En algo coinciden los coleccionistas. En que se puede reconstruir la historia a través de determinados objetos. Hay que realizar un trabajo de investigación luego de que se obtiene lo que se busca.

Puede ser una moneda, una estampilla, una medalla o un billete. Todo tiene una historia pero también guarda relación directa con la historia en general. En Chaco y Corrientes existe un grupo de coleccionistas que se mantiene unido gracias al intercambio y la camaradería que se forma. Se reúnen los segundos sábados de cada vez. El pasado 10 de marzo le tocó a Resistencia, el local Medialunas Calentitas estaba repleto.

Rolando Renato Testolino asegura que hace más de 35 años que se dedica al coleccionismo de monedas y billetes. “Somos 40 mas o menos los que le damos vida a este grupo por medio de WhatsApp”, aunque reconoce que en las redes son alrededor de mil.

Cuando se juntan realizan actividades de intercambio de: monedas, billetes, estampillas, postales, autos, soldados, lo que sea. “Nos juntamos y ya vamos acordando previamente qué piezas uno va querer intercambiar o comprar”.

Rolando colecciona monedas de todo tipo, algunas que estuvieron en circulación, otras conmemorativas que han salido en una tirada inferior, monedas de plata y por supuesto de distintos países.

De Corrientes, tiene monedas que datan de 1870 en adelante, posterior a la Guerra de la triple Alianza.

“Lo primero es sencillo porque empezás a acumular. Pero luego te das cuenta que tenés que clasificar ese material y tenés que, tarde o temprano, recurrir a un catálogo, que es donde está estandarizado todo el material que circula en el mundo. Obviamente uno se da cuenta de la escases o la abundancia por la repetitividad de la moneda o de los años que uno encuentra”.

En su colección, logró juntar monedas que circularon en un leprosario de Colombia, que acumuló a tantos enfermos, que debieron generar monedas propias, ero la más preciada es la colección que posee de monedas polacas, las cuales, asegura, tienen la numismática más preciada de todas.

“Es una obsesión porque uno siempre busca lo que no tiene. La idea es tener todo, pero todo no se puede tener. Somos conscientes de que no se puede tener todo y uno va cayendo en el coleccionismo cuando va intelectualizando al hobbie. Porque con una moneda, estampilla o billete, podemos viajar en el tiempo. Podemos trasladarnos a esa época, podemos ver qué ha pasado en ese periodo. Por ejemplo, las que fueron emitidas en Europa, entre los años 39, 45, 48, (durante y posguerra) fueron de materiales baratos. El zinc, que no tiene una duración en el tiempo, se hace un material poco visible en los detalles. Así nos trasladamos a qué es lo que pasó en esa época” aseguró.

Por su parte, Carlos Michelli es coleccionista de estampillas de Argentina y especialmente de Corrientes. “La gran colección que tengo la heredé de mi padre” dice, quien también fue un gran coleccionista. Según dijo, Corrientes tuvo la primera estampilla de la Argentina y fue emitida el 21 de agosto de 1856, mientras que en 1858 la Confederación Argentina emitió la estampilla de la Confederación, no obstante, la estampilla de Corrientes seguía vigente.

“Desde 1920, Argentina tiene un catálogo de estampillas. En Corrientes seremos 3 o 4 los coleccionistas, pero hace más de 50 años éramos más de 25” lamentó. No obstante, asegura que la tecnología ayudó bastante al hobbie porque con las redes sociales “no hace falta ir a Buenos Aires, porque ahora le compras a un coleccionista” en forma directa.

Michelli asegura que lo que hace es una pasión, porque “te obsesiona un poco conseguir la pieza difícil”. Actualmente está buscando un sobre con el sello de color magenta que es de 1880, “fueron los que menos se usaron”, pero es difícil de conseguirlo porque cuesta mucho dinero.

Medallas correntinas y la historia de Rusia en billetes

Daniel Horacio Naput es coleccionista de medallas de Corrientes. Se dedica a esto hace unos 20 años. explicó que las medallas se utilizaban para conmemorar alguna situación histórica puntual. “Se hicieron medallas a nivel país para los 100 años de la Argentina. Pero se hacían medallas para la inauguración de edificios públicos, para piedras fundamentales o en honor a una persona importante”.

Dijo que Mitre recibió diferentes tipos de medallas.

“En Corrientes tenemos la Batalla del yatay o en conmemoración de la batalla que se libró cuando fue el ingreso de las tropas paraguayas  Corrientes, en 1865” comenta.

Mostró una medalla que se conmemoró por los 100 años de la fundación de la ciudad de Bella Vista, que lo tiene a Pedro Ferre, (gobernador de Corrientes) en uno de sus dorsos. Data del 3 de julio de 1925.

También tiene una medalla de Curuzú Cuatía y cada persona que recibía la medalla, debía pagar un óvolo, que iba a ser destinado a los enfermos de la ciudad.

“Hace poco consiguió otra medalla interesante” relató y explicó que frente al Ministerio de Obras Públicas de Corrientes existe una fábrica de hielo que se inauguró en el año 1927 junto con la primera usina eléctrica de corrientes, (ubicada en Mendoza y costanera), que hoy ya está demolida. “Hay medallas de edificios que ya han desparecido y que tal vez, si no fuera a través de una medalla, uno no toma noción de que existieron”. Por eso, destacó que luego de obtener uno de estos objetos “hay que hacer una investigación”. Saber quién la diseño, (algo también muy importante para estos coleccionistas), y a qué hecho histórico corresponde.

Naput tiene unas 300 medallas de la vecina provincia y quiere hacer un catálogo de medallas de Corrientes para así saber cuántas existen.

Marcelo Gryeckiewicz vino de Buenos Aires exclusivamente al encuentro del sábado y trajo consigo el catálogo que él mismo hizo sobre la notafilia, (colección e investigación de billetes), de Rusia y la Unión Soviética. “Lo que hice fue la recopilación de toda la historia rusa a través de sus billetes. Desde 1894 al 2004”.

Marcelo es coleccionista desde los 14 años. “Esto, (el catálogo) se presentó en 2005 en la feria más grande de billetes” y a pesar de que fue reconocido internacionalmente, a los rusos no les gustó mucho su investigación porque “no les gustó que alguien desde tan lejos hiciera algo que los representara a ellos en el resto del mundo”. Así y todo en 2006 lo invitaron a una feria de San Petersburgo donde presenté el libro.

“Aprendí a hablar ruso antes que castellano por intermedio de mi abuela. Me llamó la atención que en el galponcito del fondo de la casa estaban los baúles que habían venido de Europa con ellos y estaban forrados con billetes. Le pregunté a mi abuela por qué y me dijo que en ese momento la plata estaba tan devaluada que convenía forrar los baúles con dinero en vez de comprar papel” explicó.

Ahí empezó su curiosidad y cuando muere su abuela, “sentí la necesidad de conectar con mis raíces y empecé a estudiar idioma ruso en dos instituciones”.

A esto, se le facilitaron algunas cuestiones porque en la época de Alfonsín se dieron contratos pesqueros con muchos barcos mercantes rusos que venían a La Boca y allí logró el intercambio con los marineros.

No obstante, es muy cuidadoso con el coleccionismo, porque cree que no debe caer en la obsesión, a pesar de que “es un poco de todo. Hay que tratar de que el coleccionismo sea un disfrute. Cuando ya no te deja dormir, pensar, ya pasa a ser una obsesión. La evolución del coleccionismo es eso, llegar al momento de decir, disfruto lo que estoy haciendo”.


COMPARTIR