XXX DOMINGO DURANTE EL AÑO Ciclo A (25/10/2020)

Ex 22, 20-26; Sal 17, 2-4. 47. 51ab; 1-Tes 1, 5c-10; Mt 22, 34-40

Un amor que promueva al otro

El mensaje de hoy, se refiere al compromiso de expresar el amor a los demás de una manera auténtica; como no podría ser de otra manera, puesto que es Dios quien nos enseña sobre el tema. Es muy sugerente la primera lectura del libro del Éxodo, que comienza presentando para nuestra reflexión las exigencias de nuestro servicio a los demás, nos expresa: “Estas son las normas que el Señor dio a Moisés: No maltratarás al extranjero ni lo oprimirás, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto.

No harás daño a la viuda ni al huérfano. Si les haces daño y ellos me piden auxilio, yo escucharé su clamor”. El extranjero, el huérfano y la viuda eran los pobres más excluidos, aquellos que Dios pedía una atención muy especial dada su situación de marginación y orfandad. ¿No es esta la realidad de tantas personas que hoy viven en nuestra provincia a meced de una limosna, sin posibilidad de encontrar una salida a su dramática situación?

La lista es muy más larga en el mundo actual y sabemos de las “dificultades” que se tienen para responder, con políticas adecuadas al flagelo de la pobreza y con actitudes personales que se acerquen al que sufre con deseo de ayudar.

Hay muchos rostros marcados por el dolor, la marginación, la opresión, la violencia, la guerra, la tortura; también, nos preocupa mucho la situación de tantas personas que padecen las consecuencias de la falta de educación, el analfabetismo y la ignorancia, por la emergencia económica y sanitaria, y la falta de trabajo; por la miseria y la migración.

La pobreza tiene el rostro de mujeres, hombres y niños menospreciados en su dignidad como consecuencias de las injusticias sociales, la ambición desmedida y la falta de estatura moral de muchos dirigentes para comprometerse en la edificación de una sociedad más equitativa.

Es en este panorama tan amplio y desolador donde el amor tiene que hacerse eficaz, por medio de quienes tienen sentido de humanidad y se deciden a poner sus capacidades para cambiar esta realidad que aflige.

Dios nos moviliza a escuchar el pedido desesperado de mucha gente vulnerada en sus derechos, nos interpela para que no tengamos oídos sordos y hagamos operante el amor. Expresa el texto del Éxodo: “Si les haces daño y ellos me piden auxilio, yo escucharé su clamor (…). Y si él me invoca, yo lo escucharé, porque soy compasivo”.

Necesitamos ser personas con un amor fuerte que impulse una justicia que promueva su dignidad, y se supere la idea de pensar sólo para un grupo. Hoy necesitamos tener una voz clara y profética que haga ver dónde están las injusticias y hacia dónde tendríamos que ir, para edificar una vida social donde todos tengamos parte.

Teniendo en cuenta lo planteado, es más sencillo responder a la pregunta que le hacen a Jesús en el Evangelio de hoy: “‘Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?’.

Jesús le respondió: ‘Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas’”. Uno de los aspectos muy importantes para tener en cuenta, es que se unen las dos expresiones del amor: Dios y el prójimo; en este sentido, se enseña en la primera carta de san Juan: “Si no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve”.

En segundo lugar, todo el mensaje bíblico se centra en esa máxima, desviarnos de la misma sería desvirtuar toda la Buena Noticia. ¡Dejemos que este mensaje impregne nuestra vida y nos haga muy activos a la hora de expresar nuestro amor a los demás!

· Hacia el amor social: solidaridad y trabajo

Pensando en el compromiso que se desprende de lo dicho anteriormente, centramos la mirada en las inequidades que se dan hoy, expresadas dramáticamente por tantos hermanos que sufren; sobre todo, en este tiempo de pandemia, signado por la desesperación de muchos y la preocupación respecto al futuro.

Esto nos compromete a generar redes de contención y de solidaridad en nuestras comunidades y asociaciones de pertenencia, concretamente, tener grupos de atención a los necesitados y los enfermos. También, instar a los organismos públicos correspondientes para que se dediquen más activamente en concretar programas sociales, para que muchos puedan salir de su preocupante situación y fortalecerlos en su confianza.

Otro punto para expresar el amor social, es brindar la posibilidad para que las personas puedan contar con un trabajo que les aporte un sustento económico digno.

Pensando en lo que va a venir y con la convicción que queremos salir mejores después que esto pase, hay que proyectar desde ahora cuáles serían las condiciones que se deberían favorecer, para atraer mayores inversiones a nuestro país, teniendo en cuenta la importancia del capital privado para fomentar fuentes de trabajo.

Todo esto, en una realidad con muchas dificultades económicas, donde se está tramitando una pandemia que paralizó al mundo y con un índice de desocupación muy elevado. Es tarea del Estado responder a estos requerimientos y contar con lo necesario para acompañar procesos de generación de empleo digno.

¿No son estas las mejores expresiones de amor al prójimo, para que este no quede en palabras, sino en obras concretas en bien de los demás?

Pidamos a Dios, que aprendamos a rezar escuchando siempre el clamor del pueblo que sufre, ¡y a propagar la fuerza liberadora de su amor!


Pbro. Alberto Fogar
Párroco Iglesia Catedral
(Resistencia)


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