“¿Acto? ¿Qué acto?", ironizaba un integrante del gabinete en un salón con sillones blancos y mullidos. Eran las tres de la tarde en punto y la quinta presidencial de Olivos estaba superpoblada de funcionarios en distintas reuniones "de trabajo", sin conexión aparente con la movilización que se agrupaba sobre la avenida 9 de Julio.

La tesis de caracterizar la jornada como un "día normal" fue seguida con rigor por el presidente Mauricio Macri, que cumplió con una nutrida agenda, desde la mañana hasta la noche, que -según sus voceros- no le permitió escuchar los fuertes discursos de Hugo Moyano y del resto de los dirigentes sindicales.

"No vio nada. Cero", fue la respuesta de un estrecho colaborador presidencial. Un rato antes, Macri había pedido en Entre Ríos fortalecer el "diálogo sin aprietes, sin comportamientos mafiosos", pero evitó ponerles nombre y apellido a sus palabras. Otros fueron los funcionarios elegidos para responderle a Moyano.

Junto al jefe de Gabinete, Marcos Peña, y un pequeño grupo de colaboradores, el Presidente siguió durante el resto de la tarde las alternativas de la movilización encabezada por Moyano, que comenzó a hablar minutos después de que el Presidente retornó a Olivos de su recorrida por la ciudad entrerriana de Concordia.

También estuvieron atentos, en distintos sectores de la quinta, mientras participaban de otros encuentros, los coordinadores de gabinete Gustavo Lopetegui y Mario Quintana, los ministros Rogelio Frigerio (Interior), Francisco Cabrera (Producción) y Luis Caputo (Finanzas) y el senador Humberto Schiavoni, entre otros. Los dirigentes radicales Gerardo Morales y José Cano se lo perdieron: salieron de Olivos, sonrientes, cinco minutos antes de que comenzaran los discursos.

Más allá de la indiferencia presidencial, en el Gobierno la sensación era de alivio y satisfacción. Alivio, porque no se registraron incidentes violentos, y satisfacción, porque consideraban que la movida organizada por Moyano y su discurso fueron en sí mismos "una muestra de debilidad".

"Hablando de sus causas judiciales al principio de su discurso dejó en claro la razón de ser de la movilización", afirmaba un colaborador presidencial. Nadie se sorprendió por la masividad de la convocatoria. "Camioneros siempre mueve, pero es menos de lo que ellos esperaban, claramente, por todos los sindicatos que se sumaron", agregó la fuente.

Desde temprano, el Presidente se dedicó a una agenda que lo tuvo lejos de la Casa Rosada -como es común los días miércoles-, pero también de la quinta de Olivos. A la apertura de un foro vinculado al G-20 le siguió el viaje a Concordia, del que regresó recién a las dos de la tarde. La agenda oficial dio cuenta de una reunión con la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y otra con la cúpula de la UCR. Ambas en Olivos y posteriores a la concentración opositora.


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