La jueza de faltas de Barranqueras, Sandra Saidman, detalló que “sobre el total de denuncias que recibimos por malos tratos familiares, el 42% involucran el consumo problemático de sustancias, principalmente alcohol”.

Dicha cifra surge de estadísticas propias del juzgado actualizadas al 30 de septiembre. El registro detallado de este tipo de denuncias comenzó a hacerse en virtud de “la necesidad de un tratamiento diferencial en cuanto a su seguimiento e impulso” e incluye a aquellas causas en que hubo violencias físicas (que no constituyan delitos), psicológicas y económicas y patrimonial.

Además de las medidas urgentes de protección de las víctimas, explica la jueza, “se insta al tratamiento psicoterapeútico de las personas denunciadas a través de las redes de salud mental existente en la jurisdicción, atento lo dispuesto por el artículo 4 de la ley 26.657 de salud mental”. La norma nacional dispone que las adicciones deben abordarse como parte integrante de las políticas de salud mental y que las personas con uso problemático de drogas (legales e ilegales) tienen todos los derechos y garantías que establecidos en tal ley en su relación con los servicios de salud.

Realidad social compleja

En otro tramo de la entrevista, la magistrada describió que los usos y consumos de drogas “engloban una realidad social compleja y sin dudas el contexto social y económico es determinante en la relación de la persona con la sustancia, sea lícita o no. El alcohol es la droga más difundida con más número de consumidores y en la actualidad su consumo excesivo lo convirtió en un problema de carácter social”.

“La idea de que las drogas causan violencia es sin dudas una gran simplificación”, agregó Saidman y explicó que su efecto en el comportamiento de las personas “depende de una amplia gama de factores como las propiedades farmacológicas de las sustancias, las expectativas que la persona consumidora tenga sobre sus efectos, de su personalidad, de su temperamento y del contexto social y cultural en que se encuentra la persona y en el que ha sido socializada”.

De todas formas, el uso de drogas y el comportamiento violento “pueden resultar de la inhabilidad de controlar impulsos en una persona agresiva y así aumentar la posibilidad de un comportamiento violento”, aunque “el comportamiento de las personas después de beber es muy variable”.

Violencia intrafamiliar

Asimismo, Saidman, aseguró que “en todos los sectores sociales” ocurre violencia intrafamiliar, “pero se exhibe de modo crítico en los vulnerables y debe ser atendido con premura mediante políticas públicas claras, a las que se les debe asignar los recursos necesarios”.

“Alicia Miyares dice que la transmisión de la justicia, la libertad y la igualdad, en sentido amplio y no excluyente, depende de la educación pública, y que de ella depende también la transmisión del conjunto de valores sociales compartidos que un cierto Estado quiere consolidad, promover, afianzar e inculcar a sus niños y jóvenes”, acotó.

Por último, afirmó que “no existen soluciones definitivas a corto plazo y nuevamente debemos enfocarnos en la prevención más eficaz que se da en la niñez y adolescencia, porque los cambios culturales requieren tiempo y persistencia.

Apuntar a la educación presuponiendo marcos no segregacionistas ni discriminatorios que favorezcan la equidad, ofreciendo a los más jóvenes, opciones para el ejercicio pleno de libertades, deberes y derechos. Todos debemos contribuir a consolidad una sociedad que posibilite la igualdad de oportunidades y erradique todos los modos de discriminación y de violencia, incluida la de género”.


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