A cinco días de que el Senado trate en el recinto la ley de interrupción voluntaria del embarazo, una organización católica internacional presentó un pedido a la Cámara Alta para que apruebe el "aborto de buena fe".

Se trata de Catholics for Choice (Católicos por el derecho a decidir, en español), con sede en Washington D.C., la capital de Estados Unidos, una entidad que apoya las políticas y estructuras de gobierno que aboguen por la separación entre la Iglesia y el Estado.

En un extenso documento desde el cual arguementa su posición, Catholics for choice reclama una "postura liberal" sobre el tema, desde la idea que los preceptos católicos incluyen el valor de la conciencia individual y el derecho a disentir. "El respeto a la vida debe incluir el respeto a la vida de las mujeres", consideró el presidente de la organización, el irlandés Jon O'Brien.

Uno de los puntos más sobresalientes del documento de 15 páginas es el que detalla que la Iglesia Católica reconoce que no puede tener certeza acerca de cuándo el feto se convierte en persona. Y también aquel que explica que no se ha declarado que la postura sobre la interrupción del embarazo se encuentre entre las doctrinas infalibles.

"Muchos de los mismos católicos no respaldan la postura de la Iglesia sobre la interrupción del embarazo, ni intelectualmente ni en la acción", comenta O'Brien, con el fin de que los senadores repasen esta idea antes de votar.

Catholics for choice (CFC) resalta que, a pesar de que la Constitución de Argentina reconoce un carácter preeminente a la Iglesia católica, también el artículo 14 garantiza la libertad de culto, como sucede en muchos países católicos, tales como Irlanda. "La Iglesia apoya este principio y le ha pedido a los católicos que respeten la postura de las personas de otros credos. Esto es particularmente significativo, dado que la postura de la Iglesia Católica sobre cuestiones reproductivas, incluyendo la interrupción del embarazo, es más conservadora que la de cualquier otro grupo religioso importante", dice el presidente de la entidad.

"Esta revisión de información relevante respecto a la Iglesia, la interrupción del embarazo y el Estado ilustra la libertad que tienen los legisladores en formular leyes que respeten la facultad de la mujer de tomar buenas decisiones morales", agregó O'Brien.

Según argumenta en el texto, CFC considera que en todas partes del mundo, las mujeres, hombres y sus familias sufren, y algunos mueren, debido a que no cuentan con los recursos para planificar su familia, ni con información o formación integral para mantenerse seguros y sanos. "El papel de la jerarquía católica en incidir en la política pública afecta a todos — a católicos y no católicos— al limitar la disponibilidad de servicios de salud reproductiva a nivel mundial", advierte.

Además, considera que el lobby de la jerarquía católica contra los métodos anticonceptivos y la interrupción del embarazo "tiene efectos desastrosos en la vida de la mujer" y resalta especialmente "la vida de la mujer de pocos recursos".

"Creemos en un mundo donde toda mujer y todo hombre tengan acceso a la calidad y opción sobre el método anticonceptivo (…) Creemos que la mujer debe tener acceso a la interrupción del embarazo cuando lo necesite y cuando, al consultar con su médico, se pueda realizar de manera segura", agrega el documento.

Respecto de la discusión sobre cuándo el feto se convierte en persona, para CFC, la prohibición del aborto no se basaba al principio en una preocupación sobre este punto, "sino en la opinión de que únicamente las personas que practican una actividad sexual prohibida intentarían un aborto".

Para para Catholics for Choice la teoría de que el feto es persona se basa en conceptos científicos del siglo XVII y que "han sido superados por la evidencia actual". Y explica que la jerarquía de la Iglesia ya rechazó esa idea en la Declaración Sobre el Aborto Provocado, de 1974, donde el Vaticano reconoció que no sabe cuándo el feto se convierte en persona: "No hay una tradición unánime respecto a este tema y los autores aún se encuentran en desacuerdo", cita.

"Una política pública sólida sobre el aborto reafirmaría el respeto por la vida en gestación sin disminuir el respeto por la vida de la mujer. Los católicos pueden apoyar, y apoyan, políticas públicas que reconocen la facultad moral de la mujer, respetan la vida en gestación y aprecian la tradición católica, y al mismo tiempo honrar los puntos de vista de otros grupos de fe", cierra el documento, fechado en agosto desde Washington D.C.

"Representamos la voz de la mayoría de los católicos del mundo que creemos que nuestra religión católica exige justicia social y que estamos obligados a abordar las necesidades de los que sufren y que están en posición indefensa", firma O'Brien.


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