El asesinato de un ciudadano uruguayo de 36 años, ocurrido en las últimas horas en Pilar, en un crimen con todos los condimentos de un ajuste de cuentas narco; destapó una trama de traiciones y elevó la sospecha sobre la injerencia de las organizaciones criminales de Rosario en esa zona del norte del Conurbano.
Los investigadores hallaron a los pies del cuerpo casi 700 mil dólares y, en la casa de la víctima, ubicada en un barrio semicerrado, varios DNI truchos y un cuarto acondicionado para el corte de cocaína a escalas superiores de las que se suele ver en ese distrito.
Hay un hombre de 80 años preso como coautor del homicidio. Su hijo, de nombre Fabián, socio del uruguayo asesinado, está prófugo. “El rol de la novia de la víctima fue la clave. A ella le dijo que se dedicaba a la compra-venta de autos y lotes y que se llamaba Marcelo Romero: todo era mentira”, dijeron fuentes del caso consultadas por Infobae. Su casa fue allanada por pedido del fiscal Germán Camafreita, de la UFI N°3 de Pilar, que investiga el asesinato. Allí se encontraron varios DNI truchos.
Por lo visto, nada es lo que parece en esta historia.
La secuencia que terminó en la muerte del uruguayo comenzó este sábado, alrededor de las 18.30, cuando la víctima y el padre de su socio salieron a bordo de una camioneta Chevrolet Tracker del barrio semicerrado Finca San Agustín y frenaron frente a un kiosco de la zona de Monterrey en la localidad de Presidente Derqui. El hombre de 80 años, uruguayo también, bajó a comprar gaseosas mientras que el conductor esperó en el coche.
Algunos testigos dijeron a los investigadores que el comprador le dio demasiada charla a la kiosquera, en una actitud sospechosa, que no sería la única en esa tarde sangrienta. Fue en ese contexto que una camioneta Jeep Renegade apareció en escena:
Solo había un ocupante en ese vehículo. Ese conductor le disparó una ráfaga de 10 tiros al conductor de la Chevrolet Tracker: cuatro impactaron en el cuerpo. El asesino escapó.
Tras el crimen, el hombre de 80 años intentó ingresar a la camioneta donde quedó el cadáver del socio de su hijo. Algo buscaba y no era precisamente auxiliar a la víctima. Incluso, se colgó por la ventanilla. Para ese entonces, varios vecinos ya se agolpaban en el lugar y lo sacaron.
Aprovechando el estupor en la zona, el acompañante de la víctima -que para ese entonces ya despertaba sospechas como un presunto entregador- se fue silbando bajito hacia una esquina, mientras que, por la otra, la Jeep Renegade amagaba con volver al lugar del hecho. La cantidad de gente que había complicó su regreso y desapareció de escena.
Los agentes de la DDI de Pilar de la Policía Bonaerense hallaron a los pies de la víctima 694 mil dólares y un millón de pesos en efectivo dentro un morral. Tras escuchar a los testigos, de inmediato fueron en busca de ese hombre que había llegado con la víctima y que huyó sospechosamente tras el crimen.
Lo encontraron a unas cuadras y le pidieron ir a la casa del tal Romero. “Primero dijo que no se acordaba cómo llegar, los paseó por una hora hasta que localizaron el lugar”, explicaron. La vivienda quedaba a solo 200 metros de la escena del crimen.
La propiedad del falso Marcelo Romero estaba ubicada en el barrio semicerrado Finca San Agustín de Pilar. Los policías fueron hasta allí con el hombre de 80 años, que ya despertaba muchas sospechas para ese entonces. Lo hicieron a pedido del fiscal para identificar el lugar, pero sin orden de allanamiento aún. Luego, se retiraron rumbo a la comisaría.
Mientras esto pasaba, por la otra tranquera ingresaba la Volkswagen Amarok de Fabián, el hijo del hombre de 80 años que iba en el patrullero.
“Por las cámaras de seguridad del barrio luego se supo que, no solo la víctima le pagaba a uno de los serenos para que no registre quién ingresaba al predio para ir a su casa, sino que Fabián no fue solo hasta la casa de Romero el día del crimen”, contaron los investigadores. Una mujer rubia lo acompañaba. Estuvieron unos minutos y se fueron.
Luego los investigadores encontrarían que habían barreteado la puerta trasera y se habían llevado de la propiedad de la víctima el DVR que grabó todos los movimientos de las cuatro cámaras que se habían instalado en la casa el último viernes y un bolso.
Lo que encontró el fiscal en el interior de la vivienda cuando allanó destrabaría otro nivel en el caso: un cuarto entero preparado para el corte de cocaína y municiones calibre 9 milímetros. La cartuchera de la pistola estaba vacía.
“Alguien perdió mucha plata”, fue la irónica frase que lanzaron los investigadores ante este descubrimiento. El hallazgo de la Jeep Renegade abandonada en el barrio Astolfi y una cámara de seguridad que captó al conductor y homicida yéndose a pie de esa zona, son otras de las piezas fuertes de la causa. Una más: la camioneta está radicada en Rosario y la sombra de posibles vínculos con las organizaciones criminales que aterran a esa ciudad santafesina tomó fuerza.
Además, los investigadores anclaron el hecho a otro de similares características ocurrido también en Pilar el pasado 25 de septiembre y que investiga el fiscal de la UFI N°2 Andrés Quintana: desde una Jeep Renegade acribillaron de 17 tiros a un BMW último modelo. Insólitamente, el conductor resultó ileso.
“La sospecha es que quien gatilló esa vez fue este Romero que ahora fue asesinado. Hay una mexicaneada dentro de la misma banda que tendría vínculos con criminales rosarinos”, deslizaron.
En ese contexto, la aparición de la novia del tal Romero ante las autoridades fue reveladora. La mujer le contó a los investigadores que Fabián, el hijo del hombre de 80 años que para ese entonces ya estaba preso, el día del crimen la subió a su camioneta, la llevó hasta la casa de su pareja y de allí sacó un bolso y el DVR: así entendieron que ella era la mujer rubia que se veía en los videos ingresar al barrio en la VW Amarok.
Luego la testigo diría que Fabián le entregó las grabaciones de las cámaras de seguridad antes de dejarla a la deriva en la Ruta 8. “Una amiga la convenció de ir a la Policía. Habían asesinado a su novio, pero le dio miedo y contó que se deshizo del DVR en el campo que está frente al predio de la Finca de San Agustín donde vivía su pareja”, comentaron los investigadores lo que luego les confesaría la chica. Esa pieza de evidencia es considerada crucial para el futuro del caso.
Con todos los elementos, el fiscal Camafreita decidió detener al hombre de 80 años como coautor del crimen: “El sospechoso preso se mostró despreocupado por la acusación y alegó que es uruguayo, que pedirá el llamado consular para que lo expulsen y poder para cumplir en su país”. Mientras, continúa la búsqueda de Fabián como del homicida. No sería extraño que el caso pase al fuero federal.