En un final aún incierto que se podría prolongar varios días, el candidato de la izquierda Pedro Castillo pasó este lunes al frente en el ajustado recuento de votos del ballottage contra la postulante de derecha Keiko Fujimori, en la carrera por la presidencia de Perú para los próximos cinco años.

Con el 93% de los votos escrutados, Castillo, que ya había encabezado la primera vuelta del 11 de abril, vuelve ahora a ocupar el primer puesto con un 50,16% de los apoyos, mientras que Fujimori, quien aspira por tercera vez a ocupar el cargo que ya ostentó su padre, Alberto Fujimori, tiene ahora el 49,83% de los votos, con un 76% de participación, según los datos de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE).

Con una diferencia de apenas 25.000 votos, la suerte de Castillo depende más de la demora en el cómputo de votos del interior del país, mientras las chances a favor de Fujimori se juega más en los votos del extranjero, que puede tardar hasta 15 días en procesarse.

Si bien ambos candidatos evitaron dar nada por sentado hasta ahora debido a lo ajustado que ha estado el resultado, desde el partido del izquierdista, Perú Libre, destacaron haberse puesto por delante gracias al apoyo rural, al que ya apeló Castillo para confiar en revertir los primeros tanteos que daban a Fujimori como vencedora. Perú Libre subrayó en su cuenta de Twitter que confiaba en “sobrepasar holgadamente” a la Fuerza Popular de Fujimori, “pese a los intentos de fraude”.

Fernando Tuesta, exjefe de la ONPE explicó a la AFP que hay posibilidades de que Castillo “pueda ganar porque falta parte del voto rural y extranjero”. Será “difícil llegar al 100% hoy porque llegará un momento en que el conteo vaya lento porque tardan en ser procesadas actas rurales y del extranjero”, precisó.

La empresa financiera J.P. Morgan dijo en una nota que podrían pasar varios días antes de que el resultado final de las elecciones fuera claro, y los dos candidatos podrían optar por esperar a que este proceso termine antes de declarar la victoria o admitir la derrota.

“A menos que el escenario de demasiado cerca de lo que se describe en el conteo rápido resulte incorrecto, parece que estamos preparados para una serie de días de mayor incertidumbre por delante”, dijo J.P. Morgan.

También Lucía Dammert, académica peruana radicada en Chile, predijo que los próximos días serían febriles, con posibles impugnaciones de los votos y pedidos de recuento. Dammert pronostica protestas sobre todo si Fujimori gana. “Lo que está claro es que si Keiko gana va a tener que encerrarse en una fortaleza en Lima y aguantar lo que pase en el resto del país”, dijo.

El domingo por la noche, Castillo, de 51 años, hijo de campesinos y quien prometió reformar la Constitución y la legislación minera de Perú, convocó a sus partidarios a “defender el voto”, aunque luego llamó a la calma. Fujimori, de 46 años, también pidió “prudencia, calma y paz a ambos grupos”.

Desafiando el toque de queda y la ley seca, centenares de campesinos bailaron la madrugada de este lunes en Cajamarca, reducto de Castillo en el norte de Perú, esperanzados por el escrutinio del ballottage.

En el pueblo de Tacabamba, donde Castillo recibió los primeros resultados de la decisiva votación del domingo, se congregaron al anochecer campesinos de varias localidades ante un escenario con telas blanco y rojo, colores de la bandera peruana, al ritmo de una orquesta de música andina.

“Vamos con fe, Pedro presidente”, coreaba Doraliza Herrera, de 25 años.

Varios expertos y las propias autoridades electorales peruanas han dicho que los votos del campo, la selva y del exterior -que demoran más en ser contabilizados- pueden definir el ballottage presidencial.

Siete de los 33 millones de peruanos, viven en zonas rurales. Durante tres décadas, el campo era feudo electoral del fujimorismo (derecha populista), pero la situación cambió en esta campaña, en que Castillo logró cautivar al “Perú profundo”.

El ganador de los comicios asumirá el cargo el 28 de julio.

Ambos candidatos prometen vacunar contra el coronavirus hasta fines de diciembre. También se oponen al aborto y al matrimonio entre personas del mismo sexo. El campo de batalla entre los dos radica en el modelo económico y los efectos devastadores de la pandemia.

Perú mostró buenos datos macroeconómicos en 20 años, pero no reparó en la informalidad laboral mayor al 70% y sus pésimos servicios públicos de salud y educación.

El país lleva casi tres décadas de gobiernos amigos del libre mercado sin intervención estatal en el sector empresarial debido a la constitución escrita en 1993 bajo el gobierno del padre de la candidata Fujimori, quien cumple condenas por corrupción y por el asesinato de 25 peruanos en su gestión.

Su hija busca mantener el mismo sistema, mientras Castillo anhela reescribir la constitución para modificar el sistema económico y lograr más ingresos para educación y salud con la participación del Estado en recursos naturales como la minería, el petróleo y el gas.

El virus provocó 10 millones de pobres que viven con menos de tres dólares por día, decenas de miles de negocios quebraron y hay más de 185.000 muertos, cifra que casi triplica las víctimas del conflicto armado entre el grupo terrorista Sendero Luminoso y los uniformados entre 1980 y 2000.

La hija de Fujimori también promete 2500 dólares a cada familia con al menos un muerto por Covid-19. Asegura que repartirá 40% de un impuesto por la extracción de minerales, petróleo y gas a familias que viven cerca de esas áreas extractivas.

Castillo ofrece, de forma adicional, renegociar los contratos con las multinacionales que extraen minerales, gas y petróleo en busca de más ingresos estatales. También asegura que cobrará deudas al fisco de poderosos grupos empresariales que suman más de 2400 millones de dólares.

Fujimori, para quien la fiscalía ha pedido 30 años de cárcel por presunto lavado de dinero, recibe el apoyo de los ricos así como de políticos de otros países, entre ellos el opositor venezolano Leopoldo López, el expresidente colombiano Andrés Pastrana y el expresidente boliviano Jorge Quiroga. Por su parte, el profesor izquierdista tiene adhesiones de los expresidentes de Bolivia, Evo Morales, y del exmandatario de Uruguay, José Mujica.

Keiko Fujimori, la heredera de la dinastía

Fue primera dama durante el gobierno de su padre y heredó su legado de derecha tras su caída y desaparición de la escena pública. Años después entró al Congreso y desde ahí, como líder de la principal fuerza del recinto, ejerció una acción demoledora contra el presidente Kuczynski, arrinconado y forzado a renunciar en 2018. Fujimori, considerada como “populista de derecha” en las elecciones pasadas, pasó a ser esta vez la favorita de los sectores dominantes, que la consideran un “mal menor” contra los temidos desafueros de Castillo.

Castillo, un político sin experiencia

Si bien carece de experiencia previa en la función pública, basa su fogueo en sus días como dirigente del poderoso sindicato de maestros, un gremio que demostró su fuerza cuando paralizó el país durante un extendido reclamo en 2017. Con claras posiciones de izquierda, Castillo promueve un rol fortalecido del Estado en la economía, pero advirtió que no busca eliminar la empresa privada ni la inversión extranjera. Según su discurso, las “riquezas [naturales] deben nacionalizarse, con nuevas reglas de impuestos y regalías que son muy necesarias”.

Puntos en común

Pese a sus marcadas diferencias en materia económica, los dos tienen una mirada conservadora de la sociedad, rechazando las doctrinas progresistas y liberales. Los dos son antiaborto, defienden la familia tradicional, no dan importancia a los derechos de la comunidad LGTBI y rechazan el enfoque de género en la educación.

Los dos también compartirán las mismas limitaciones en caso de acceder al poder. Ninguno podrá desplegar la agenda que ofrece como solución a los problemas de fondo del país si no se sienta a negociar con un Congreso fragmentado y siempre díscolo, especialista en tumbar presidentes.

LA NACION


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