El turismo en Mendoza fue siempre una actividad que movilizó una parte de la economía provincial. Ya hace varios años que esta actividad comenzó a crecer a partir de cierta diversificación de productos que ampliaban la oferta tradicional basada en Alta Montaña, bodegas, diques y recorridos por San Rafael.

Al principio  la actividad creció de la mano del turismo vitivinícola, que sumado a la gastronomía, trajeron un aire renovado y estimularon algunos circuitos muy especiales como las Rutas sanmartinianas. La habilitación de las obras de ampliación del Aeropuerto local, sumado a la apertura de nuevas posibilidades en conexiones y destinos de las líneas aéreas, han contribuido a aumentar la base de oferta y demanda de servicios.

En la economía actual, donde el avance tecnológico va desplazando puestos de trabajo en el sector agrícola y en el sector industrial, son los servicios los que están creando los nuevos trabajos. En ese sentido, el turismo y el esparcimiento se convierten en las actividades que mayor multiplicación están generando, ya que son intensivas en el uso de mano de obra. Mendoza no podrá escapar a esa tendencia global y es muy importante avanzar en la planificación de los perfiles necesarios para los distintos trabajos y la calificación requerida para ocupar los mismos a efectos de preparar a las personas para que puedan insertarse laboralmente en el medio.

La oferta turística de Mendoza está basada en los alojamientos de distintas categorías, pero tiene un complemento fundamental en los diferentes servicios conexos, que también demandan personal y en las diversas propuestas destinadas a los turistas.

Hay que destacar que cuando hablamos de turistas lo hacemos tanto de los que llegan del exterior, los que vienen de otros puntos de la Argentina así como los mismos mendocinos que se movilizan dentro de la provincia.

El turismo también es una actividad multiplicadora de la economía ya que utiliza los servicios de otros sectores económicos, como la construcción, y está ligada directamente a otras que se comparten con los habitantes locales, como son los de restaurantes y bares y también el comercio. Esto demuestra la capacidad de multiplicación que el turismo tiene en la economía, aunque no hay una medición estricta del Producto Bruto Turístico provincial.

Dese hace varios años, en la composición del PBG (Producto Bruto Geográfico) la actividad denominada “Comercios, restaurantes y hoteles” ocupa el 25% de la actividad económica provincial. El turismo toma una parte de ellos pero también en lo que se refiere a Servicios personales, ya que se incluyen a muchos prestadores de diversificada magnitud, que ofrecen distintas alternativas para atender las demandas de los turistas.

El balance del turismo en 2018 arrojó datos muy positivos. Si bien no hubo muchas aperturas de nuevas ofertas de alojamiento, crecieron las ofertas de servicios y eventos pensados en turistas locales, a tal punto que muchos hoteles fueron partícipes o sedes de los mismos, ampliando de forma creativa ofertas destinadas a distintos segmentos.

Los últimos datos del mes de enero de 2019 arrojaron un saldo más que favorable, por tratarse de un mes que no es el más positivo por las incidencias de las temperaturas, pero así y todo, 425.000 turistas visitaron la provincia en el mes y la ocupación hotelera arrojó un promedio cercano al 75%.

Por otra parte, hay que resaltar que las estadías promedio se han ido estirando y que de una media histórica de 3 días hoy ya estamos en 5 días promedio, lo que significa que ya Mendoza no es sólo un destino de paso sino un destino base.

Todavía queda mucho por hacer y por medir.

El turismo, además de las características señaladas, es una actividad que monetiza la economía, ya que los que vienen traen recursos de otros lados para gastar aquí. Pero, dado que los mendocinos que salen también gastan en otro lado, sería interesante medir el balance monetario turístico para conocer a ciencia cierta el impacto neto en la provincia.

Por ahora Mendoza debe pensar en consolidar lo que tiene y crecer en mayor oferta de productos turísticos y servicios conexos, pero esa no es una tarea que pueda cumplir el sector público. Es un desafío para el sector privado, que es el que debe pensar en inversiones a largo plazo, para colaborar con la actividad.


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