También es sentarse bajo una parra frente a siete copas y maridar esos sabores y olores con los de las entradas, los vegetales, las carnes y los postres.

Se trata de algo más que una comida, es un ritual que puede repetirse tres veces en un día, aún sin comida, y entonces además de la embriaguez resulta en toda una aventura para vivir en pareja, con amigos o en familia.

Por ejemplo, la bodega de la familia Zuccardi tiene un restaurante llamado “La Casa del Visitante”, rodeado de viñedos que se recorren en bicicleta donde se preserva un “cinturón ecológico” que permite conocer cómo era ese paisaje antes de la intervención del hombre.


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