Por Rodrigo Ocampo - El intento de magnicidio a Cristina Fernández de Kirchner tiene un responsable directo, acusado de la criminalidad expuesta de gatillar a 20 centímetros de la cabeza de la vicepresidenta de la Nación y el milagroso resultado de haber fallado, con una intercepción efectiva de militantes y ciudadanos y su consiguiente captura, la investigación judicial se encuentra en el juzgado federal N°5 a cargo de la jueza María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo.

¿Entienden que hay que explicar esto para desactivar el nuevo discurso que viene de postre al intento de asesinato de la dirigente política más importante del Frente de Todos, ergo nuestro gobierno?

Lo obvio dejo ser obvio cuando la intencionalidad política ataca el sentido de la razón a fin de confundir, orientar o dirigir el debate hacia la escena que le conviene a unos pocos.

Este "homicidio calificado en grado de tentativa" se recuesta sobre el colchón argumentativo de descalificaciones, agravios, mentiras, injurias y todo tipo de hijaputez que gotea sobre nuestra sociedad, a través del pulpo mediático denominado Grupo Clarín y sus voceros locales.

El gatillo digital, las balas de tinta, la pólvora que buscan encender contra Ella, el aliento deseoso de exterminación al peronismo, y la cultura violenta, patriarcal y misógina son algunos de los componentes que provocan una primera conclusión: el odio y la violencia legitiman a ejecutores coordinados que actúan de forma dispersa, bajo símbolos que alientan a la muerte, el dolor y el caos.

Todos los cañones contra Cristina y de pronto recrean la idea que un loco gatilla una mujer cualquiera, desmoronando la única verdad: intentaron matar a Cristina.

Es absolutamente irresponsable que el Diputado Alejandro Aradas alimente una suerte de sospecha o duda, buscando renovar el odio y naturalizando una acción de extrema gravedad, que afortunadamente tuvo un repudio multiplicado en las voces de miles de ciudadanos y ciudadanas.

Aradas no tiene rating, por eso no es Granata, pero corre con la misma suerte.

Asociado además a esta idea  de crítica al "feriado" de Carlos Alabe, dirigente que hace meses marchó contra las vacunas contra el covid19 y otras veces contra la ampliación de los derechos de las mujeres, ahora también desacreditando al derecho ciudadano de expresarnos libremente en defensa de la democracia y en repudio a la violencia que por centímetros no ensangrentó la historia de la Patria.

Lo raro es que Alabe hace al relato patriótico conveniente de un dirigente que cita a Japón y Alemania como modelos de expresión ciudadana, desmemoriado de todo nacionalismo de cuando degradaron la salud pública con el achique macrista o con marchas que lo único que hacían era multiplicar el virus y exaltar al Hospital Perrando.

El arquitecto Alabe sería un mal ciudadano en Japón y Alemania dadas sus conductas cívicas recientes, por ejemplo en su postura anti-vacunas, y considero que también deja mucho que desear cuando en medio de un hecho calificado de grave hasta por la prensa más crítica a Cristina, el intenta correr el eje de la violencia política para imponer un criterio que distorsiona lo sucedido o quizás oculta sus verdaderos sentimientos respecto al intento de asesinato de la vicepresidenta.

El feriado nacional y mensaje de pacificación es lo mínimo que esperábamos del presidente Alberto Fernández, a quien también acompañamos en la necesidad de garantizar un proceso judicial serio, expeditivo, transparente y ejemplificador a tamaño nivel de gravedad institucional.

Son días difíciles para la República Argentina, es lamentable que algunos infunden más odio y otros actúan con indiferencia, porque de estos ejemplos nuestra comunidad saca sus conclusiones y sigue su vida habitual.

La sensación es que nada será igual, porque en cuatro décadas esto logró prender y apagar el candil la estabilidad social y la paz nacional.

Vivimos tiempos difíciles para la democracia, quienes pretendan construir luz desde las sombras del odio tendrán a cambio el abandono de una sociedad que expresa la profunda necesidad de recuperar la paz, respetar la democracia y cuidarnos todos para afrontar el futuro de la Patria.

Como lo expresé en la Cámara de Diputados, "que el Nunca Más sea con el corazón, y no solamente con la boca", y que podamos recomenzar este tiempo con los valores de la amistad social, desde el mensaje de unidad en el que nos convoca el Papa Francisco.

Quedó abierto al diálogo “persistente y corajudo” al que invita la encíclica Fratelli Tutti, para unirnos desde la amistad social, fruto del amor cristiano que sostienen la esperanza de una sociedad que merece vivir en un país mejor donde reine en el pueblo el amor y la igualdad.


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