Independiente se apagó con la dignidad de los titanes ante un rival desteñido. Pocas actuaciones fueron tan conmovedoras como la del equipo de Ariel Holan en la Recopa Sudamericana. Con uno menos durante casi el 70 por ciento de la serie, el Rojo se ahogó en la costa, a metros del título, después de haber hecho un esfuerzo descomunal.

Fue un partido inolvidable, que se recordará por la entrega de Independiente, que llegó hasta los penales con una valentía propia de los grandes. Martín Benítez, en el último disparo de la serie por penales, no pudo convertir y el sueño de ganar un nuevo título se fue a negro. Gremio, con poco, en Porto Alegre, con su gente, es el nuevo campeón.

La obsesión de alcanzar a Boca como el máximo ganador de copas internacionales deberá postergarse, por lo menos, hasta el 8 de agosto, cuando Independiente, en Japón, choque con el Cerezo Osaka, por la Suruga Bank. Anoche, una vez más en un escenario duro, estuvo a centímetros. Como había pasado la semana pasada en la ida, tuvo que afrontar gran parte de la revancha con uno menos. De los 210 minutos netos que se jugaron entre los dos partidos, el Rojo estuvo con diez durante 141. Así y todo aguantó con dignidad al último campeón de la Copa Libertadores.

Dos meses y diez días después de haber ganado la Sudamericana, Independiente no pudo con la Recopa. Las dos expulsiones (en la ida Gigliotti, en la vuelta Amorebieta) a lo largo de toda la llave hicieron que su camino tocara límites inalcanzables. Pero sacó el conjunto de Holan un carácter que lo llevó a soportar todo el traqueteo. Por muy poco no le alcanzó en los penales.

Holan sorprendió en el armado del equipo titular. Todos los planes de Gremio cambiaron cuando el entrenador de Independiente confirmó a sus once. A diferencia de lo que había ensayado en la previa, Benítez y Silvio Romero -que se perfilaba como el reemplazante del suspendido Gigliotti- fueron al banco de suplentes. Diego Rodríguez Berrini, Fernando Gaibor y Leandro Fernández estuvieron desde el arranque.

Con esto buscó menos vértigo, mejor tenencia, más pases profundos y una fortaleza mayor en el mediocampo. Rodríguez Berrini y Nicolás Domingo ya habían compartido el mediocampo en el Maracaná, en la final ante Flamengo.

Gremio, último en el Campeonato Gaúcho, no había podido despertarse en todo el 2018. La prolongada ausencia de Arthur, quien arrastra una lesión en el tobillo de su pierna izquierda, marcó a fuego su estilo. Sin un generador de las mismas cualidades, tuvo que equilibrar la falta con un sistema colectivo inestable. Lo de anoche fue un reflejo de su momento: le costó doblegar a un rival con uno menos.

Haber jugado en el Maracaná le permitió a Independiente afrontar la previa con un poco más de calma. Pero los primeros minutos del partido encendieron muy rápido las alarmas del Rojo. Gremio, que controlaba la pelota, había construido ya en el amanecer una vía directa hacia el arco de Martín Campaña. Luan, acompañado por Cícero en el ataque, empezó a moverse: los espacios aparecieron.

A Independiente se le hacía difícil. A los siete minutos, el propio Luan dejó en el camino Campaña y el arco quedó vacío. Amorebieta, que estaba jugando bien, llegó justo a cortar el disparo. De a poco el Rojo logró alejar el peligro de su arco.

El desarrollo se hizo áspero. A los 35 minuto ya había seis amonestados, tres por cada lado. A esa altura el árbitro había tenido que frenar el partido dos veces. La tercera fue determinante: Amorebieta, en un intento por frenar un ataque, dejó la pierna arriba y golpeó a Luan. El paraguayo Enrique Cáceres, el árbitro del partido, pidió el VAR y decidió expulsar al vasco-venezolano. Como en la ida, el Rojo se quedaba muy temprano con un hombre menos.

Los primeros minutos de la segunda parte fueron un martirio. Gremio, más suelto y con la pelota, avanzó y fue atropellando al Rojo, que se debatía entre cuidar su zona y buscar la contra. A los ocho minutos Campaña se vistió de héroe y le atajó un mano a mano a Everton. La imagen era la de dos equipos en uno: Meza, Benítez y Menéndez quedaron aislados de sus compañeros para tratar de mantener viva la esperanza de un gol. El resto, sobre todo, se dedicó a defender.

Gremio se dio cuenta de que si no perdía la paciencia el triunfo iba a ser suyo. Con uno más hizo que circulara la pelota. Pero cada vez que llegaba con la pelota dominada, Independiente bloqueaba la zona. Adelante de Campaña habían construido un muro.

Gremio, preocupado en hacer correr la pelota, se olvidó de profundizar. Fue inofensivo. En ningún momento aceleró. Y más allá de que el dominio territorial era del local, Independiente no pasaba sobresaltos. El partido desembocó en la prórroga.

Recién en los penales, cuando volvió la paridad, Gremio pudo ganar. Todo lo anterior había sido una obra maestra defensiva de Independiente, que resistió con valentía hasta donde pudo.


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