Todos los cañones parecen apuntar a una economía que seguirá por donde viene: cepo cambiario, tasa de interés en dólares bien alta (carry) para incentivar a importadores a estirar pagos y a exportadores para adelantar su liquidación y la dureza fiscal que conocemos desde el día 1 de LLA.
El objetivo de desinflar la economía lo máximo posible hasta las elecciones es manifiesto,
y lo cierto es que los primeros números de actividad no parecen mostrar una gran contradicción entre menor inflación y menor actividad. Aunque, como veremos más adelante, la recuperación en el margen del poder adquisitivo merece un seguimiento más detenido de aquí en adelante.
El principal indicador de la actividad general al momento es el de la recaudación nacional,
con el IVA y Cheques aumentando 2,1% y 10,7% respectivamente contra diciembre.
Pero también creció la demanda de energía industrial, el crédito al sector privado (tanto a familias como a empresas) e incluso repunto la confianza de los consumidores (esta vez explicado casi en su totalidad por las Condiciones Presentes).
Otra gran noticia vino del cielo: en un momento clave para la soja de primera, las lluvias
acumularon entre 60mm y 120mm y mejoraron notablemente la situación de los cultivos.
Los suelos en situación de regular a mala bajaron de 50% a 30%, con la mejoría concentrada en el norte de Buenos Aires, sur de Córdoba y Santa Fe.
No sólo eso, sino que el pronóstico indica que la semana que viene podrían volver las lluvias para morigerar una situación que era crítica. Siguiendo con las novedades del sector, tras la baja de retenciones, el Agro puso primera en la liquidación y el BCRA compró más de USD 400 M en la semana.
Por último, el Gobierno cerró la semana anotando Una nueva victoria política, con Diputados aprobando la suspensión de las PASO gracias a un bloque peronista totalmente
partido. De hecho, el principal bloque opositor colaboró con 25 votos, entre ellos los legisladores santiagueños de Zamora y catamarqueños de Jalill, los Massistas y algunos de la Patagonia. Hubo 24 abstenciones, entre ellos el propio jefe del bloque, Gerardo Martínez. Únicamente La Cámpora encabezó el rechazo, que no llegó a materializarse.
De aprobarse por el Senado, el Gobierno dejaría el camino allanado para que la ejecución de su política económica no se vea afectada por la volatilidad lógica que inyectan
las primarias (los casos de agosto 2019, 2021 y 2023 son ejemplificadores).
La suspensión de las PASO sigue la misma lógica que el canje de deuda para postergar
vencimientos y la baja de retenciones para adelantar la liquidación del agro: despejar el horizonte hasta octubre y concentrarse en ejecutar una buena campaña electoral.
A pesar de todas estas buenas noticias, el mercado no festejó. El riesgo país llegó el viernes a un nuevo máximo desde principios de diciembre, en 660 puntos básicos, en una semana relativamente tranquila para el resto de los bonos emergentes.
En la misma línea, el CCL tocó los $1200, subiendo casi $15 desde el viernes pasado, incluso a pesar de la ya comentada aceleración de la liquidación del agro. Lo que puede estar pasando en los tipos de cambio paralelos es una presión importante por el lado de la demanda para vencimientos de tarjetas.
De hecho, como puede verse en el gráfico de la semana, el consumo de tarjetas en el exterior tocó un máximo histórico, aun con salarios reales (poder adquisitivo) bien bajos comparados tanto con los del final de la gestión de CFK como de los primeros años de Macri.
Con la cosecha gruesa a la vuelta de la esquina, el Ejecutivo parece haber sorteado otro
periodo de desafíos inquietantes en lo cambiario.
Sección nacional
¿Cómo viene la carrera precios-salarios?
Como en todo ciclo de recuperación, el foco comienza a ponerse en la recomposición del ingreso de las familias. Aun cuando el Ejecutivo apunte a un cambio de modelo, con la inversión como motor de en vez del consumo privado, esto configura un cambio estructural que, de verificarse, llevará años. En el mientras tanto, lo cierto es que el consumo de las familias representa alrededor del 70% del PBI. Es imposible pensar en una recuperación real si este componente no logra repuntar. Como venimos advirtiendo mes a mes, el crédito viene repuntando con mucha fuerza, pero su incidencia se circunscribe a un segmento particular del consumo que es el de bienes durables. Repasar cómo viene la carrera precios-salarios se vuelve, entonces, un ejercicio fundamental.
En materia de inflación, las noticias para enero están en línea con lo esperado. El IPC de CABA creció 3,1% (-0,2pp vs dic-24), con una “núcleo” retrocediendo a 2,7% (desde 3,7%) aunque con estacionales acelerando fuertemente a +11,4% (vs +1,9% en dic-24).
Hay que tener en cuenta que la medición Nacional tiene menos peso de servicios, por lo que se lo puede estimar en +2,3%/+2,4%. Hacia adelante, el mes de febrero tendrá la presión de nuevas subas de alimentos, en especial de la carne que acumula un 20% las últimas dos semanas. De hecho, algunas mediciones de alta frecuencia ya registran una importante suba en la primera semana del mes.
Por el lado de los ingresos, la disponibilidad de datos es algo más limitada, ya que suelen tener un rezago de 2 meses. Como se puede ver en el gráfico, los salarios reales vienen recomponiéndose mes a mes, independientemente de la fuente de información que se tome (RIPTE –públicos y privados registrados-, SIPA –privado registrado- y CVS –total-). El dato fresco de diciembre marca que el RIPTE retrocedió 0,6% en términos reales, siendo la primera caída desde agosto (nada alarmante por el momento).
Yendo un paso más, nuestro estimador del Ingreso Disponible de las familias (deduciendo los gastos inflexibles de las familias de su ingreso total) marca algo similar: en diciembre
retrocede 0,7% frente al mes anterior. Aun cuando en enero pueda darse una situación
de “empate técnico”, las proyecciones de alimentos de febrero marcan un arranque de
año algo chato por el lado de la capacidad de compra real de las familias.
Claro está, el objetivo del Gobierno es uno y sólo uno: reducir lo máximo posible la inflación antes de las elecciones. En ese sentido, la coordinación de paritarias se viene llevando adelante con la mira puesta en que se ajusten más cerca del 2% mensual que del 3%. Desinflación vs consumo vuelve a emerger como una disyuntiva inevitable para una economía en vías de estabilización.
Balance del empleo en 2024: entre la recesión y la recuperación Esta semana se conocieron los datos de empleo registrado (SIPA) correspondientes al mes de noviembre y, con ellos, podemos trazar un primer balance de la dinámica del mercado laboral en el primer año de gestión Milei.
En la comparativa anual, hasta noviembre se perdieron casi 171.000 puestos de trabajo asalariado registrado (119.600 en el sector privado y 51.300 en el público). Como suele suceder en períodos de ajuste, parte de estas bajas a nivel agregado se reconvierten en
contrataciones más flexibles (menos costosas desde el punto de vista del empleador) o en nuevos emprendedores. Esto e refleja con claridad en el aumento de 61.800 personas registradas como monotributistas y 13.000 nuevos autónomos, compensando parcialmente la perdida de asalariados.
La recuperación de los niveles de empleo depende íntegramente de la recuperación de
la actividad económica y de su sostenimiento. De hecho, si miramos la serie de empelo sin estacionalidad, éste llegó a su piso en el mes de agosto, con una pérdida aproximada de 190.000 puestos. A partir de allí y de la mano de una recuperación con más fuerza, se recuperaron 19.700 empleos (un 10% del total perdido).
Los recientemente publicados datos de recaudación nacional del mes de enero apuntan a ese necesario sostenimiento de la reactivación. En particular, la recaudación de IVA DGI mostró un crecimiento del 2,1% contra diciembre y Cheques 10,7%.
Volviendo al tema empleo, el panorama sectorial es heterogéneo. Por la positiva, destacamos el balance del comercio: el sector que concentra la mayor cantidad de trabajadores registrados en la economía, cerró el año con saldo positivo (+13.600 puestos, +1,1% i.a.).
Esto muy a pesar de registrar una dinámica de actividad sumamente compleja a lo largo
del año y un del consumo masivo al cual le sigue costando repuntar. La posible explicación a ello se encuentra en el fuerte repunte del consumo durable, favorecido por la apreciación
cambiaria y la liberalización comercial.
En esta línea, los patentamientos de nuevos vehículos registraron el mejor inicio de año desde 2018, con 69.790 unidades de autos y 60.312 motos. Como contracara, la pérdida del segundo sector más intensivo en mano obra, la industria, duplica a lo generado por el
comercio, con 25.200 puestos menos. Desde julio, el sector parece haber encontrado un piso de actividad, pero el empleo se mantiene en una sintonía de estancamiento.
Y a esto se suma lo sucedido con la construcción, el sector más golpeado en el 2024,
que experimentó la segunda peor destrucción de empleo de su historia. Con una pérdida
68.500 puestos registrados, este episodio quedó atrás de nada más y nada menos que la
pandemia en 2020. Confluyeron varios factores, pero, sin dudas, la paralización de la obra pública y la fuerte inestabilidad del primer semestre generaron una tormenta perfecta. No obstante, el panorama comenzó a revertirse poco a poco: los despachos de cemento portland cerraron un enero más que positivo (+7,3% i.m. desestacionalizado).
Sección internacional
Brasil frenó la corrida, pero persisten los riesgos Brasil viene de un 2024 complicado con una caída del real superior al 20% y mucha volatilidad por la venta de activos brasileños, con el BCB interviniendo fuerte con venta directa de reservas. Esto condujo a un deterioro de las expectativas, especialmente en torno a la inflación. Para bien de nuestro país vecino (y nuestro), el 2025 arrancó con otra sintonía: el real brasileño se apreció casi 6% frente al dólar en lo que va del año.
Este repunte responde a varios factores. En primer lugar, el Banco Central de Brasil reforzó su compromiso con la estabilidad al subir la tasa Selic en un punto porcentual en enero, llevándola al 13,25%, algo de lo que se tenía dudas dado que el nuevo presidente es del “riñón” e Lula, quien tuvo muchos roces con las anteriores autoridades a las que acusaba de fijar tasas excesivas. Además, la decisión de Trump de postergar la aplicación de aranceles a las importaciones de México y Canadá alivió la incertidumbre global, algo que impactó de manera positiva en el real.
Sin embargo, la capacidad del Banco Central para sostener esta recuperación tiene sus límites, los datos presionan y el mercado actúa. La inflación de 2024 cerró en 4,83%, superando el techo de la meta prevista, algunos indicadores de actividad económica y mercado laboral reflejan cierta desaceleración.
En el frente fiscal, el año cerró con un déficit consolidado de 8,45% del PBI, -1,05 p.p. frente a noviembre y medio punto por debajo al guarismo de 2023.
Esto alentó a que las proyecciones de inflación dejen de aumentar; sin embargo, se espera un alza en los precios del 5,6% para 2025.
Con todo, la definición del esquema fiscal y monetario será clave, con un BCB limitado
en sus grados de maniobra (aunque subiría la tasa al 14,25% en marzo) y con dudas sobre cuánto Lula pueda (o quiera) sostener cierto orden fiscal.
Sigue la dispersión en el mercado americano A nivel general, no fue una semana negativa para el mercado americano, aunque sí muy heterogénea al analizar sectores y papeles, tal como comentamos la semana pasada.
Los índices se mantuvieron neutrales, aunque GOOGL cerró la semana -9,1% (con ventas en el 4T24 algo por debajo de lo esperado), AMZN -3,5% (las estimaciones de ventas de la compañía para el 1T25 marcan un crecimiento del 7,5% i.a., el más bajo de la historia) y NVDA +7,6% (pero sin recuperar su capitalización “pre-DeepSeek”).
Las noticias en el frente macro fueron buenas, con Trump mostrando pragmatismo tras reunirse con Sheinmbaun y Trudeau luego de amenazar con tarifas y otorgarles un mes de gracia antes de hacerlas efectivas (aunque el viernes volvió a amenazar).
Por su parte, el Secretario del Tesoro, Scott Bessent, tuvo palabras que trajeron calma al mercado al aclarar que “cuando el Gobierno pide tasas bajas no se refiere a ejercer presión sobre la FED, sino que habla de la parte larga de la curva de tasas”.
Explicó que quieren bajar la tasa a 10 años a través de una baja en las expectativas de inflación por una caída en el costo de la energía. Por eso la política de “drill baby, drill” que lleva al crudo a caer a USD 72,5/bbl vs USD 74,5 a fines de la semana pasada (aunque con dudas sobre su real expansión productiva).
El dato de empleo no agrícola vino algo por debajo de lo esperado (143k vs 175k), además de haber revisado a la baja el promedio mensual de 2024. A pesar de ello, en conjunto con un sentimiento del consumidor que aflojó a 67,8 (vs 71,8 esperado), las tasas cerraron algo arriba.
Del otro lado del Atlántico la situación es más difícil: el Banco de Inglaterra bajó la tasa está semana un cuarto de punto, a 4,25% dado que el crecimiento sigue decepcionando. El BCE había hecho lo propio la semana pasada, y este jueves sacó un reporte donde afirman que todavía está a 50 pbs de ser neutral -con una economía desacelerando-.
Esta divergencia en el crecimiento y en la política monetaria es la que explica que el dólar se mantenga cerca de máximos en 20 años (aunque está semana cae 0,75%).
Fuente: Dinámica. Economía y Estrategia