Santo Domingo: donde todo comenzó

24 de febrero 2025

Colón había materializado su sueño. Había encontrado –así lo creía- la ruta occidental hacia la India, por lo que ya podía olvidar sus frustraciones de ocho años durante los cuales había ido de una corte real a otra a presentar una idea en la que sólo él creía.

Por Vidal Mario*

“Tierra! ¡Tierra”. Con este jubiloso grito rompió su silencio el vigía la noche del 12 de octubre de 1492.

Había avistado desde La Pinta la silueta de una isla. El éxito había coronado al fin el interminable viaje de tres embarcaciones: la Pinta, la Niña y la Santa María.

Al despuntar el alba, Colón, sus dos capitanes y otros oficiales vadearon las aguas hasta la orilla. Dieron gracias a Dios y tomaron posesión como si ya no tuviera dueño de la isla en nombre de los monarcas de España, Fernando e Isabel.

Colón había materializado su sueño. Había encontrado –así lo creía- la ruta occidental hacia a India, por lo que ya podía olvidar sus frustraciones de ocho años durante los cuales había ido de una corte real a otra a presentar una idea en la que sólo él creía.

Su proyecto al final tomó un cariz favorable gracias a que a la reina Isabel de Castilla, una católica ferviente, le atraía la posibilidad de convertir el Oriente a la fe católica.

En la primavera de 1492 los moros de Granada cayeron ante los soberanos católicos, y el catolicismo se convirtió en la religión oficial de esa ciudad y de toda España.

A Isabel le pareció que el momento era oportuno para arriesgar algún dinero en una empresa que le podría reportar grandes dividendos, tanto en el campo religioso
como económico.

Ese consentimiento real terminó depositando a Colón en las costas de un mundo hasta entonces desconocido.

Indios de “buenas caras”

Las narigueras de oro que usaban los desnudos nativos (“muy bien hechos, de muy fermosos cuerpos y muy buenas caras”, según escribió), le hizo pensar que allí debía haber mucho oro.

En las primeras dos semanas lo único que Colón y sus hombres consiguieron fueron frutas tropicales e intercambios amigables con los muy amables habitantes.

Por eso siguió su camino en busca del continente asiático, donde esperaba encontrar oro,
conversos y especias.

Días después llegó a la actual Cuba. Creyendo que era Cipango (hoy Japón) despachó sus representantes para que se entrevistasen con el “Gran Kan”, o sea, su gobernante.

Pero los emisarios no encontraron ni oro ni japoneses, y la única información que trajeron fue que los nativos del lugar tenían una costumbre singular: la de fumar tabaco.

Colón, quien seguía creyendo que donde había llegado debía haber “grandíssima suma de  oro”. no se desanimó.

Lejos de desanimarse, reemprendió su viaje rumbo al este. Cerca de Cuba, a la que seguía
confundiendo con Japón, encontró una isla montañosa con buena cantidad de oro, a la que bautizó La Española.

Siglos después, esta isla se convertiría en las actuales República
de Haití y República Dominicana.

Santo Domingo, el comienzo de todo

Colón decidió fundar un pequeño asentamiento en La Española, la denominó Villa de la Navidad y dejó allí a unos cuarenta hombres. Acto seguido, él y la gente que le quedaba regresaron a España con las noticias del espectacular descubrimiento.

El fuerte Villa de la Navidad fue diezmada debido a las encarnizadas peleas entre los propios españoles. Después los isleños, que se habían dado cuenta que estos extraños no venían dl cielo, la arrasaron. Cuando en 1493 Colón regresó, allí sólo encontró insepultos
esqueletos de españoles.

El 5 de agosto de 1493, uno de los hijos del Almirante, Bartolomé Colón, fundó otro asentamiento. Éste sí estaba destinado a perdurar: era Santo Domingo, hoy capital de la República Dominicana.

Fue en Santo Domingo, primer asentamiento español en América, que comenzó todo: la conquista, la matanza de indios, el tráfico de negros y todo lo que sabemos o conocemos de este continente.

Diseñada siguiendo instrucciones de Colón y de los reyes católicos, sirvió de modelo para
otras poblaciones que se levantaron en otras partes del continente recién descubierto.

Santo Domingo es todo primacía. Allí está la primera catedral de América, el monumento militar más antiguo de América, e incluso la primera calle de América, que fue trazada en 1502 y se llamaba y se sigue llamando Calle de las Damas.

En esta calle se labraron las primeras casas de piedra para los personajes principales y conquistadores.

Por su influencia en la arquitectura y el urbanismo de América, por su valor histórico, y por estar asociada a hechos de trascendencia universal, en diciembre
de 1999 la Unesco declaró Patrimonio Mundial a Santo Domingo.

En la Calle de las Damas, encontré un cartel que expresa: “Por el cauce de piedra de tu senda pasaron, constelados por tu fama, cuatro siglos de historia y de leyendas”.

(*) Periodista, escritor, historiador.

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