Un jardín de infantes creado en una de las islas flotantes usadas en el lago Titicaca por la comunidad de los uros intenta reparar la indiferencia de años del sistema educativo formal con los pueblos originarios. Allí, desde el nivel inicial, los niños aprenden interculturalmente, mezclando los contenidos del plan de estudios de cualquier escuela de Perú con las particularidades de las costumbres ancestrales de su pueblo.

María tiene sólo cinco años y es la hija menor de su familia, que vive en una isla flotante en el Titicaca. A diferencia de sus mayores, ella y otros niños de su edad cuentan con educación desde el nivel inicial. Un privilegio que sus padres valoran orgullosamente.

"Gracias a la educación, nosotros tendremos un futuro para nuestra comunidad. Nuestros hijos serán mejores profesionales, o autoridades que algún día van a gobernar en nuestra comunidad", apunta Nelson Coila, padre de María.

Con ese ideal de un futuro superador, padres y madres llevan en lancha a sus niños hasta el Sumita Corazón, el primer jardín de infantes flotante, especialmente orientado para la enseñanza de esta comunidad originaria.


COMPARTIR