Su Santidad el Papa Francisco ha inspirado a la humanidad mediante una exhortación apostólica y dos Encíclicas que como la de sus antecesores marcan una impronta respecto de los problemas que aquejan a la humanidad. En efecto, tanto Evangelii Gaudium (2013), Laudato Sí (2015) y Fratelli Tutti poseen un hilo conductor respecto a la naturaleza humana y la conversión pastoral y misionera, la destrucción del planeta y la fraternidad universal.

            La Doctrina Social de la Iglesia Católica no sólo constituye una inspiración para 1200 millones de católicos en el mundo, sino que irradia una cosmovisión de las asechanzas y los desafíos de nuestro planeta. Desde Rerum Novarum en 1891, pasando por Popularum Progressio en 1967, hasta Fratelli Tutti se repite la insistencia de la Santa Iglesia Católica por condenar los excesos del sistema capitalista en la explotación del hombre por el hombre, y de establecer un modelo que estimule la promoción humana sin propiciar la explotación del hombre por el Estado. Advierten la función social de la propiedad, la libertad e iniciativa privada como garante de la dignidad humana en base a la subsidiariedad del Estado y al mismo tiempo reconocen el mismo rol indelegable para garantizar igualdad de oportunidades.

            El Papa Francisco en esta Encíclica nos deja un legado como líder político y estadista de dimensión global, pero al mismo tiempo inspirando valores como líder espiritual y religioso de un tiempo tumultuoso y aciago de pandemia. En este contexto, deben remarcarse aspectos salientes de la misma:

1.1.    Esta Encíclica está inspirada en San Francisco de Asís, quien hace 800 declara “feliz a quien ame al otro, tanto a su hermano cuando está lejos de él, como cuando está junto a él”. En un período marcado por las cruzadas el Papa Francisco visita al Sultán al-Malik al-Kamil en Egipto con precariedad de medios y severas dificultades para transmitir el “sometimiento” a la voluntad de Dios. “Dios es amor y el que permanece en el amor, permanece en Dios”.

1.2.    También Francisco hace un reconocimiento al Patriarca Ortodoxo Bartolomé I y al Gran Imán de al-Azhar Ahmed el-Tayeb desde una perspectiva interreligiosa como así también cartas, documentos e intervenciones propias en donde se reconoce el “cuidado de la creación” y la “igualdad de derechos, deberes y dignidad para convivir como hermanos” que Dios ha creado para todos los seres humanos.

1.3.    La incapacidad de los distintos países de actuar conjuntamente muestra las dificultades de resolver los problemas que nos afectan a todos, y la pandemia de Covid 19 puso de manifiesto esta falta de coordinación e intervención agudizando aún más sus efectos adversos.

1.4.    El legado político de Francisco implica reconocer una plataforma de gobernanza universal: a) el multilateralismo; b) la integración continental y universal de los países (reconocimiento a los padres fundadores de la Unión Europea y los anhelos de la integración latinoamericana); c) la crítica objetiva al neoliberalismo que pretende imponer hegemónicamente un “modelo cultural único” que unifica al mundo pero divide a las personas: “la sociedad globalizada nos hace más cercanos, pero no más humanos” (Benedicto XVI, Caritas in veritate); d) el reconocimiento y la valoración de la política como “una altísima vocación”, y “una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común”, privilegiando las identidades de las regiones más pobres y débiles sometiendo la economía a la política (democracia versus poder corporativo); e) la reivindicación del pueblo como sujeto actuante de la Nación –sustantivo “pueblo” y adjetivo “popular” para conformar un proyecto en común más allá de las diferencias mediante objetivos comunes; e) el reconocimiento de que el mercado sólo no resuelve todo, el mágico derrame no resuelve la inequidad, fuente de nuevas formas de violencia que amenazan al tejido social; f) la promoción de una política económica activa que favorezca la diversidad productiva y la creatividad empresarial para acrecentar los puestos de trabajo dejando de lado la ganancia fácil de la especulación financiera, g) la concepción del desarrollo humano integral fortaleciendo a los “poetas sociales”, superando la idea de las políticas públicas “hacia los pobres pero nunca con los pobres”; h) la promoción de la reforma de la Organización de las Naciones Unidas como de la arquitectura económica y financiera internacional proponiendo una “familia de naciones”; i) la consideración de que la “pena de muerte es inadmisible” y que la Iglesia se compromete con determinación a que sea abolida en todo el mundo”, admitiendo que “la vida en común, estructurada en torno a comunidades organizadas, necesita normas de convivencia cuya libre violación requiere una respuesta adecuada”; j) el derecho a la propiedad privada que sólo puede ser considerado como un derecho natural secundario y derivado del principio del destino universal de los bienes creados, esto implica el reconocimiento de la función social de la propiedad: “No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos” (Juan Crisóstomo); k) el reconocimiento de que tierra, techo y trabajo para todos es el verdadero camino de la paz mediante la ética global de la solidaridad y la cooperación; l) la promoción de los derechos de los pueblos sin fronteras, la equidad de género y las posibilidades de vida digna y de desarrollo independientemente del lugar de nacimiento, lo que implica un desarrollo destinado a asegurar los derechos humanos, personales y sociales, económicos y políticos, incluidos los derechos de las naciones y de los pueblos; m) el desarrollo pleno de la ciudadanía que para las personas migrantes “pueden resumirse en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar” para brindar respuestas a crisis humanitarias mediante aumento y simplificación de visados, programas de patrocinio privado y comunitario, apertura de corredores humanitarios, alojamientos adecuados y seguridad personal junto al ejercicio del derecho a su propia identidad como base para el ejercicio de la ciudadanía activa (cuentas bancarias, acceso a la justicia, libertad de trabajo y circulación); n) la promoción de la integración universal, administrando la tensión entre lo global y lo identidad local, mediante acuerdos regionales, reconociendo al mismo tiempo el valor de la cercanía (“espíritu de vecindario”); ñ) la prédica de que “la caridad social nos hace amar el bien común” y “la buena política busca caminos de construcción de comunidades en los distintos niveles de la vida social, en orden a reequilibrar y reorientar la globalización para evitar sus efectos disgregantes”; o) la concepción de que el político es un hacedor, un constructor con grandes objetivos, con mirada amplia, realista y pragmática, aún más allá de su propio país, y que su preocupación debe estar en “resolver efectivamente el fenómeno de la exclusión social y económica”; p) la propensión a la globalización de los derechos humanos más básicos (hambre, alimentación); q) el entendimiento de que la caridad política se expresa en la apertura a todos (la mayor responsabilidad es de quien gobierna) mediante la escucha y la reflexión, con renuncias y paciencia “para crear ese hermoso poliedro donde todos encuentran un lugar”; r) el convencimiento de que los artífices de la política y de la economía internacional deben comprometerse a difundir la “cultura de la tolerancia, de la convivencia y de la paz”.

1.5. El legado espiritual de Francisco señala un camino a partir del amor social como prolegómeno de una civilización del amor a la que todos podamos sentirnos convocados. Esta plataforma para la construcción de la fraternidad y de amor social debe vertebrarse en una serie de pilares indispensables, a saber: a) “la caridad está en el corazón de toda vida social sana y abierta pues está unida al compromiso con la verdad que es la luz de la razón y la fe en forma simultánea”; b) “la actividad del amor político” advierte respecto a la caridad cuando una persona acompaña a otra que sufre (alguien que ayuda a un anciano a cruzar un río, o cuando un político construye un puente) y ennoblece su acción política; c) caridad como amor preferencial por los últimos; d) amor con ternura que es el amor que se hace cercano y concreto; e) el diálogo social implica “acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto”…, “los héroes del futuro serán los que construyan el bien común sosteniendo con respeto una palabra cargada de verdad, más allá de las conveniencias personales...”; f) el relativismo no es la solución pues no debe asimilarse la ética y la política a la física sustituyendo el bien y el mal por un cálculo de ventajas y desventajas; g) el consenso y la verdad en una sociedad pluralista es como un poliedro con muchos lados “pero todos formando una unidad cargada de matices” ya que “el todo es superior a las partes”. Las diferencias enriquecen y fortalecen cuando se desarrolla una cultura del encuentro reconociendo al otro a ser él mismo con sus diferencias; h) la necesidad de establecer un pacto cultural que respete y asuma las diversas cosmovisiones, culturas o estilos de vida que coexisten en la sociedad; i) recuperar la amabilidad en el “trato” implica decir “palabras de aliento que reconfortan, que consuelan, que estimulan en lugar de palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian”. Ser amable es sonreír, dejar las urgencias de lado, saber escuchar, pedir permiso, perdón, gracias; j) el valor y el sentido del perdón consiste en amar a todos sin excluir a nadie pero que el opresor deje de oprimir, ya que “perdonar no quiere decir permitir que sigan pisoteando la propia dignidad y la de los demás, o dejar que un criminal continué haciendo daño”; k) la paz “no sólo es ausencia de guerra sino el compromiso irrenunciable de reconocer, garantizar y reconstruir concretamente la dignidad tantas veces olvidada o ignorada de hermanos nuestros, para que puedan sentirse los principales protagonistas del destino de su nación”; l) “Dios mira con el corazón, y el amor de Dios es el mismo para cada persona sea de la religión que sea, y si es ateo es el mismo amor”. Entre las religiones es posible un camino de paz, y “la violencia no encuentra fundamento en las convicciones religiosas”. Los creyentes deben actuar “por el bien común y la promoción de los más pobres”; m) “el que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor” (Jn 4,8), por lo cual, los líderes religiosos deben ser artesanos de la paz, uniendo, extinguiendo el odio y abriendo las sendas del diálogo; n) en el encuentro fraterno con el Gran Imán Ahmed El-Tayeb sostuvieron que “las religiones no incitan nunca a la guerra y no instan a sentimientos de odio, hostilidad, extremismo, ni invitan a la violencia o al derramamiento de sangre”; o) como decía san Juan XXIII “resulta un absurdo sostener que la guerra es un medio apto para resarcir el derecho violado”. “Toda guerra deja al mundo peor que como lo había encontrado. La guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal”. Las secuelas de la guerra son sus consecuencias: las víctimas inocentes.

Un legado político y espiritual de 200 páginas no puede ser resumido en una frase ni tampoco en 6 páginas pero quizá esta Encíclica puede sintetizarse en el sentido del amor fraterno y del perdón. “El perdón no implica olvido. Los que perdonan de verdad no olvidan, pero renuncian a ser poseídos por esa misma fuerza destructiva que los ha perjudicado”, reza. “La fraternidad no sólo es resultado de condiciones de respeto a las libertades individuales”, sino que exige una educación para el enriquecimiento mutuo como valores. La libertad está orientada al amor y la igualdad es el resultado del cultivo consciente y pedagógico de la fraternidad.

“El individualismo no nos hace más libres, más iguales, más hermanos”. Para caminar hacia la amistad social y la fraternidad universal es necesario un reconocimiento básico y esencial: “percibir cuánto vale un ser humano, cuánto vale una persona, siempre y en cualquier circunstancia”.

En fin, el individualismo, el egoísmo no permite construir una sociedad plural y fraterna. Y si no somos capaces de amar a Dios, amar al prójimo y sentir a nuestro hermano como prójimo, entonces construiremos sistemas imperfectos, carentes de la luz que ilumina los senderos de una amistad social.

Finalmente, Francisco ordena esta Encíclica en base a 4 principios  filosóficos: a) la unidad prevalece sobre el conflicto, b) el tiempo es superior al espacio, c) la realidad es más importante que la idea, d) el todo es superior a la parte.

 

Jorge Milton Capitanich


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