Los portugueses irán el domingo a la urnas para elegir presidente con la expectativa de que el actual mandatario conservador Marcelo Rebelo de Sousa, que no es el jefe del Gobierno y tiene una función más protocolar, resulte reelecto y la abstención sea récord mientras el país, otra vez confinado, atraviesa el peor momento desde el comienzo de la pandemia de coronavirus.

Las elecciones no fueron aplazadas porque la Constitución establece que no pueden ser suspendidas por ningún motivo, de modo que los ciudadanos gozarán de un permiso especial para votar dentro de la cuarentena general vigente desde hace ocho días, casi tan estricta como la que rigió el año pasado.

"El coronavirus se disparó en las últimas semanas y Portugal pasó del mejor al peor desempeño en Europa; la situación es catastrófica, con gente muriendo por falta de respiradores", afirmó el politólogo argentino Andrés Malamud, quien vive en Lisboa, en conversación con Télam.

El fin de semana pasado, el país registró los números diarios más altos de contagios y de muertes por coronavirus desde el inicio de la pandemia.

Las últimas encuestas de intención de voto anticiparon un cómodo triunfo de Rebelo de Sousa en primera vuelta, con más de 60% de los sufragios

Por ese motivo, diversos analistas y medios locales coincidieron en vaticinar que la asistencia a las urnas será la más baja de los 10 comicios presidenciales celebrados desde la creación de la actual república parlamentaria (Tercera República), en 1976, como consecuencia de la Revolución de los Claveles que dos años antes había puesto fin a la prolongada dictadura dirigida por el abogado y economista António de Oliveira Salazar.

Por la misma razón fue récord la cantidad de 246.880 ciudadanos que se inscribió para votar anticipadamente el domingo pasado y que cuadruplicaron a los alrededor de 56.000 que prefirieron ese trámite en las últimas elecciones legislativas, en 2019.

Las últimas encuestas de intención de voto anticiparon un cómodo triunfo de Rebelo de Sousa en primera vuelta, con más de 60% de los sufragios -lo que permitiría evitar el balotaje, previsto para el 14 de febrero-, con lo que se mantendría la tradición iniciada en 1976, según la cual cada uno de los cinco presidentes electos gobernó dos períodos consecutivos de cinco años.

Si así fuera, permanecerá la convivencia iniciada en 2015 entre Rebelo de Sousa, que pertenece al Partido Social Demócrata (PSD, de centroderecha), y el primer ministro António Costa, del Partido Socialista (PS, de centroizquierda), también ratificado en su cargo tras las elecciones parlamentarias de 2019.

"Tanto el primer ministro socialista como el presidente socialdemócrata son ideológicamente moderados y personalmente afables; además, en Portugal las candidaturas presidenciales no son partidarias sino personales, y el primer ministro apoyó públicamente la reelección del presidente", explicó Malamud.

El PSD y el PS son los partidos más fuertes y prácticamente hegemonizan la vida política en Portugal en la Tercera República, en la que el presidente tiene una función "protocolar, simbólica y de promoción de agendas"

De todos modos, "la clave de esta elección no es quién gana sino si el candidato de ultraderecha, André Ventura, sale segundo superando a todos los candidatos de izquierda", advirtió el politólogo argentino que trabaja como investigador en la Universidad de Lisboa.

Ventura es un popular comentarista deportivo que pertenece al partido Asamblea por la República y hace dos semanas fue respaldado de manera presencial por Marine Le Pen, líder de la extrema derecha francesa y una de los mayores referentes de esa corriente política en Europa occidental.

Además de con Ventura, Rebelo de Sousa competirá en las urnas con Marisa Matias (Bloque de Izquierda, la otra gran aspirante al segundo puesto), Tiago Mayan Gonçalves (Iniciativa Liberal), Vitorino Silva (Reaccionar-Incluir-Reciclar, verde), João Ferreira (Partido Comunista) y Ana Gomes (PS).

El PSD y el PS son los partidos más fuertes y prácticamente hegemonizan la vida política en Portugal en la Tercera República, en la que el presidente tiene una función "protocolar, simbólica y de promoción de agendas", sin responsabilidades ejecutivas, tal como recordó Malamud.

La pandemia de Covid-19 atraviesa el proceso electoral no solo en lo que respecta a la ciudadanía el día de los comicios, sino que ya lo hizo con la campaña -duró apenas dos semanas y se redujo al mínimo posible de actividades- y el propio Rebelo de Sousa, y lo hará en los próximos meses con el gobierno de Costa, debido a su impacto económico.

De 72 años, el jefe del Estado estuvo una horas en "aislamiento preventivo" el 6 de este mes, tras conocerse que una persona de su entorno se había contagiado; el 11 dio positivo a un test de coronavirus y fue confinado, y al día siguiente se le realizó una nueva prueba que tuvo resultado negativo.

Por las dudas, participó de manera remota de los debates con los demás candidatos.

Con todo, seguramente el trabajo más duro para el gobierno será el que vendrá, en el que, según Malamud, "la prioridad número uno es la pandemia y, después, la reconstrucción económica", porque "la economía era estable pero saldrá malherida de la pandemia".

De acuerdo con el análisis del politólogo argentino, Portugal tendrá una ventaja comparativa para esa tarea debido a que "la relación con los socios regionales es impecable y las ayudas económicas de la Unión Europea quizás sean mayores incluso de lo que el país puede digerir".


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