena parte de nuestro monitor de datos adelantados de la actividad económica, lo cual nos deja un buen acercamiento de la dinámica de los principales sectores en el ya cerrado mes de marzo.
A nivel agregado, la recaudación ligada a la actividad económica mostro una baja en términos reales (sin estacionalidad) por segundo mes consecutivo: IVA DGI -1,5% y cheques -1,1%, ambos pausando fuertemente el empuje los meses de diciembre y enero.
Para los sectores rezagados, la construcción y la industria, la dinámica adelantada se vuelve a tornar negativa con despachos de cemento (-3,5%) y la demanda de energía eléctrica en establecimien-tos industriales retrocediendo vs. febrero (-3,3%).
Sin ser novedad alguna, los créditos al sector privado cierran un nuevo con crecimiento en términos reales: +7,4% para los préstamos personales y +2,8% para el stock de tarjetas de créditos. En contraste a ello, la noticia fue el quiebre que marco el índice de Confianza del Consumidor (UTDT) al registrar una baja del 10% en las expectativas sobre condiciones futuras, regre-sando a los niveles de oct-23. Expectativas claramente incididas por las recientes turbulencias cambiarias.
Que la actividad económica agregada recupero en un 100% sus niveles pre-recesión no tiene discusión alguna. No obstante, esto no implica que la economía ya esté creciendo, y el balance anticipado del 1T25 no pareciera redondearse positivo.
La pobreza bajó al 38,1%
En la semana el INDEC hizo pública la estimación oficial de pobreza a nivel nacional para el segundo semestre de 2024. El dato sorprendió: la tasa de pobreza en personas bajo a 38,1%, casi 15 puntos menos que el pico registrado en el 1er semestre (52,9%) y marcando el menor nivel desde 2021.
El número, claramente levantado y festejado como un logro oficialista, también quedó envuelto en discusiones metodológicas respecto de su validez. Entre los argumentos destacados: la “no actualización de las cantidades de la Canasta Básica” (vigente desde 2004) y una posible mejor captación de ingresos en la EPH 4T24.
Sin meternos en estos tecnicismos, lo cierto es que la metodología no cambió: es la misma que estimó una pobreza de 52,9% en el 1S 24 y una de más del 40% en 2023, donde las mismas discusiones ya estaban presentes. La realidad es que aun con todos los “perfeccionismos” el cambio sería muy marginal y la conclusión la misma: la pobreza creció a más del 50% y luego bajó más de 10 puntos.
Desde nuestra óptica, la propia naturaleza monetaria de la medición la hace sensible a los vaivenes inflacionarios. Así como la devaluación de dic-23 licuó los ingresos y disparó la pobreza, el descenso acelerado de la inflación combinado con salarios que se fijan “mirando hacia atrás”, también genera una recuperación veloz. Y eso no tiene por qué estar mal medido ni ser motivo de pelea con la estadística.
Seccion internacional
El precio de la no liberación
Trump anunció el miércoles tarifas mucho más elevadas a lo que descontaba el mercado, pasando a un promedio de 22%, el nivel más alto de tarifas en la economía estadounidense desde 1910.
El anuncio se hizo con una pizarra donde se detallaba “país por país” la tarifa correspondida, basada en una fórmula sencilla que impone un mínimo del 10% y que se determina en base al déficit comercial con cada economía. Con esa metodología, a China le caben tarifas de 34% (que se suman al 20% anterior, lo que da un total de 54%); a la UE un 20% total y Japón un 24%.
Como ya todos sabemos, la jugada de Trump conlleva serios riesgos para la economía estadounidense. Lo primero para decir es que el impacto en precios se sentirá no sólo de manera inmediata (traslado a precios del aumento tarifario) sino que casi con seguridad se gatillarán aumentos de “segunda ronda”.
¿Qué son esos efectos? Básicamente los aumentos posteriores al shock, que generalmente se dan por reacomodamiento de precios atrasados en un nuevo contexto. A nuestro entender, vendrán por el lado de la suba de ingresos y salarios, posterior a la caída de poder adquisitivo del trabajador estadounidense, lo que a su vez podría potenciarse por una escasez de oferta laboral por las políticas migratorias y un exceso de demanda a medida que algunas industrias empiecen a traer la producción desde los países afectados de nuevo hacia EE.UU.
El desafío de la FED es doble, porque también hay mayores riesgos de que la economía entre en recesión. Aquí hay tres efectos importantes:
- La caída en el podes adquisitivo del salario
- Un efecto pobreza (o efecto riqueza inverso) derivado de la caída en las acciones (ver después)
- Una caída en la confianza, que probablemente redunde en menor inversión.
Todo esto puede desencadenar en un escenario de estanflación (estancamiento + inflación), que pone en aprietos al único Banco Central desarrollado que tiene un mandato dual (empleo y estabilidad de precios). A todo esto, el viernes por la mañana, se agregó un cuarto factor importantísimo: la respuesta de China imponiendo 34% de tarifas a las importaciones desde EE.UU.
El mercado lo tomó muy mal: post “liberation day”, el S&P 500 cayó casi 10%. Fue la peor caída en dos días consecutivos desde marzo del 2020 y la 6ta peor de toda su historia, solo superada por la del lunes negro de 1987, dos rachas en marzo de 2020 (pandemia) y dos en 2008 (rechazo del Plan Paulson y quiebra de Lehman Brothers). Si incluimos la historia previa al S&P 500 a través del Dow Jones, solo encontramos una peor que es la del lunes negro de 1929.
Como comentamos en la editorial, el dólar se depreció 1,1%, aun cuando la lógica indica que una economía cerrada debiera tener un tipo de cambio más apreciado. La pérdida de confianza en la tasa libre de riesgo a nivel mundial es una hipótesis más que valida. Pero lo interesante es que esto no aplica para lo sucedido con las tasas: la mayor incertidumbre e inflación esperada deberían empujarlas al alza y cayó de 4,3% a 4,0%. El impacto fiscal puede estar jugando acá. La mayor recaudación va a significar menos oferta de bonos.
Por último, una breve mención a la caída de materias primas: crudo -11%, soja -3,4% y así podríamos seguir. Commodities cayendo con el dólar depreciándose solo puede darse por una única razón: mayores riesgos de recesión y menor comercio internacional esperado. Las ramificaciones de esto son varias, pero por lo pronto el spread de crédito emergente subió 31 puntos básicos, desde 300 a 331.
Fuente: Dinámica | Economía y Estrategia
Consultora dedicada al análisis económico y asesoramiento en gestión de PyMEs