

II DOMINGO DURANTE EL AÑO Ciclo C (20/01/19)
Is 62, 1-15; Sal 95, 1-3. 7-10; 1-Cor 12, 4-11; Jn 2, 1-11
- Lo que el agua se llevó…y nos enseñó
Estamos en medio de una situación dramática que afecta a la ciudad y a gran parte de nuestra provincia, como consecuencia de las copiosas lluvias de estos días, un fenómeno climático que hizo sentir su severidad. Numerosas familias han sido damnificadas por la acumulación de agua en distintos sectores y anegado las casas de muchos vecinos, con el consiguiente peligro de contaminación, la pérdida de muchos bienes materiales y los riesgos de contraer enfermedades. ¡Rogamos a Dios para que mejoren las condiciones climáticas y, podamos trabajar para ayudar a la recuperación de todo lo que se pueda y alentar a las personas a no desanimarse ante tan tremenda situación!
Si bien tenemos que reconocer las características extraordinarias de este fenómeno, no podemos dejar de evaluar que los problemas del agua en Resistencia y los municipios cercanos, tanto de las lluvias como de las crecidas del Paraná, lleva muchas décadas y con muchas promesas de soluciones de fondo, pero sin una respuesta satisfactoria. Mientras tanto, muchas familias siguen siendo afectadas con la resultante pérdida de sus pertenecías, fruto del trabajo y del esfuerzo de muchos años; y con la única respuesta que tienen a sí mismos: “¡Volver a empezar!” ¿No se podría trabajar con un plan estratégico para encontrar esa solución de fondo o al menos acotar los daños, si llegaran a ocurrir otros fenómenos similares? ¿No sería necesario constituir un fondo que sólo se invierta para este fin, dándole más tranquilidad al vecino? ¡Ojalá que podamos encontrar una salida para que muchos no pierdan todo o gran parte, de manera particular los más pobres, como ha ocurrido nuevamente!
Pero también hay motivos para sentirnos reconfortados, ¡la gran cadena solidaria que se organizó en estos días para paliar las dificultades de mucha gente! ¡Agradecemos a Dios, el corazón generoso y solidario de tantas personas que se acercaron para ofrecer su donación en alimentos no perecederos, calzados y ropas!, ¡muchas gracias a todos! Una vez más, la comunidad se distinguió por su solidaridad, mostrando claramente su sensibilidad especial por las personas que están en esta situación de emergencia. La solidaridad es una actitud que aspiramos que caracterice cada vez más a la comunidad y a la sociedad, porque no podemos incorporar una espiritualidad, alejada de la realidad y del compromiso con las distintas problemáticas de las personas; esto sería alejarnos de la propuesta de Jesús.
La presencia de María en el Evangelio de hoy, nos alienta en la práctica de la solidaridad y en la atención atenta al otro. En la escena, ella se dispone a ayudar ante ese contratiempo que estaban atravesando. De esta actitud de María, sabe muy bien la gente sencilla que recurre a ella, porque no abandona nunca. Recordemos el pasaje: “Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y, como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: ‘No tienen vino’. Jesús le respondió: ‘Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía. Pero su madre dijo a los sirvientes: ‘Hagan todo lo que él les diga’.” “María sabe reconocer las huellas del Espíritu de Dios en los grandes acontecimientos y también en aquellos que parecen imperceptibles. Es contemplativa del misterio de Dios en el mundo, en la historia y en la vida cotidiana de cada uno y de todos. Es la mujer orante y trabajadora en Nazaret, y también es nuestra Señora de la prontitud, la que sale de su pueblo para auxiliar a los demás «sin demora» (Lc 1,39). Esta dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás, es lo que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización. Le rogamos que con su oración maternal nos ayude para que la Iglesia llegue a ser una casa para muchos, una madre para todos los pueblos, y haga posible el nacimiento de un mundo nuevo” (Evangelii Gaudium, 288).
¡Qué la práctica solidaria de María aliente nuestro trabajo y la colaboración de estos días!, para que no dejemos de socorrer en esta emergencia.
- La intervención de Jesús ante lo imprevisto
¿De qué otra manera el mensaje de hoy nos puede orientar y alentar en esta difícil situación en que estamos? Me pareció que la presencia de Jesús cambiando positivamente el ambiente ante lo imprevisto en las bodas de Caná, es desde donde podemos reflexionar y, encontrar apoyo para no desesperarnos y hallar los caminos a recorrer en la ayuda a los demás.
Un primer pensamiento se desprende del texto de Isaías, en el cual, Dios refiriéndose a su pueblo, le expresa su sentimiento: “No te dirán más ‘¡Abandonada!’, ni dirán más a tu tierra ‘¡Devastada!’, sino que te llamarán ‘Mi deleite’, y a tu tierra ‘Desposada’. Porque el Señor pone en ti su deleite y tu tierra tendrá un esposo.” Él es misericordioso y muestra su cercanía, su bondad prevalece por encima de todo, como lo manifestó claramente Jesús en esa fiesta. La misericordia no es una idea abstracta, es una realidad concreta que sale encuentro de las personas que no pasan por un buen momento, aliviando sus sufrimientos y sosteniendo en esos momentos más duros de la vida. ¡Y lleva a generar el compromiso necesario para amparar y reconstruir!
Podríamos tomar esta propuesta y comprometernos a dar una mano a las personas afectadas por esta emergencia. Además, que las autoridades correspondientes puedan pensar y programar soluciones de fondo para este gran problema de la Resistencia y municipios vecinos, ¡esas obras necesarias tan anheladas por todos desde hace muchos años!
El otro pensamiento es la relación de alianza que Dios desea con la humanidad, representada en los signos de las bodas de Caná y expresada en Isaías: “Como un joven se casa con una virgen, así te desposará el que te reconstruye; y como la esposa es la alegría de su esposo, así serás tú la alegría de tu Dios.” Dios quiere construir una relación profunda y fuerte con la humanidad, y Jesús se desvelará para llevarnos a ese modo de relacionarnos con Él, no desde la distancia, sino desde la confianza y la intimidad, porque nos ofrece toda su amistad.
Las personas de hoy necesitan vivir esta experiencia para superar el sentimiento de orfandad en la que viven, haciendo experiencia de Dios que quiere vincularse con todos, construir una relación de familia. Ante esto que estamos viviendo, debemos fortalecer ese vínculo con Dios, sentir la cercanía de Él y su fuerza que nunca deja de participarnos. La actitud solidaria en este momento es el modo de hacer sentir cercano a Dios, quien ofrece su ayuda por medio nuestro.
Pidamos la intervención de María, como en las bodas de Caná: “Virgen y Madre, tú que, movida por el Espíritu, recibiste al Verbo de la vida en la profundidad de tu humilde fe, totalmente entregada al Eterno, ayúdanos a decir nuestro ‘sí’ ante la urgencia, más imperiosa que nunca, de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús,” ¡expresada con nuestra cercanía y ayuda con el que perdió todo y tiene que volver a empezar!
Presbítero Alberto Fogar
Párroco Iglesia Catedral (Resistencia)