V DOMINGO DE PASCUA Ciclo C (19/05/19)

Hech 14, 21b-27; Sal 144, 8-13a; Apoc 21, 1-5a; Jn 13, 31-33a. 34-35

  1. Ir al encuentro de todos

Hay una frase muy sugerente en el libro de los Hechos propuesto para hoy, donde se nos previene sobre los escollos y dificultades que siempre se presentan en el camino de la fe, ¡y necesitamos prepararnos para afrontar ese desafío!, dice el texto: “Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios.

” Esto es conveniente dejar en claro, porque muchas veces incorporamos la experiencia pascual con una actitud con poco compromiso, como para provocar cambios en nuestra vida personal y social; y nos olvidamos de todo el esfuerzo, la dedicación y la paciencia que hay que tener para que la propuesta de Dios se haga más presente en la realidad.

Como para que quede más esclarecido aún, ese mismo texto nos describe las peripecias que tuvieron que pasar los mismos apóstoles, los viajes riesgosos en medio del mar con barcas muy precarias, las largas caminatas desafiando el clima y las inseguridades de todo tipo, el trabajo arduo de animar a las comunidades a no abandonar la fe en medio de las persecuciones.

El ejemplo de los primeros cristianos orienta ampliamente nuestra misión actual y nos anima para poner todo el carácter que sea necesario para realizar la tarea que nos incumbe, en medio de las limitaciones y los obstáculos que se nos presenten. A esos discípulos misioneros nada los hacía echar atrás, multiplicaban los esfuerzos para anunciar incansablemente la Buena Noticia, llevándola a todos los ambientes y lugares.

Hoy estamos llamados a llevar adelante esa tarea con mucha dedicación y confianza, sabiendo que no nos faltará la fortaleza del amor de Jesús que nunca deja de animarnos.

Nos podríamos preguntar, ¿a qué lugares nos envía Jesús?, son muchos y variados, por cierto. Para descubrir ese panorama que tenemos por delante, nos guiamos por el mensaje del papa Francisco a los jóvenes donde se resuelve con mucha claridad y profundidad esa pregunta, expresa: “¿Adónde nos envía Jesús? No hay fronteras, no hay límites: nos envía a todos. El Evangelio no es para algunos sino para todos.

No es sólo para los que nos parecen más cercanos, más receptivos, más acogedores. Es para todos. No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales, también a quien parece más lejano, más indiferente.

El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor. Y nos invita a ir sin miedo con el anuncio misionero, allí donde nos encontremos y con quien estemos, en el barrio, en el estudio, en el deporte, en las salidas con los amigos, en el voluntariado o en el trabajo, siempre es bueno y oportuno compartir la alegría del Evangelio.”

Esto ubica nuestra experiencia en medio de la sociedad y supera la idea del cristiano hacia dentro de la comunidad, para compartir en esos ambientes menos conocidos, más diversos y donde se nos podría cuestionar más, y generar inseguridad en nosotros. Pero nada debe detener nuestro deseo de encontrarnos con las personas de los distintos ambientes, porque la persona de hoy espera un mensaje que dé sentido a su vida y lo saque de la inercia cotidiana.

Jesús nos asegura el dinamismo y la valentía para no nos echemos atrás, nos deja el gran mandamiento, así lo expresa el Evangelio de hoy: “Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros.

Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros”. Lo que nos impulsa es el amor que se hace vivo y operante en nosotros y en la comunidad, y así, se va transformando en servicio a la sociedad, se “juega” por los desprotegidos y sostiene a los débiles, va a las periferias sociales y existenciales; ¡es el amor de Jesús puesto en actos concretos, y sin tanta propaganda!

La experiencia pascual, ¿ha generado en nosotros el deseo de ir al encuentro de las personas de las diversas realidades de nuestra sociedad?

  1. La opción misionera de la comunidad

Lo dicho hasta aquí, nos compromete a renovar el compromiso misionero de la comunidad y hacer que la opción por la “misionariedad” transforme las estructuras caducas y las ponga en movimiento hacia el encuentro de la sociedad. En estos años, siguiendo con esfuerzo y humildad esa propuesta, nuestra comunidad parroquial ha estado presente en los distintos sectores de la ciudad para compartir con las personas y familias, en sus hogares, en los lugares de trabajo, en los espacios púbicos, en las instituciones.

Nos convocamos para fortalecer los vínculos con todos, escuchado sus preocupaciones y sus logros, como así también, proponer algún tema de conversación y así, edificarnos mutuamente en los valores que nos trajo Jesús. Fue muy interesante ver la presencia de los niños, los adolescentes, los padres de la catequesis, los catequistas, los jóvenes, los misioneros y muchos adultos, asumiendo esta tarea para compartir la Palabra y sus experiencias en los distintos ambientes. ¡Ojalá que no decaiga este espíritu entre nosotros y sepamos entusiasmar a otros para realizar este noble emprendimiento!

Los jóvenes nos ayudan a abrir nuevos caminos en la misión; cuando se atreven a vencer las inseguridades y los miedos, salen al encuentro de otros jóvenes en sus distintos ambientes y toman contacto con la gente, “aprenden a mirar más allá de su familia y de su grupo, comienzan a entender la vida de una manera más amplia. Al mismo tiempo, su fe y su sentido de pertenencia a la Iglesia se fortalecen. Las misiones juveniles, que suelen organizarse en las vacaciones luego de un período de preparación, pueden provocar una renovación de la experiencia de fe e incluso serios planteos vocacionales. Pero los jóvenes son capaces de crear nuevas formas de misión, en los ámbitos más diversos. Por ejemplo, ya que se mueven tan bien en las redes sociales, hay que convocarlos para que las llenen de Dios, de fraternidad, de compromiso” (Ibíd.).

¿Cuáles son esos nuevos ambientes que piden nuestra presencia y, nos invitan a dialogar y a edificar juntos una sociedad fraterna y solidaria? ¿Estamos dispuestos a asumir el compromiso, sin dar tantas vueltas o poner demasiadas excusas?

Invoquemos a María para que guíe los pasos de nuestra misión, convocando a muchos para esta tarea; recemos juntos: “Virgen y Madre María, Consíguenos ahora un nuevo ardor de resucitados para llevar a todos el Evangelio de la vida que vence a la muerte. Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos para que llegue a todos, el don de la belleza que no se apaga. Estrella de la nueva evangelización, ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión, del servicio, de la fe ardiente y generosa, de la justicia y el amor a los pobres, para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz. Amén.”

Alberto Fogar

párroco iglesia Catedral

(Resistencia)


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