Las fuerzas militares en Siria respaldadas por Estados Unidos anunciaron hoy que liberaron el último bastión de Estado Islámico en Siria y declararon así el fin del "califato" en Irak y en ese país autoproclamado por el grupo a mediados de 2014.

La recuperación de la aldea de Baghuz, en el este de Siria, por parte de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) encabezadas por combatientes kurdos, representa un cierre a una cruenta batalla que se prolongó por varias semanas y en la que miles de personas huyeron del territorio y cientos murieron.

"Baghouz es libre y se ha logrado la victoria militar contra Daesh [EI en árabe]", tuiteó Mustafa Bali, un portavoz de las FDS.

Para celebrar la victoria, los combatientes de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), punta de lanza de la lucha antijihadista en Siria, izaron su bandera amarilla en la aldea de Baghuz, donde los extremistas opusieron resistencia hasta el final. Cerca del lugar de la batalla, hombres y mujeres de esa fuerza, en las que predominan los kurdos, bailaban la dabke, una danza tradicional.

La pérdida de lo que les quedaba en su último reducto en el este de Siria, cerca de la frontera con Irak, significa el final territorial del EI en Siria, tras su derrota en el país vecino en 2017.

La eliminación del último bastión de EI marca el fin del protoestado insurgente, que al momento de su proclamación como califato ocupaba un territorio del tamaño de Reino Unido y luego se fue reduciendo, pero el grupo mantiene una dispersa presencia y células durmientes de combatientes en esos mismos dos países. Las filiales del grupo Estado Islámico en la Península del Sinaí en Egipto, Afganistán y otros países siguen siendo una amenaza.

El grupo terrorista, el más brutal de la historia contemporánea, hizo reinar el terror con decapitaciones, ejecuciones masivas, raptos y violaciones, muchos de ellos grabados al estilo Hollywood y viralizados en las redes sociales. Su poder se extendió más allá de su territorio y el grupo reivindicó ataques en otros países árabes o asiáticos e incluso en Occidente.

La campaña para recuperar el territorio de parte de Estados Unidos y sus aliados se ha extendido por cinco años y dos presidencias estadounidenses, arrojado más de 100.000 bombas y cobrado la vida de una enorme cantidad de combatientes y civiles.

La última batalla

"Las FDS anuncian la total eliminación del supuesto califato y una derrota territorial del EI al 100%", declaró un portavoz de esa fuerza, Mustefa Bali, en un comunicado.

Los combates, según él, fueron encarnizados frente a jihadistas obstinados que al final estaban arrinconados en una pequeña franja territorial a orillas del río Éufrates, en la provincia de Deir Ezzor.

Sólo quebaba "una colina controlada por EI", declaró otro responsable de las FDS. Al pie de una colina se ven los restos del campamento improvisado en el que se atrincheraban los jihadistas.

Algunas de las carpas improvisadas ocultan trincheras profundas. Hay ollas, barreños de plástico, un brasero y prendas rotas e incluso las banderas negras del grupo, destruidas, entre ramas secas de arbustos.

Los últimos jihadistas se escondían en túneles subterráneos y en bodegas, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH).

El asalto de las FDS contra Baghuz, lanzado a principios de febrero, es la última fase de una operación iniciada en septiembre de 2018 para expulsar a EI de los sectores bajo su control en Siria.

La campaña militar, apoyada con bombardeos aéreos de la coalición internacional liderada por Estados Unidos, tuvo que aminorar la marcha por la salida del enclave de decenas de miles de personas, entre ellas miles de jihadistas que se rindieron y muchos de sus familiares.

Desde enero más de 67.000 personas salieron del reducto de EI, entre ellas 5000 jihadistas que fueron detenidos, según las FDS. Los civiles, sobre todo familiares de extremistas, fueron trasladados a campamentos, principalmente al de Al Hol (nordeste), donde viven en condiciones difíciles. Más de 750 combatientes de las fuerzas kurdas murieron en seis meses de combates y casi el doble de jihadistas, según el OSDH.

Llamado a atacar

Horas antes del anuncio de la derrota, EI llamó en un vídeo a sus partidarios a resistir y a cometer ataques contra "los enemigos" en Occidente.

Pese a la pérdida territorial, sigue habiendo combatientes del EI desperdigados por el desierto que se extiende del centro de Siria hasta la frontera iraquí, y en zonas desérticas de Irak.

Algunas células durmientes logran perpetrar atentados, afirman algunos expertos, que estiman que EI se está transformando en organización clandestina. Otros analistas consideran que los vídeos de las ejecuciones seguirán presentes en el recuerdo y servirán de modelo para sembrar el terror.

La batalla contra EI era el principal frente de la guerra en Siria, que ha causado más de 370.000 muertos desde marzo de 2011. El régimen de Bashar al-Assad, apoyado por Rusia e Irán, reconquistó casi dos tercios del país.

La guerra en Siria, desencadenada por la represión de manifestaciones favorables a la democracia, se complicó a los largo de los años con la implicación de potencias extranjeras y de grupos jihadistas.


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