Por Vidal Mario
“Prefiero la muerte física a la muerte ética”, había dicho Santiago Leguizamón, uno de los hombres de pluma más incisiva del diario “ABC Color” de Asunción.
No pasó mucho tiempo para que los sicarios del narcotráfico paraguayo lo acribillaran a balazos, en Pedro Juan Caballero, donde más periodistas han sido asesinados.
Como para hacerlo callar para siempre, le descerrajaron nada menos que 21 balazos.
Ese asesinato cometido el 26 de abril de 1991 (justo el Día del Periodista en el vecino país) inició el accionar de sicarios vinculados a grupos criminales en Paraguay.
Desde ese episodio, sobrevinieron decenas de casos más de silenciamientos violentos de periodistas, perpetrados por el sicariato.
En determinado momento, la situación alcanzó tal gravedad que el Paraguay hasta recibió una condena internacional por su negligencia a la hora de investigar dichos sucesos, que ocurrían especialmente en determinadas zonas del país.
De eso se trata el libro “Periodismo y Libre Expresión bajo fuego de la Narcocracia” que el pasado miércoles se presentó en el Centro Cultural del Puerto de Asunción, en el marco de la 25º edición de la Feria del Libro “Chacú-Guaraní”.
Son autores de esta obra José María Costa, periodista, abogado, politicólogo y catedrático universitario, y Élida Acosta Dávalos, también abogada, periodista y docente universitaria.
21 periodistas muertos
El trabajo presentado por ambos aborda historias de la manera en que el crimen organizado ataca al periodismo paraguayo y a la sociedad en su fundamental derecho a la libre expresión.
“Las balas y el terror expandido por el narcotráfico se han vuelto la forma letal de censura en las zonas silenciadas de la frontera entre Paraguay y Brasil”, afirman los citados autores.
A la hora de las estadísticas, consignan estos datos: “21 periodistas asesinados en tres décadas. Más de 600 ataques y amenazas a trabajadores de prensa. 9 de cada 10 crímenes cometidos contra comunicadores permanecen en la impunidad”.
Las muertes violentas de hombres de prensa se iniciaron con el gobierno del general Andrés Rodríguez, sindicado como uno de los precursores del negocio del tráfico de droga cuando durante la dictadura de su consuegro Alfredo Stroessner ejercía el cargo de comandante del Primer Cuerpo de Ejército de Caballería.
Resulta especialmente llamativo que la mayor cantidad de asesinatos de periodistas se haya dado durante el gobierno de Horacio Cartes, quien en determinado momento de su vida estuvo en la cárcel luego de permanecer dos años prófugo de la justicia
Sus relaciones con narcotraficantes o sospechados de serlo aún hoy son públicos y notorios.
Aún se recuerda que en el año 2000, en una de sus estancias (“Nueva Esperanza”), en la región del Amambay, la Secretaría Nacional Antidrogas encontró una aeronave brasileña con gran cantidad de cocaína cristalizada y marihuana.
“La viuda de Santiago Leguizamón clama para que un narcotraficante no sea Presidente”, tituló una de sus notas del 26 de abril de 2011 el portal “Paraguay Com” al recordar la legendaria lucha de Ani Morra para que la muerte de su marido no quedara impune.
Durante el gobierno de Cartes fueron asesinados cinco periodistas; tres durante el de Nicanor Duarte Frutos, tres durante el mandato de Luís A. González Macchi; 2 durante la gestión de Fernando Lugo, y así sucesivamente.
Cada Presidente tuvo su cuota de periodistas asesinados o violentados en su persona o lugar de trabajo, casos que están registrado en el Observatorio sobre la Violencia contra Periodistas de la Mesa para la Seguridad de Periodistas del Paraguay.
Otra situación lamentable es que la tasa de impunidad llega al noventa por ciento.
“No hay democracia que pueda subsistir sin libertad de expresión y prensa. Cuando el periodista es atacado, no sólo se afecta al periodista y a las víctimas directas, sino que se pone en riesgo a toda la sociedad”.
Así lo asegura Luís Alberto Costa, quien, en 1996, conjuntamente con su colega Oscar Ayala Bogarín, también publicó “Operación Gedeón: Los secretos de un golpe frustrado” para relatar la crisis que el 22 de abril estalló en el vecino país.
Dicha crisis, que conmovió al Paraguay y repercutió en todo el mundo, estalló cuando el general Lino Oviedo se negó a acatar la orden de su relevo dada por el presidente Juan Carlos Wasmosy.