El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, confirmó que el presidente Javier Milei ordenó la desclasificación de todos los documentos que contengan información oficial sobre nazis que se refugiaron en la Argentina tras la Segunda Guerra Mundial.
En realidad, tal cosa ya lo hizo el presidente Carlos Menem el 3 de febrero de 1992.
Por decreto, puso fin al secreto de los archivos oficiales que registraron el ingreso de criminales de guerra nazis.
Desde aquella fecha cualquiera podía consultar los documentos que revelaban los movimientos de ex jefes nazis que huyeron de la Alemania derrotada en 1945 y encontraron cobijo en la Argentina.
“Esta es una deuda que se le paga a la humanidad”, declaró Menem, quien así daba respuesta positiva a pedidos que se le había hecho en un viaje a los Estados Unidos.
Dos días después de la firma del referido decreto (5 de febrero), funcionarios de la Secretaría de Asuntos Institucionales del Ministerio del Interior depositaron en las cajas fuertes del Archivo General de la Nación las primeras cinco documentaciones.
Eran los expedientes relacionados con los criminales nazis Joseph Mengele, Martin Bormann, Walter Kutschnan, Eduardo Roschman y Joseph Franz Schwanberger.
“Por tolerancia o negligencia, después de la Segunda Guerra se permitió la entrada a la Argentina de criminales nazis”, admitió Menem en otro viaje que hizo a Washington en julio del 2.000.
A decir verdad, siempre fue de conocimiento público esto del ingreso a la Argentina de criminales nazis.
Perón los calificó de “alemanes útiles” que él consideró necesario traer al país antes que lo hicieran los rusos o los norteamericanos.
El problema fue que mezclados con esos “alemanes útiles” vinieron ratas humanas.
Ya el escritor Ernesto Sábato, había expresado en el diario Clarín del 8 de junio de 1960: “Perón recibía alborozado a los jerarcas nazis que huían como ratas disfrazadas hacia nuestras playas, encabezadas por un asesino llamado Eichmann”.
La penetración nazi
Mucho antes que Perón ganara las elecciones de 1946 (a quien llamaban “el candidato nazi”), el nazismo ya venía filtrándose en la prensa, en la economía y colegios argentinos.
Igualmente, venía incorporando a sus filas a funcionarios gubernamentales, a notorios intelectuales de la época y a gente como el coronel Juan Perón y la actriz Eva Duarte.
También se filtró en el Ejército a través de la logia militar Grupo de Oficiales Unidos (GOU), fundada por Perón y otros dieciocho oficiales de orientación germanófila.
Los mismos lanzaron un documento difundido en los cuarteles, donde sugirieron que “Hitler debe ser nuestro guía en la paz y en la guerra”.
Estos militares –Perón incluido- fueron los que derribaron al gobierno del presidente Ramón Castillo por entender que el mismo se inclinaba hacia los aliados.
Argentina llegó a ser calificada como “la nación no europea más amiga de Alemania”.
Después del derrumbe alemán, tuvo lugar uno de los episodios más reprochables de la historia argentina: la entrada de criminales nazis con apoyo de Perón.
De haber ganado Hitler la guerra, posiblemente la Argentina hubiera cambiado para peor el curso de su historia y de su destino como Nación.