viernes 14 de febrero, 2025

El historiador que negó el genocidio indígena

12 de enero 2025

Por Vidal Mario - En diario Norte, el 10 de noviembre de 1991 el historiador Ernesto Joaquín Maeder afirmó que en los tiempos de la conquista en América no hubo genocidio aborigen.

Señaló que:

“La corona española jamás pensó, ordenó o aplicó una política genocida. Hubo excesos y abusos de capitanes y gobernantes, pero fueron cometidos contrariando una legislación que explícitamente se proponía la protección y conservación del indio y que procuraba encauzar las acciones de la conquista dentro de normas éticas.

Las Leyes de Burgos (1512), las Leyes Nuevas (1542) y sobre todo las Leyes de Indias Codificadas (1680) constituyen el mentís más rotundo a la acusación de genocidio.

En la cuenta del debe y el haber de la conquista española de América, como en todo balance no corresponde añadir como acto deliberado la declinación de los indios americanos.

La desaparición de los aborígenes ocurrió por la imposibilidad que existía en la época para prever tamaña consecuencia.

La acusación de genocidio lanzada sobre los españoles en la conquista es una hipoteca que debe ser levantada y reemplazada por una explicación desapasionada que tome en cuenta lo hechos y los explique con honradez”.

Leyes tardías

El citado historiador no tuvo en cuenta un detalle: las tres leyes protectoras a las que se refirió fueron dictadas 20, 50 y hasta 88 años después del desembarco de Colón en América.

Es decir, cuando la hecatombe indígena ya estaba consumada.

En realidad, habían pasado tan sólo veinte años de la llegada de Cristóbal Colón cuando el daño provocado por la invasión hispana ya alcanzaba ribetes catastróficos.

Así lo certifican centenares de documentaciones, entre ellas una histórica homilía pronunciada por fray Antonio de Montesinos en la Iglesia de Santo Domingo, un mes antes de la Navidad del año 1511.

Ante un auditorio repleto de encomenderos y tratantes de esclavos, dijo lo siguiente:

“Todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis contra estas inocentes gentes. Decid: ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas de ellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumado? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir, los matáis por sacar y adquirir oro cada día? ¿Estos no son hombres? ¿No tienen almas racionales? ¿No están obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís?”.

Dos papas (Juan Pablo II y el actual, Francisco) pidieron perdón a los aborígenes por la responsabilidad que le cupo a la Iglesia católica en los atropellos perpetrados contra ellos a partir de 1492.

¿Qué lleva entonces a algunos historiadores a negar eso tan innegable que es el genocidio indígena?

*(Periodista, escritor, historiador)

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