Agustín duerme. A veces lo hace toda la noche, diez horas seguidas. Abel se recuesta en su cama y lee. Tiene una lista de libros que va devorando uno tras otro, novelas, cuentos, libros de psicología. Ya no es el hombre que escribe partido en once mil pedazos. Ya no es el hombre que escribe así como si no doliera, ni en este corazón hay muchas piedras. Ahora es uno que cuida de su familia y, cuando llega el silencio de la noche, lee.

Ya no es tampoco el hombre que vive en un barrio privado de Pilar y que escapa a las preguntas sobre su vida privada, a la curiosidad de los otros, al misterio de formar una familia. Ahora en cambio vive en Resistencia, Chaco, junto Mora Calabrese -su pareja y prometida: se casan en septiembre-, Guillermina -hija de Mora- y Agustín -hijo de ambos, nacido en octubre del 2020-. Ahora comen todos juntos y de a poco van formando rituales, cosas chiquitas y grandes de cada familia, cosas de las que Abel sufre separarse cuando tiene que estar lejos aunque sea por pocos días.

Ya no es el hombre que escribe deshojando el tiempo para no pensar sino el que canta a voz en cuello la respuesta a todas las preguntas, o el que dice en rima que de tanto que mintió, ni él mismo lo creyó. No, ya no es ese, dice.

Sin embargo, sigue siendo el hombre que usa las manos para expresarse, y en esas manos -ligadas delante suyo en la tapa de su nuevo disco, El Amor en Mi Vida-, habitan anillos, anillos como símbolos que él no pone ahí para pasar desapercibidos sino para declarar una vez más que es un hombre completo, que es un hombre al que después de mucho tiempo le ha llegado, por fin, el amor a su vida. Y de eso vamos a hablar.

-¿Recordás cuál fue la primera canción que escribiste o cantaste por amor en tu vida?

-La primera canción de amor que haya cantado fue Zamba Para Olvidarte. ¿Pero la primera vez que de alguna manera conecté con una canción por amor…? Yo tenía influencia de la música de Mercedes (Sosa), y la música de Mercedes abarcaba un montón de cosas. Hablaba del amor en algunas canciones pero también hablaba de otro montón de cosas: canciones paisajistas, sociales, ¿no? Entonces la primera vez que escuché una canción y que la entendí como una canción de amor, que entendí la belleza de la música como instrumento para el sentimiento del amor, fue justamente en un disco de Mercedes, en una canción que se llama Mon amour. Que la canta con Nilda Fernández y me pareció, además de una obra bellísima, muy bonito cómo hablaban del amor. Hoy la escucho y sospecho que es porque si bien había escuchado otras canciones de amor, esta tal vez fue la primera que no hablaba del amor desde un lugar de cursilería, ¿no? O desde un lugar de relación sino más desde un lugar de sentimiento.

-¿Vos ya tenías una idea de lo que era el amor en ese momento?

-No, justamente tenía una idea muy cursi, sospechando cómo sería besar, cómo sería andar de la mano, alguna carta, alguna cartita de amor en el colegio. Una idea muy cursi del amor. Entonces, por eso digo que hoy en retrospectiva sospecho que lo que me habrá subliminalmente encantado de esa canción es que me planteó el amor desde otro lugar, desde un sentimiento y no específicamente desde la experiencia digamos.

-¿Te acordás alguna parte de la letra?

-Sí, la canción dice en un momento: “no te condenes a perpetuidad, la soga existe y no te ahogará, mon amour”. Y eso fue una parte que a mí me impactó visualmente. Como por ejemplo Sueño Con Seripientes. Y claro, a esa edad, en ese tiempo, escuchaba la literalidad, no la metáfora. Yo lo que escuchaba era la serpiente comiéndose a un tipo. Pero en esta canción ligaba el mon amour con el amor, vaya a saber por qué, porque era un niño, la palabra había llegado mucho antes que el sentimiento digamos. Pero había una imagen fuerte ahí de la soga que muchas veces te tira y tal, pero que no te va a ahogar, no te va a ahorcar. No sé, me impactó de inmediato, y con el paso del tiempo me sigue pareciendo cada vez más impactante.

-En algún momento uno también puede sentir que el amor es, como en esa literalidad de la canción de Silvio Rodríguez, una serpiente comiéndose a la persona. ¿Lo sentiste así alguna vez?

-No. Yo desde chico tuve una relación con Dios y con la Virgen muy natural. No sé si los primeros contactos con la fe y con la religión tuvieron que ver con una cosa tradicional. No lo creo, porque mi familia nunca tuvo marcadas muchas tradiciones al respecto. Mi mamá siempre fue una mujer de mucha fe, mi padre también. Entonces yo tomé la primeta comunión, e hice catequesis… Y en esos años la conexión con la fe y con lo que es Dios y la Virgen para mí fue muy profunda y me acompaña hasta el día de hoy. Entonces yo recibí la fe más desde el amor que desde lo místico o lo doctrinario. Entonces durante toda la vida me costó ligar el amor al sufrimiento. ¿Qué quiero decir? Yo he sufrido en relación al amor, o a la falta de, o al tormento de... como también he sido enormemente feliz en relación al amor. Pero yo considero que el amor es algo muy esencial, que no tiene un polo positivo y un polo negativo. Y considero que en relación al amor hay otro montón de cosas que constituyen al ser humano, como la psicología y las experiencias que afectan a esa psicología, que nos hacen súper sufrir o súper felicitarnos con el amor. Pero el amor creo que es un río que corre mucho más profundo, y que todas estas cosas son capas que están más arriba, y que están en relación con el amor o con la falta de. Y cuando desde chico sufri situaciones que fueran delicadas, sufrí las stuaciones pero nunca sentí que se apaciguara o se amedrentara el amor de las personas que se veían implicadas en esas situaciones. Ni el amor hacia mí ni mi amor hacia ellas.

-Contaste últimamente que durante mucho tiempo mentías, y que ya te estabas alejando de eso. ¿A qué te referías?

-Eso que estuve contando es más una cuestión del momento que estoy atravesando ahora, de apertura. Yo respeto mucho las cosas que hacemos y cómo las hacemos. Y respeto aún más cuando tenemos la constancia de trabajar de manera consciente sobre nosotros mismos, por mucho que nos cueste, como para poder llegar a ver las cosas que tenemos que cambiar para vivir experiencias mejores, o para sanar, o para crecer, o para ser incluso mejores con los demás y con nosotros mismos. Y eso me sucedió durante muchos momentos en la vida, pero hay momentos bisagra en la vida y no son tantos. Y cuando yo comencé la idea de una familia y de un camino desde ese lugar, sabía que tomar esa decisión, desde el deseo y desde el amor, me iba a poner automáticamente en un momento bisagra, porque yo iba a tener que girar mi punto de vista hacia otro tipo de vida. Cambiar el funcionamiento, nuevas ideas, nuevas formas de vivir esa vida. Eso hizo que naturalmente se removieran un montón de cosas de mí y que yo tuviera que hacer espacio dentro mío para todo eso es nuevo que iba a venir y que está llegando, que llega a diario. Para eso tuve que sacar un montón de cosas de mi vida, entre ellas, por ejemplo, la mentira. Si yo mentí en otros momentos de mi vida en circunstancias personales habrá sido porque fue la herramienta que tuve a mano para para construir lo que tuve que construir. Ahora esa herramienta evidentemente no la quiero, bajo ningún punto de vista.

-¿Hoy qué querés?

-Hoy lo que quiero es construir, no sólo para mí, sino para otros integrantes, ¿verdad? Pasa más por ahí, más que porque yo ahora me sienta mejor persona o qué sé yo. Yo respeto mucho las cosas que pasan en la etapa de cada uno. Y bueno, eso fue simplemente otra etapa.

-Decía el escritor Adolfo Bioy Casares que él tuvo que arruinar cinco libros hasta que uno lo hizo feliz. Pienso si en el amor sucede parecido: uno arruina varios amores hasta encontrar el indicado. ¿Sentís que se dió así? ¿Que tuviste que arruinar varios amores hasta encontrar uno que te haga feliz?

-Yo tuve que arruinarme para encontrarme indicado para el amor... Más que arruinar amores, porque con Mora nos conocimos hace mucho tiempo y tuvimos un recorrido muy largo hasta llegar un día a sentirnos indicados, a sentirnos en el lugar indicado. Sobre todo yo a sentirme en el lugar indicado con respecto de mí mismo para construir todo lo que en el sentimiento sabíamos que ya existía, en el deseo sabíamos que ya existía. Entonces, el que se estaba arruinando en borradores era yo. Yo evidentemente lo necesitaba de esa manera. Porque el día que conocí a Mora supe que era una persona que me despertaba muchas cosas. Y a medida que la fui conociendo y a medida que fuimos pasando distintas etapas, fui alimentando eso y fui dándome cuenta de que yo quería compartir mucho más con esa persona. Y eso me inspiró a decir: ‘ta, todos estos borradores ya estuvieron, ahora empecemos a escribir por fin la historia’.

-También imagino que hay una página definitiva que es la llegada de Agustín, ¿no?

-Sí, seguro. Es definitivo. Lo que yo sentí cuando cuando lo vi por primera vez Agustín, lo que me impactó, fue la idea de la eternidad. Porque empecé a pensar hasta donde me daba a mí el conocimiento de mis antepasados y los infinitos que yo ni pudiera mencionar, y de repente en él vi lo contrario: vi todo el futuro, hasta dónde proseguirá todo esto. Esto de nosotros continúa en él, ¿hasta dónde continuará? Fue la primera vez que lo pensé de esa manera. Así que sin dudas es una cosa de esas que te ponen en lo esencial de la vida, que pasa muy lejos del resto de las cosas que por momentos convertimos en esenciales.

-¿Cómo fue el momento en que lo viste por primera vez?

-La palabra es impactante. En todos los órdenes fue impactante. Yo estuve en la sala durante el nacimiento y todo me resultó impactante. Ver el equipo trabajar, los sonidos de las máquinas, y ni hablar verlo aparecer. Eso fue: un impacto muy grande, una ola de pensamientos y de sentimientos llegando de golpe, impactando en mí. Pero digo impactando y no golpeando porque no es un golpe, es un impacto. Es otra cosa más profunda, no tan superficial.

-En un momento de Quiero Cantar decís: “la niñez, la adolescencia, la figura sin presencia…”. En esto de que cada uno interpreta el arte como quiere, yo sentí que hablabas de tu propia figura paterna, de tu padre. ¿Tuviste una figura paterna presente?

-Sí, tuve figura paterna presente y ausente por distintos motivos. Mi padre siempre tuvo trabajos de mucho traslado, de tener que viajar mucho, estar mucho tiempo fuera de casa, a veces grandes temporadas. Entonces llegó un momento en el que dijo ‘no quiero trasladar más a la familia completa. Prefiero que la familia quede en un lugar’. Entonces tuve presencias y tuve ausencias también respecto de la figura paterna. Realmente esa parte de Quiero Cantar tiene que ver con eso. Yo no tenía ni ningún tipo de idea respecto de cómo iba a funcionar yo en la figura paterna. Pero sí siempre tuve muy presente, desde bastante chico, que yo iba a querer ocupar la figura paterna en la vida de alguien. Y bueno, hoy por hoy ocupo ese espacio en la vida de Guillermina, y ocupo ese espacio también en la vida de Agustín, y es hermoso saber que siempre quise estar en ese lugar. No sabía cuándo me iba a tocar y cuándo lo iba a desear, pero sabía porque con pasajes más duros y con pasajes más luminosos, mis padres me inspiraron el deseo de querer ocupar ese lugar.

-¿Cómo es el vínculo con Guillermina?

-De mucha confianza, la verdad. Ella depositó inmediatamente en mí una confianza enorme que yo aprecio y valoro muchísimo. De hecho, un nivel de confianza que no me imagino cómo podría haber hecho yo a lo largo de X cantidad años para construir ese tipo de confianza. Entonces, realmente lo siento como un regalo porque ella dijo ‘no voy a esperar, yo te voy a dar esta confianza y vos la vas a administrar bien’. Y eso fue muy fuerte para mí y lo es cada día. Ella confía mucho en mí, en que en que yo voy a estar para lo que ella necesite, y yo confío también en esa idea/sentimiento. Así que es una relación sobre todo de mucha confianza, y muy amorosa también porque ella tiene una personalidad además muy amorosa.

-Hablás en el disco, en algunas canciones (Vivir Sin Tí y Tiene Tu Amor), de amores pasados. ¿Cómo te llevás con el pasado, con esos amores que no fueron?

-Yo con mi pasado suelo relacionarme bien. Por supuesto que hay pasajes de mi pasado en muchos órdenes que me duelen más, otros que me duelen menos, algunos que no me generan orgullo, otros que sí. De todo, como supongo yo, será en la vida de todos. Pero en este disco todo gira muy alrededor del sentimiento de lo que pasó en los últimos años. Es decir que, en realidad, las canciones que hablan de pasajes un poco más difíciles del amor no tienen tanto que ver con otros amores, sino más bien con el proceso que tuvimos con Mora. Y después, Vivir Sin Ti por ejemplo es una canción que está más relacionada a personas que ya no están más que a historias que no fueron. Pero realmente en este disco en particular todo está muy relacionado a lo que he vivido en los últimos años.

-¿Hay alguna emoción que no hayas sabido cómo escribir?

-Lo que siento es que tengo en mi mente la idea de escribir una canción que me describa de un modo que no he logrado todavía. Porque, lógicamente, siempre me describí desde un lugar más emocional, siempre tengo que echar mano a la metáfora. Porque sino es muy limitado, ¿no? La forma de explicar las cosas. Este disco me da la sensación de que empieza a arrimarme al momento en el que esa canción llegue, porque en este disco eché menos mano a la metáfora. Y entonces estoy seguro de que tal vez de aquí a un tiempo pueda lograr la canción que a mí me describa de una forma menos metafórica.

-¿Tenés bocetos de autorretratos?

-No. Pero me encuentro pensando. Mirá, hay una canción que me resulta muy inspiradora al respecto, que se llama “Breve descripción de mi persona”. Es una canción que cierra un disco de El cuarteto de Nos, el disco Bipolar. El planteo me parece espectacular: la canción arranca y el audio es como de un lugar donde uno va a hacer trámites, a llenar un formulario, y una mujer le dice al que canta: ‘por favor, al final del del formulario haga una breve descripción de su persona’. Y este genio, porque es un genio, empieza a describir un montón de cosas muy disímiles, muy dispares. Y claro, ¿cómo haría yo para describirme? Entonces sí, me encuentro pensando en qué cosas tendría que describir y me parece muy divertido.

-¿Podría hacer una breve descripción de su persona?

-Jaja. De ninguna manera. Todavía no. Hay cosas en mí a las que les sigo buscando la raíz. Por ejemplo, hay una cosa en mi forma de caminar que es que es muy irregular. Porque yo, cuando nací, me operaron del pie derecho en una operación bastante importante. Eso hizo que mi pierna derecha se desarrollara de una forma distinta a la izquierda, y eso generó siempre como una descompensación en la cadera, en la columna... Algo a lo que tengo que estar muy atento desde el entrenamiento para que el cuerpo no tenga que estar compensando y eso no me traiga problemas futuros. Entonces eso hizo que yo haya aprendido a caminar con un yeso puesto, entonces revoleaba la pierna derecha con el yeso completo. Cuando me sacaron el yeso tuve que hacer una especie de rehabilitación postural y todo esto para caminar. La cuestión es que toda esa data quedó en mi cabecita de niño y mi forma de caminar es muy irregular, cada día es distinta. Hay días en que pareciera que rengueara más, hay días en los que no, hay días en que camino más recto, otros más encorvados. Entonces a lo mejor pudiera ir como por ahí mi descripción, porque me parece muy simbólico esto de que la forma de andar sea muy irregular.

-¿Cómo fue el momento en que decidiste pedirle matrimonio a Mora?

-En mi cuenta de Instagram lo compartí, en un posteo del 14 de febrero, del Día de los Enamorados de este año. Entre un montón de cosas relacionadas al amor, en ese día el último posteo es un videito que registró Guillermina del momento en el que yo le propuse casamiento a Mora.

-¿Lo imaginabas así, lo planeaste?

-Sí, lo fantaseé de muchas formas distintas, pero al final un día me levanté y no me aguanté más. La verdad es que había imaginado cientos de escenarios posibles, y sin embargo realmente no me aguanté más. Dije: yo esto lo tengo muy en claro. Realmente lo tengo muy en claro. Entonces que siguiera pasando el tiempo en algún punto me generaba la sensación como si yo todavía estuviera pensando en algo, digamos. Y estos últimos tres años fueron tres años de tener que conectar mucho los simbolismos con los sentimientos, ¿viste? De necesitar conectarlos. Por eso también en la tapa de El Amor en mi Vida uso el simbolismo de los anillos. Habitualmente uno elige llevar puestos anillos porque tienen algún tipo de significado para uno, aunque más no sea estético, pero tienen algún tipo de razón de ser. Entonces de repente hacer una tapa en la que se vieran tanto las manos, que a mí me ayudan siempre a expresar mucho, y que además esas manos estuvieran cargadas de anillos, tiene que ver con con todos los símbolos que carga este disco para mí. Entonces era como graficar desde la estética también lo que pasa en el álbum, en la música. Que es una idea que siempre perseguí en el arte de los discos.

-Algo de lo que decís en la canción El Amor en mi Vida: “de mí mismo me salvó el amor que me guardabas”. ¿Qué era eso tan destructivo de vos mismo de lo que te salvó el amor de Mora?

-La individualidad tiene una parte, que es completamente natural en la que se desarrolla mucho el egoísmo, ¿no? Y ese egoísmo de pensar sólo en mí es el que me llevaba evidentemente y naturalmente a cosas que ya no necesito, ni elijo, ni quiero. Y que ni hoy ni nunca en definitiva me generaron orgullo, como hablábamos antes del hecho de mentir. Entonces yo creo que ese egoísmo, esa cuestión de verme y entenderme en el centro de todas mis cosas, de alguna forma no lo resistía más. Ya no entraba dentro mío. Y siento que el amor, este amor y la forma en la que hoy vivo el amor con mi familia, me salvó de mí mismo en ese sentido. Nosotros respetamos mucho la individualidad dentro de la familia, y la alimentamos. Nos hacemos saber entre Guillermina, Mora y yo que estamos ahí para apoyar también la individualidad de cada quien y sus deseos y sus ideas más allá de los deseos colectivos y de familia. Pero la parte egoísta de la individualidad es la que yo ya no resistía, y siento que probablemente es una de las cosas de las que me salvaron.

-Alguna vez contaste que de chico tenías una pesadilla en la que te despertabas y no tenías voz. Que perdías tu voz, que era eso que habías encontrado para encontrarte con el mundo. ¿Dejaste de soñarlo? ¿Hubo alguna otra pesadilla recurrente? ¿Hoy qué sería lo que, si te despertás y perdés, sería lo peor del mundo?

-Hoy tengo claro que cuando hablo de que las prioridades en mi vida cambiaron de frente a ser padre, tiene que ver con eso realmente. A este sueño yo le encuentro relación con que durante muchos años de mi vida sentía que si yo no podía cantar, no podía hacer más nada. ¿No? O tal vez no quería hacer más nada. Y hoy elijo cantar porque amo cantar, pero tengo claro que si tuviera que hacer otra cosa o dejar de cantar por el bienestar de mis hijos, lo haría. Entonces no he tenido ningún sueño en particular ni tengo un miedo en particular que tenga que ver con eso, pero lo tengo claro. Tengo claro que yo podría no cantar para hacer algo que garantizara el bienestar de mis hijos.

-Hoy tu bien más preciado ya no es la voz sino la familia

-Sí. Sí. Y también es recíproco, porque lo que genera este amor en mí, me da voz justamente. Yo en este disco siento haber cantado de una forma distinta. Hace poco tiempo un colega tuyo al que admiro mucho terminó el reportaje y me dijo: ‘Hablás distinto’. No hacía muchos días Mora misma me había dicho: ‘¿vos te das cuenta de que explicás las cosas de otra manera?’. Para mí la voz es muy significativa, es un símbolo muy significativo y lógicamente también se transformó con todo esto que se transformó dentro mío a raíz del amor y de la familia.

 

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