Después de una gira suramericana por cinco países, su regreso generaba dudas. Una prohibición de salida del país emitida por la fiscalía podía llevarlo directamente a la cárcel. Pero eso no ocurrió.

“Detenerme sería el último error que cometa el dictador Maduro…” había advertido Juan Guaidó, reconocido parcialmente como presidente interino de Venezuela. Y la amenaza parece haber mantenido a raya al gobierno de Nicolás Maduro, que no cumplió su intención de arrestar al opositor, a pesar de la prohibición de salida del país que pesaba en su contra y que burló a la vista de todos.

Juan Guaidó regresó este lunes a Venezuela en medio de la aclamación de miles de seguidores que gritaban: "¡Guaidó, Guaidó!", "¡Sí se puede!". Para sorpresa de muchos, regresó por la puerta grande: el aeropuerto de Maiquetía, que sirve a Caracas, la capital.

Las especulaciones sobre su regreso pintaban a un Guaidó atravesando los caminos clandestinos de la frontera o aterrizando en paracaídas en medio de un valle. La llegada formal en un avión de Copa Airlines era quizás la ruta menos esperada. Y con razón: el aeropuerto era el ambiente idóneo para su detención… pero nunca se produjo.

Acompañado de su esposa y cercanos colaboradores, llegó a la terminal aérea, donde  era esperado por doce embajadores de países europeos y de Chile. Sus primeras palabras daban cuenta de lo consciente que siempre estuvo de su situación: "Sabemos los riesgos a los que nos enfrentamos, eso nunca nos ha detenido", declaró Juan Guaidó.

Siguiente parada: la Plaza Sadel del este de Caracas, donde miles de sus partidarios se concentraban desde la mañana para escuchar un discurso que transcurrió en total tranquilidad.

¿Qué sucedió?  ¿Por qué el gobierno de Nicolás Maduro no procedió a arrestar a Guaidó, cuando jurídicamente podía hacerlo?

RFI consultó al politólogo Daniel Zovatto, director regional del Grupo IDEA, quien analiza el regreso en libertad del opositor como el escenario “menos malo” para Nicolás Maduro:

"Guaidó no tenía otra opción, estaba condenado a regresar porque, claramente, un presidente en el exilio era muy difícil que pudiera seguir liderando la oposición. En cambio, Maduro sí tenía distintos escenarios pero optó por el de menor costo político: el primero era impedir que Guaidó entrara y el segundo, dejarlo entrar  y arrestarlo inmediatamente, pero eso iba a generar una reacción internacional muy fuerte", explica Zovatto.

La firmeza de la comunidad internacional ha sido clave. El mismo Juan Guaidó aseguraba que si se producía su detención, tanto sus aliados internacionales como los diputados opositores habían recibido indicaciones claras de la ruta a seguir.

Una posición rotunda que tuvo también el espaldarazo de Estados Unidos y la Unión Europea. Tanto el vice-presidente Mike Pence como la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, lanzaron cada uno una advertencia clara hacia el Palacio de Miraflores: cualquier medida que pudiera poner en riesgo la libertad, seguridad o integridad personal de Juan Guaidó representaría una escalada en la tensión política y recibiría una respuesta inmediata.

Pero el politólogo Daniel Zovatto insiste en analizar la crisis venezolana no solamente con las declaraciones internacionales que están a la vista. Recomienda también leer la diplomacia que no se ve.

"La quiet diplomacy, la diplomacia secreta… esa que está en las negociaciones entre Estados Unidos y Rusia, por ejemplo. El ministro ruso Sergéi Lavrov dijo el fin de semana que estaban desarrollando conversaciones con el secretario de Estado, Mike Pompeo, sobre Venezuela. También hay que ver las que están ocurriendo entre Estados Unidos y China, en donde esta última pide garantías de que, si hay una transición, se le reconozcan las deudas y se les paguen. Y por último – meto las manos en el fuego – las conversaciones que deben estar ocurriendo entre Estados Unidos y el entorno de Maduro, además de las fuerzas militares", asegura Zovatto.

La decepción de los chavistas

Si bien Nicolás Maduro pudo haber escogido el escenario “menos malo” en cuanto a las relaciones – y reacciones – internacionales, todavía le queda un reto importante a lo interno: explicar a sus adeptos por qué no cumplió su intención de meter a Juan Guaidó en una celda.

En un país tan polarizado como Venezuela, dejar entrar al actual líder de la oposición por una puerta tan oficial y pública como lo es el aeropuerto de Maiquetía y además  permitirle ofrecer discursos abiertamente en una reconocida plaza de Caracas es – por decir lo menos – un signo de debilidad.

En redes sociales se respira la frustración de los militantes del chavismo:

Por lo pronto, Juan Guaidó ha convocado para este martes una movilización junto a los empleados públicos, pieza clave, por supuesto, en el gobierno de Maduro. También ha hecho un llamado al resto de los sectores a marchar el próximo sábado en toda Venezuela


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