La aparición de una nueva cepa nacida en el sur de África puso en alerta al gobierno nacional y derrumbó en pocos segundos la idea de que la pandemia terminó.

En los hechos, pareciera no haber duda. Las actividades están todas habilitadas. Pero en las proyecciones sanitarias el coronavirus aún sigue siendo un tema central.

Una semana atrás el Gobierno estaba en relativa calma frente a la posibilidad de que llegara, finalmente, una tercera ola de COVID-19, tal como sucedió en Europa. Hasta el momento la variante Delta no generó un rebrote brusco y la cantidad de vacunados fue aumentando progresivamente sin contratiempos. En ese contexto no había motivos reales para preocuparse.

Sin embargo, en el transcurso de la semana la Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó que la nueva cepa Ómicron constituye “un riesgo muy elevado” para el mundo, la clasificó como una variante “preocupante” y advirtió que aún hay muchas incógnitas. Mezcló precisiones con incertidumbre.

Ese cóctel es el que tiene el Gobierno en la actualidad. La única precisión que posee es que el porcentaje de vacunados con una sola dosis supera el 80% y con dos dosis alcanza el 65% de la población. Es decir, en comparación con la mayoría de los países de Europa, la cantidad de vacunados es elevada.

Aún así necesitan que los más de 7 millones de personas que ya tienen la primer dosis, completen el esquema cuánto antes.

De ese total, el 20% tienen entre 18 y 39 años. ¿Por qué no van a vacunarse? La autoridades sanitarias creen que el principal argumento es que la mayoría de la gente dejó de percibir el riesgo de la pandemia.

El retorno a la normalidad provocó que la vida sea casi igual a la que los argentinos tenían antes de que comenzara la pandemia. Y en base a esa situación muchas personas decidieron no completar el esquema de vacunación.

El nacimiento de la cepa Ómicron, que podría generar un recrudecimiento de la pandemia en el mundo, obliga al Gobierno a redoblar los esfuerzos para salir en búsqueda de aquellos que faltan vacunarse.

En ese camino una de las estrategias que se aplicará, y que ya se realiza en algunas provincias, es la descentralización de los vacunatorios.

El movimiento implica romper con la lógica de los grandes vacunatorios instalados en el comienzo del operativo de vacunación, y pasar a armar puestos en plazas, clubes y centros de atención primaria de salud. Lugares de mayor accesibilidad y cercanía para la gente.

Por otra parte, en los últimos días, según informaron las autoridades sanitarias, la vacunación pediátrica avanzó a un ritmo importante.

Argentina ya alcanzó, con primera dosis, al 72,6% de los adolescentes entre 12 y 17 años, y el 51,2% de los niños de entre 3 y 11 años. Los márgenes para que le virus ingrese son cada día más chicos.

Para el ministerio de Salud la decisión de vacunar a los menores de edad es determinante de cara al futuro inmediato.

Cada vacuna que se sume es un ladrillo más en la pared inmunológica nacional con la que chocará el virus. “Nosotros estamos vacunando niños y adolescentes a un porcentaje que no todo el mundo está haciendo”, aseguró la ministra Vizzotti un puñado de días atrás.

Mientras más vacunados haya en el país, menos capacidad de circulación va a tener cualquiera de las variantes de COVID-19 y, en consecuencia, hay menos posibilidades de mutaciones.

Lo mismo se da a escala internacional. La Ómicron nació en uno de los continentes con menos cantidad de vacunados del mundo. Ese espacio le permitió al virus crecer, mutar y expandirse.

En el Ministerio de Salud no tienen precisiones sobre el peligro real de la variante Ómicron. La falta de información no es un problema excepcional de la cartera que conduce Carla Vizzotti, sino una problemática mundial.

No hay exactitud sobre la capacidad de contagio de la variante y cómo podría repercutir en el cuerpo de un paciente cuando llega a una situación de gravedad.

Pero, sobre todo, se desconoce cuál es la efectividad que tendrán las vacunas para enfrentar a la cepa Ómicron. “Las vacunas van a servir, el tema central es saber cuánto sirven”, explicaron fuentes sanitarias a Infobae. Ese escenario plagado de incertidumbre es el que genera preocupación en el gobierno nacional.

La realidad es que al día de hoy no se conoce a ciencia cierta si las vacunas podrán combatir la nueva cepa.

Según expresan en la cartera sanitaria se cree que serán efectivas, pero no hay datos concretos que avalen esa afirmación. La explosión de la nueva variante es muy reciente y no ha habido tiempo de estudiar sus efectos en la población.

De todas formas, el Gobierno no espera que el impacto de la tercera ola se concrete en el cortísimo plazo.

La fecha apuntada es marzo, cuando culmine el verano y vuelva a cambiar la temperatura. Sin embargo, no descartan tener algún rebrote menos importante en diciembre o enero.

Esta última situación no aumentó la preocupación porque, de concretarse, no será en base a la cepa desconocida, sino a otras variantes que ya están girando en el país y que generaron que en la última semana se concretara un aumento sostenido de casos.

En paralelo, consideran que si la tercera ola llega cerca de marzo, es de extrema necesidad avanzar durante el verano con la culminación de los esquemas de vacunación abiertos y con el refuerzo de tercera dosis en la población de riesgo, y en los que tengan vacunas que reduzcan su eficacia después de los seis meses, como es el caso de la china Sinopharm.

Pese a que no hay presiones sobre la efectividad de las vacunas ante la Ómicron, agrandar la cantidad de vacunados permitirá protegerse mejor ante el resto de las cepas y, en caso de que la nueva variante no pueda saltar la barrera inmunológica de esas vacunas, servirá para enfrentar un rebrote más virulento en el comienzo del otoño.

Mientras tanto, el Gobierno se aferrará a las últimas medidas sanitarias para controlar el posible ingreso de la nueva variante y retrasar el rebrote esperado durante el verano: el pase sanitario y la suspensión del transporte aéreo y marítimo directo desde África, además de la cuarentena obligatoria para aquellos que retornen al país y en los últimos catorce días hayan estado en ese continente.

El coronavirus volvió a estar otra vez en la agenda de la Casa Rosada.


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