Una delegación talibana, la primera que visita Europa desde el regreso de los islamistas al poder en Afganistán, inició este domingo conversaciones en Oslo con miembros de la sociedad civil afgana, centradas en los derechos humanos, mientras que el lunes se reunirá con responsables estadounidenses y de la Unión Europea (UE).

Encabezados por su ministro de Relaciones Exteriores, Amir Khan Mutaqqi, los talibanes dedicarán la primera de las tres jornadas de la visita a la capital noruega a entrevistarse con militantes feministas y periodistas.

El lunes, la delegación talibana se reunirá con representantes de los gobiernos de Estados Unidos como también de Francia, Reino Unido, Alemania, Italia y la propia Unión Europea.

El martes estará dedicado a los contactos bilaterales con las autoridades noruegas.

La delegación talibana de 15 miembros, todos hombres, llegó a Oslo en la noche del sábado a bordo de un avión noruego y tiene entre sus miembros a Anas Haqqani, uno de los jefes de la red Haqqani, a la que Washington considera un grupo terrorista, según informó la agencia de noticias AFP.

Facilitadas por Noruega, las conversaciones se celebran a puerta cerrada en el hotel Soria Moria, en las afueras de Oslo.

Ningún país reconoció hasta ahora al gobierno talibán y la ministra de Relaciones Exteriores noruega, Anniken Huitfeldt, subrayó que las conversaciones "no constituyen una legitimación ni un reconocimiento".

"Pero tenemos que hablar con las autoridades que dirigen de facto el país. No podemos dejar que la situación política conduzca a un desastre humanitario aún mayor", argumentó.

En tanto, el Departamento de Estado de EEUU se refirió a las negociaciones con los talibanes al plantear que el temario de las reuniones en Oslo se concentrará en "la formación de un sistema político representativo, la respuesta a las crisis humanitaria y económica, las preocupaciones de seguridad y antiterrorismo, y los derechos humanos, en particular la educación de las niñas y las mujeres".

Los talibanes, que fueron expulsados de Afganistán en 2001 pero volvieron al poder en agosto tras la caótica retirada de las tropas estadounidenses, esperan que las conversaciones ayuden a "cambiar la atmósfera de guerra (...) por una de paz", según planteó a la agencia francesa el vocero del gobierno talibán, Zabihullah Mujahid.

En agosto, la ayuda internacional que financiaba cerca del 80% del presupuesto afgano se detuvo de forma abrupta y Estados Unidos congeló 9.500 millones de dólares en activos del banco central afgano.

El desempleo se disparó y los funcionarios llevan meses sin cobrar, en un país ya asolado por una grave sequía.

El hambre amenaza ahora a 23 millones de afganos, el 55% de la población, advirtió la ONU, que pidió a los países donantes que este año destinen a Afganistán 4.400 millones de dólares.

"Sería un error infligir un castigo colectivo a los afganos solo porque las autoridades de facto no se están comportando bien", reiteró el viernes el secretario general de las Naciones Unidas, el portugués Antonio Guterres.

En el mismo sentido, el exrepresentante de la ONU en tierras afganas, Kai Eide, señaló a AFP que no se puede seguir entregando la ayuda "eludiendo a los talibanes" y propuso "involucrar al gobierno (talibán) de alguna manera" con el objetivo de que la asistencia económica "sea eficaz".

La comunidad internacional, de todas formas, espera a ver cómo los talibanes planean gobernar Afganistán, después de haber violado los derechos humanos durante su primera etapa en el gobierno, entre 1996 y 2001.

A pesar de las promesas, las mujeres están excluidas de los puestos de trabajo en la administración pública y la mayoría de escuelas secundarias para niñas siguen cerradas.

Nargis Nehan, exministra afgana de Minas y Petróleo, ahora refugiada en Noruega, se negó a participar en las conversaciones, por temor a que estos encuentros "normalicen a los talibanes, los fortalezcan, sin que cambien nada".


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