El kioskero quedó expuesto al mencionar que ahora trabaja para el Ministerio de Modernización.
El kioskero quedó expuesto al mencionar que ahora trabaja para el Ministerio de Modernización.

La figura del kiosquero que supuestamente espiaba a Alberto Nisman quedó devaluada apenas el hombre en cuestión, Alfredo Juan Zabaleta (el sábado próximo cumplirá 57 años), se presentó a declarar ante el fiscal Eduardo Taiano y el abogado querellante Pablo Lanusse.

Cuesta creer que Zabaleta sea espía; en todo caso, si lo es, los servicios de inteligencia en la Argentina no parecen estar en buenas manos. Pero más alarmante aún resulta que la investigación sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman haya considerado como prueba un supuesto espionaje a Zavaleta y su kiosco.

El juez federal Julián Ercolini escribió: “otro elemento objetivo que permite acreditar la conjetura de la supuesta vigilancia es que la Dirección General de Ordenamiento del Espacio Público del Ministerio de Ambiente y Espacio Público del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, al requerírsele información acerca del mismo consignó que en dicha dirección catastral, no se poseía registrado permiso otorgado ni vigente en el mes de enero del 2015 para el emplazamiento y/o utilización de puesto de diario alguno ubicado en Juana Manso 1185, ni asimismo en la intersección de Azucena Villaflor y Aimé Painé”.

En Villaflor y Painé está el puesto de diarios que “no vendía muchos diarios” –según dijeron testigos- y por eso el fiscal y el juez pensaron que se trataba de un espía, máxime que no tenía habilitación municipal.

Pero el párrafo menciona “Juana Manso 1185”. ¿Qué había allí? Pues, la parada de diarios que abastecía a buena parte del edificio Le Parc. Un detalle: tampoco tenía habilitación. Pero ni el juez, ni el fiscal, sospecharon que pudiera tratarse de un espía.

La declaración de Zabaleta, parcialmente reflejada en algunos diarios, fue por momentos desopilante. Pero llena de detalles que pudieron comprobarse fácilmente. Así, se habría comprendido que la sofisticación del espionaje difícilmente pueda “plantar” un diariero espía cinco años antes de saber que el fiscal Nisman se iba a separar de su mujer, la jueza Sandra Arroyo Salgado, y se iba a mudar a Puerto Madero. Que iba a denunciar por encubrimiento a un gobierno y que por eso iba a morir.

Zavaleta dijo que es diariero desde 2005 y -acción judicial mediante- consiguió mudarse de su puesto en La Boca a Puerto Madero en 2009, seis años antes de la muerte de Nisman.

Todo es cierto: en la base de datos de la Justicia de la Capital Federal existe el expediente que prueba que Zavaleta litiga allí desde el año 2007 por un permiso de trabajo en cercanías del edificio en el que por entonces NO vivía Nisman.

¿Por qué Zavaleta iba esporádicamente al puesto y tenía pocos diarios y revistas para vender? Con una dialéctica confusa explicó que le habían cortado el suministro de periódicos por falta de pago y por un conflicto con la distribuidora.

 

También es cierto.

El 13 de mayo de 2010, en el expediente 25848 / 0, el juzgado en lo Contencioso Administrativo y Tributario a cargo de la jueza Elena Liberatori dispuso “intimar al Sindicato de Diarios y Revistas (SIVEDIA), a la Sociedad de Distribuidores (SDDRA) y a la Distribuidora ‘La Boca’ a cesar de inmediato las conductas denunciadas, tendientes a desconocer los efectos de la sentencia firme recaída en estos autos con fecha 31/08/09, mediante la cual se dispuso ‘Ordenar al Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires proceda a autorizar la reubicación solicitada por el actor’, todo ello bajo apercibimiento de efectuar las denuncias penales pertinentes”.

Zavaleta es, además, plomero. Pero tampoco le va bien en ese oficio. “Como plomero estoy fundido, como diariero más todavía”.

Afortunadamente para su economía, hoy trabaja en el Ministerio de Modernización, que no existía en el anterior gobierno sino que fue creado por la administración de Cambiemos. “Yo conseguí un trabajo y no lo quiero perder por esta situación. Yo trabajo en el Estado, en el Ministerio de Modernización, haciendo mantenimiento. En el área de mantenimiento arreglo baños. Trabajo en la sede de Roque Sáenz Peña 511. Trabajo ahí hace un año y medio aproximadamente. Allí trabajo y me pagan 16 mil pesos. Yo estoy asustado por toda esta situación. Porque tal vez ahora sale que yo trabajo en el Ministerio y me rajen", declaró el supuesto diariero-plomero-espía.

Incisivo, el abogado querellante y ex fiscal Pablo Lanusse le marcó supuestas contradicciones que una semana más tarde, al procesar al informático Diego Lagomarsino como partícipe necesario del “homicidio” de Nisman, el juez Ercolini calificó de “inconsistencias”.

En su precaria verborragia, Zavaleta explicó esas inconsistencias. Parecía angustiado. “Yo fui a un político y le pedí por favor para que me de trabajo. A mí me tendieron la mano como se la pueden tender a usted".

-¿Qué político?

-No lo quiero decir, no quiero perder mi trabajo.

-¿Qué político?

-Yo le pedí al presidente que me de trabajo porque estoy fundido. A Mauricio Macri. Lo agarré en la calle. No era presidente en ese momento. Después me llamaron.

Ni bien Zavaleta pronunció “Mauricio Macri”, según consta en el acta que refleja su declaración, el abogado Lanusse “solicita a la actuaria tener unas palabras fuera del despacho del fiscal, oportunidad en la que solicita la suspensión de la audiencia y el secuestro del teléfono celular del compareciente en razón de la reticencia del testigo, a lo que el fiscal accede por entender que resulta pertinente”.

Dicho de otro modo, cuando Zavaleta nombró a Macri se terminó su declaración.

Fuente: Tiempo Argentino

 

 

 

 

 

 


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